Era el regreso de uno de los músicos más valiosos de la Orquesta Sinfónica de Salta. El Festival Nacional de Jazz se hace en nuestra ciudad por segundo año consecutivo. Los que escuché fueron excelentes representantes del jazz. Digna de elogio la decisión de apoyar fuertemente esta actividad anual.
CONCIERTO: Salta, viernes 7 de noviembre de 2014. Solista: Javier Anderlini (piano). Orquesta Sinfónica de Salta. Director Invitado Maestro Bernardo Teruggi. Leonard Bernstein (1918-1990) Danzas Sinfónicas de West Side Story. George Gershwin (1898-1937) Obertura Cubana y Concierto en Fa para piano y orquesta. Aforo 100 %.
FESTIVAL NACIONAL DE JAZZ: lunes 3 al domingo 9 de noviembre de 2014. Oscar Echazú Jr. Cuarteto. Moksha Banda. Zuin 4. Yamille Burich Cuarteto. Nikasio Trío. Pablo Puntoriero Trío. La Pequeña Jazz Band. Plexo. Leo Genovese Trío. Mariano Otero Cuarteto. Lobo de Bar. Músicos locales.
El Concierto
Cuando apareció la figura del pianista Javier Anderlini, luego de su ausencia de la escena salteña por casi cuatro años por razones de salud, la ovación con que se lo recibió fue impresionante. Era el regreso de uno de los músicos más valiosos de la Orquesta Sinfónica de Salta. Sirvió magníficamente a Gershwin, para mi apreciación personal, el mejor compositor de EE.UU. Y lo hizo en plausible comunión con el prolijo y buen músico que es el conductor visitante, el maestro Teruggi. Entre ambos mostraron cómo el folclore popular del país del norte puede expresarse en idioma universal y académico. Las melodías, sus conmovedores pasajes líricos, sus recuerdos apasionados de las clases populares, un “swing” y una síncopa perfectos, estuvieron en manos, corazón y mente del músico solista a pesar de un piano que ya va siendo tiempo se piense en cambiarlo. Fue ovacionado y entonces Anderlini regaló una precisa ejecución del Vals nº 1 del op. 64 de Federico Chopín.
Previamente el maestro trajo, como parte de la semana de Jazz en Salta, la Obertura Cubana de Gershwin, visión expansiva, vigorosamente rítmica que el autor tuvo de la Cuba de los años treinta. Sin duda, no es música caribeña con todos los atractivos que ésta tiene, sino la visión de un compositor impactado por los ritmos populares de la Isla. Destacable el solo de Juan Eugenio Tiburcio (clarinete) como así también la sección percusión que brindó la base para una obra formidable. Luego saltó varios años hasta llegar al laureado Bernstein, director, compositor, maestro, de varias generaciones de músicos que pintó maravillosamente, teniendo como referencia la conocida Romeo y Julieta de Shakespeare, las luchas de bandas integradas por descendientes de portorriqueños e irlandeses ambos afincados en Nueva York, ciudad que en el sector oeste y en los años sesenta, mostraba los talleres, las venta de repuestos, los garages de la desarrollada industria automotriz. Es la parte neoyorquina detrás de la 12ª Ave., por aquellos años peligrosa, brutal, grasienta, ubicada sobre la margen del Hudson River. Bernstein construye un partitura estupenda que relata musicalmente el odio y el rencor de ambas facciones que llegan a la paz luego de un breve solo de Cecilia Ulloque (flauta) aún cuando el final conlleva la muerte del irlandés enamorado de la hermana del jefe portorriqueño. Conductor y orquesta en lúcida demostración de arte musical.
El Festival
El Festival Nacional de Jazz se hace en nuestra ciudad por segundo año consecutivo. Es una idea valiosa en tanto haya continuidad porque ella irá, de a poco, trayendo más solistas o grupos de esta música que representa un estilo de vida. Que no es nuestra…? Si claro, no nació en nuestros valles o en nuestras montañas pero es nuestra desde lo humano, desde la idea de que sus sonidos, sus ritmos, sus formas afroamericanas han conseguido universalizar el lenguaje trascendiendo sus antiguas fronteras. No voy a citar aquí sus nombres pero desde mediados del siglo XX Argentina ha producido y produce músicos de elevada categoría en esta materia y el decir de intérpretes y autores norteamericanos que han venido a nuestro país, “aquí se hace buen jazz y a veces hasta con un estilo propio”; los músicos que están en estos particulares sonidos van incrementándose cuantitativa y cualitativamente.
Por razones de agenda y de otras actividades musicales, no he podido escuchar a todos pero los que escuché fueron excelentes representantes del jazz. Sin desmedro de los demás, por ejemplo, el local Fernando Nocetti, guitarrista al estilo del famoso Reinhardt del jazz parisino acompañado de Ariel Salas en guitarra, Rodrigo Rizzitano, contrabajista que debiera elevar su volumen dando más fuerza rítmica al grupo, o la saxofonista rosarina Yamile Burich que con su cuarteto ingresa en lenguajes más modernos como el bop con un “punch” increíble y con Ramiro Penovi al lado, un guitarrista capaz de tocarlo todo; más Alfonso Santini en contrabajo.
Junto a ellos y a los no nombrados, hubo muestras plásticas y tal vez lo más importante, la cantidad de talleres que reunió a cientos de músicos de diferentes lugares, en la búsqueda de mayores conocimientos y elevación de sus propios estilos jazzísticos. A eso hay que agregar las “jam sesssion” donde se echa a volar con libertad en uno de los elementos básicos del jazz: la improvisación. Digna de elogio la decisión del Ministerio de Cultura y Turismo y sus órganos dependientes de apoyar fuertemente esta actividad anual.