¿Alguna vez ingresaste a una cocina mágica? ¿Alguna vez viste aparecer una Súper achicoria? ¿Creés que es posible hallar en una sartén una Plapla? ¿Y si viniera un monstruo con nariz roja, hecho de granos de maíz, a darte un gran susto? “Es que ya no quedan personajes piolas” como el Cocinero…- dice de sí. ¿Y si su receta fuera una disparatada excusa para hacerte jugar, imaginar, cantar y oír historias? Cada tarde en Sala Mecano de la Casa de la Cultura a las 15 y a las 16 hs., se corre el telón de azúcar y un personaje bigotón, te lleva a su universo poético.
Se trata de un unipersonal en el que un solo artista colma el escenario. Un espacio que se magnifica y un personaje que se engrandece: la cocina mágica de quien tiene “la tos…” latosa, un delirante que habla con rimas y ritmos, un Cocinero cuya ilogicidad se basa en inventar un mundo propio en un ámbito inusual. La cocina creada maravillosamente por Idangel Betancourt en un muy buen rol interpretativo, posee esa loca combinación entre lo absurdo y lo real, estética con límites movedizos que permite ensamblar dentro de su teatralidad, el teatro de objetos.
El espectáculo guarda en sí mismo una intencionalidad estética como refugio de la creatividad, en ello radica el secreto de la obra “El cocinero latoso”, en un “mundoso” que coloca a los peques dentro de un espacio “chiripitiflaútico” por tomar un término usado en las historias de María Elena Walsh que rescata con esmero esta dramaturgia a través de la intertextualidad.
Considero que el final de la obra es discutible en relación al “cómo” y depende seguramente, de la concepción del grupo. Si bien invita a continuar en el juego y rescata la efusividad lograda desde el principio, puede pensarse en un remate.
Espacio In-verso da un salto cualitativo en las propuestas para niños con este tipo de representación de lo que podemos llamar Teatro para infantes o Teatro para niños, pues considero que Teatro infantil no es propio para denominar al género, ya que “infantil” remite a la idea de que el teatro se ha quedado en la infancia, y luego pasará a las etapas siguientes.
Espacio In-verso ha crecido –desde mi humilde mirada crítica- al punto de lograr algo muy difícil como es el abordaje a los lenguajes escénicos destinados a los más chicos.
Confluyen en la puesta la armoniosa composición entre acciones y textos, tiempos y espacios, personaje y objetos, música y juegos, palabras y gestos. El actor logra sintonizar el mundo del teatro con el mundo del espectador y en esa fluidez, se produce la comunicabilidad esperada que va de la mano con el disfrute, muy propio de la esencia del arte.
La receta del Cocinero sale del lugar común para convertir al espectador en un personaje de sus disparatadas historias. Sólo para pequeños soñadores. Inspiradora!
– Fotos tomadas por Salta 21
