Una obra representativa del teatro de Mendoza se presentó ayer en el Salón Auditórium a las 20 hs. en el marco del 8º Circuito Nacional de Teatro que organiza el INT.
Dije anteriormente (2008) con respecto al Elixir…de Guillermo Troncoso: “La obra es una adaptación de la ópera L’elisir d’amore de Felice Romani. El autor del texto también es su intérprete, quien nos hace transitar la historia de Nemorino y Adina de una manera maravillosa. Guillermo, entremezclado entre los personajes nemorinos, trueca las voces, canta ópera, se enmascara y en un espacio pequeño recorre un talento enorme.
L’elisir d’amore (siglo XIX) es una ópera cómica en dos actos con música de Gaetano Donizetti y libreto de Felice Romani, basado en el libreto Le philetre de Eugène Scribe. Junto a Il barbiere di Siviglia y Le nozze di Figaro , es la ópera cómica más conocida y representada del repertorio.
Nos enamoramos de Nemorino y de Adina, entre el humor fino de las pequeñas entradas de picardía cómplice, los pequeños pasitos de los títeres, el gesto imaginado, el gajs inteligente… Guillermo, el titiritero, es Belcore, el narrador y el médico ‘enchiclopédico’ pero afirmaría que en el escenario mínimo, vi tantos actores como personajes se plantearon.
La temática del enamorado estuvo bien desarrollada. Una mujer caprichosa que hace sufrir por amor, entuertos, trampillas y agregados de maldad, condimentan el ‘elixir’ que saborea la boca de los que se aman y no lo saben”. Ver nota completa en http://www.salta21.com/El-elixir-de-amor-en-el-Festival.html
Nueva visión sobre el espectáculo
Los clásicos de la literatura existen. Los clásicos de teatro también. Muchos retoman los textos originales o los versionan. ¿Es posible hablar de puestas clásicas? Porque esta especie sería un ejemplo. Es decir, hace 5 años vi la obra. Preguntarnos por la dramaturgia y la representación es importante porque quiere decir que esta obra se ha consagrado y que podríamos verla en cartel durante 20 años. La respuesta es: sí, existen las puestas clásicas y este es un clásico del teatro.
Nemorino y Adina sobrevivirán a nosotros. Jamás morirán. Porque los hemos visto, los hemos conocido. Entonces me pregunto: ¿hasta qué punto el teatro es efímero? Conozco las posibles respuestas, pero este día estoy con una cuestión de replanteos.
(También me pregunto si la crítica sirve para algo, no crean que no. Y cuando me preguntan una opinión en boca de salida de teatro, me dicen “uh es que vos…” y seguramente, no leerán lo que escribo. Pues entonces, me dirijo a Guillermo y a los que no estaban a la salida del teatro).
Vi a un actor. Sostengo que hay que replantearse la denominación titiritero, actor de títeres sería más conveniente, o actor que interpreta a muñecos…Porque Troncoso es un actor. Un actor que se desdobla en los amantes del cuento (por decir historia), y que sus entonaciones le dan vida a seres inertes. Su gestualidad alimenta las situaciones y es otro de los personajes de la obra.
Guillermo logra sacar de su garganta las voces de estos personajes que ya son clásicos del teatro, porque después de 5 años, son Nemorino y Adina tal y como los conocí. Su teatro itinerante va por el país, pero su esencia no cambia. Son maravillosos.
La denominación clásicos del teatro no es la misma que clásicos de teatro. La contracción “del” marca la diferencia en el sentido que se refiere al teatro en vivo y no al teatro de los libros o texto dramático o teatro muerto.
“El elixir del amor” es un poema musicalizado, es una obra de teatro interpretada por un actor brillante. Siempre soñaremos con la magia de los títeres y con las románticas historias de otros tiempos que no hacen más que recordarnos que hemos perdido ciertas capacidades. El romanticismo (no el movimiento sino la actitud) es un clásico. Existe cuando se usa y mientras, está ahí, a la espera de ser tomado, puesto en práctica, revivido.
Alguna vez el vino fue el elixir de los dioses y por eso Dioniso se consagró en el Olimpo cuando antes apenas si había logrado sobrevivir. Hay también una reminiscencia al sentido mitológico de la bebida. No por nada el francés François Rabelais imprimió la frase: “El vino es lo que más ha civilizado al mundo”.
En la obra, el elixir no es otra cosa que vino, pequeño gran engaño del médico Dulcamara para aprovecharse del enamorado. Y connota lo siguiente: no hay pócima para el amor, el mismo amor es un néctar.
Pero este Elixir es mágico porque hechiza al público y se instala como una de las obras más bonitas del Teatro de títeres que pudimos ver en Salta, provenientes de otras regiones del país.
– Fotos tomadas por Salta 21
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– Programación:
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