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lunes, mayo 6, 2024

El ejemplo de Che Guevara

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Hoy se cumple un nuevo aniversario del asesinato de ese “Cristo” latinoamericano que fue el más conocido de los Lynch de la Serna.

Y para no aburrir con una letanía que se repite hasta la saciedad en todos los actos que se concretan desde la izquierda vernácula, tal cual lo expresara un agudo abogado por los DDHH a mis atentos oídos en una de esas “reuniones” en que muchas veces, se hace gala dogmáticamente de las diferencias, en lugar de las posibles coincidencias, rescataré de Guevara dos características suyas: la valentía de enunciar lo que pensaba ante quien fuera (la ONU, los jerarcas rusos, la OEA, Fidel y Raúl, etc.) y la firme decisión de teorizar por cuenta propia, le caiga como le cayere a quien sea.

Dentro de mi humilde punto de vista, Che no pudo, empero, superar su leninismo, lo que imagino que hay definitivamente dejar a un lado, para poder leer, comprender y aceptar que otro Marx es posible y que otras vías revolucionarias son probables. El leninismo, el sovietismo y lo que se hizo en nombre de Lenin, en el trágico siglo anterior, no son un destino, ni son la única oferta revolucionaria existente. No porque uno, como yo, no sea leninista ni sovietista, es un revisionista, un anti leninista, un no marxista, un falso revolucionario y un anti comunista.

Justamente, una de las cuestiones que debiéramos aprender de Guevara es poner en jaque todo, incluido el leninismo y a determinados leninistas, que son capaces de condenar al ostracismo político a quienes gallardamente, se declaran marxistas, comunistas, revolucionarios y libertarios, mas no leninistas.

En esa línea y en homenaje a Che, es que una de las mejores cosas que podríamos realizar es re crear un Marx que:

1. no adoptara al Partido como la exclusiva estructura política de acción de masas. Esa idea es de Lenin, no del amigo de Engels; ambos renegaron del Partido luego de haber co fundado el Partido Comunista y escrito el Manifiesto (sugiero leer las cartas de 1851…);

2. asumiera esquemas de praxis política abiertos, al estilo de la Internacional, que era multisectorial, policlasista y multinacional. Las Internacionales como la superestructura de los partidos comunistas del planeta, también fueron un yerro de Lenin y Trotski; no era ése el “espíritu” de la Internacional de Marx;

3. no adoptara la frase “dictadura del proletariado” como una efectiva dictadura, sino como una democracia radical en la que se disuelve el Estado (sea “proletario” o no…), en la que se defiende a la naciente revolución con el pueblo en armas, sin apelar a NINGÚN ejército (“rojo” o no…), en la que todos los delegados son revocables en cualquier momento, en la cual no existen Comandantes, en donde no hay mercado, en la cual no hay precios, en donde no existen mercancías, en la cual no se usa dinero, en donde hay depósitos de valores de uso para que cada “familia” extraiga lo que necesita, en el cual el Plan de Producción se construye entre todos y no entre burócratas, etc. (remito al tomo II de El capital, a los tres vols. de Teorías sobre la plusvalía, a La ideología alemana, a La guerra civil en Francia y a las Glosas críticas la Programa de Gotha, entre otros lugares).

4. asumiera una dialéctica que apenas si fuera una manera de pensar y que no la entendiera como la lógica en que ocurren los hechos. Esta concepción no es de Marx; incluso llegó a objetar el método como una forma castradora que mutila la imaginación (ver La Sagrada Familia). La dialéctica “inflada” al extremo de hablarse de un Materialismo Dialéctico es responsabilidad de cierto Engels (Dialéctica de la Naturaleza; El Anti-Dühring), de Lenin y del Dia-Mat de Stalin. Es una perspectiva IDEALISTA y propia de Hegel, en especial, de la Fenomenología del Espíritu y de la Ciencia de la Lógica. Lo MATERIALISTA es negar al Materialismo Dialéctico y sostener por el contrario, una dialéctica materialista, pero en minúsculas…

5. no adoptara la hipótesis de las dos clases fundamentales en un modo de producción clasista, como la única explicación de la estratificación social, puesto que el mismo compañero del empresario de Barmen, reconoció a otros sectores en el terreno menos abstracto del estudio a gran escala de un modo de gestar riqueza, que no podían asignarse ni a las clases dominantes ni a las clases dominadas.

6. no asumiera un supuesto Materialismo Histórico, porque tal cual lo adelantó el “revisionista” Gramsci, ni Marx ni Engels explicaron NUNCA su concepción de la Historia con esas palabrejas. Él italiano optó por Filosofía de la praxis, lo que por igual me resulta discutible…

7. no hiciera de las teorías de los dos alemanes una receta infalible y que incluso, pudiera someterse a crítica a Marx, sin temer a los stalinistas, leninistas “puros”, maoístas, trotskistas, gramscianos, althusserianos, etc., que nos tildarían de revisionistas por atrevernos a objetar en algunos puntos o en muchos, al genial amigo de Engels. Era un hombre; ¡no un dios!… Y tampoco eran padrecitos santos Lenin, Che, Trotski, Mao, Stalin, Althusser, Gramsci, etc., a quienes no se les puede objetar nada y hay que estar obligados a acordar en todo, a riesgo de que los respectivos militantes nos quiten el saludo. ¿Con esa actitud pretenden subvertir el mundo? Si la revolución y hacer la revolución es lo más dinámico, incierto, imprevisible que puede haber, ¡camaradas!

8. asumiera que Marx y Engels se negaron explícitamente, a dar indicaciones, profecías, etc., acerca del comunismo (que es lo que sigue al socialismo, del que sí hablaron y mucho…) y de cómo efectuar la revolución, para librarnos de Padres que nos dijeran qué hacer. Tenemos que pensar qué hacer; incluso, como enunció Derrida…, debemos pensar qué hacer con el “¿qué hacer?”.

1 COMENTARIO

  1. El ejemplo de Che Guevara
    No entiendo mucho de Marxistas ni de Leninistas, sí asumo que el comunismo como forma de gobierno fue un fracaso.
    Pero en lugar de hablar de eso, escribo para expresar mi profunda admiración por el Che, por su lucha interminable en pos de crear una humanidad más justa, plenamente convencido de sus ideales, y con la suficiente sensibilidad y valentía para llevar hasta el límite esa pelea que hasta hoy es más que necesaria. Sobre todo en nuestra Argentina, donde kirchneristas y no kirchneristas se destruyen unos a otros con el único fin ambicioso de enriquecerse ilícitamente.
    Ojalá el Che viviera entre nosotros, porque personalmente, harto de tanta injusticia pienso seriamente que las ejecuciones que él practicaba, hoy deberían aplicarse a la clase política corrupta (no todos lo son). Sólo basta viajar a los pueblos del interior para darse cuenta de cómo delinquen la gran mayoría de los intendentes, ni que decir de Isa (perdón por nombrarlo).
    Viva el Che! y viva la Patria!!

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