El Festival Nacional de La Chicha: un fenómeno provincial

El pasado fin de semana, viernes 14, sábado 15 y domingo 16 de marzo, en el departamento de La Caldera, se volvió a celebrar el festival que le da lugar a la tradicional Chicha, práctica en la cual todas “las chicheras” y sus familias desempolvan la vieja receta para fabricar licor casero y al ritmo de los grupos invitados, revivir esta tradición folclórica salteña.

Desde semanas atrás comienza todo el despliegue organizacional, desde el municipio de La Caldera y sus empleados, los hospitales, la policía, el gobierno de Salta, el centro gaucho y los fortines, el Instituto Linares, la comisión de corsos y demás instituciones interesadas en seguir haciendo crecer este festival, lo que sin duda, año tras año refleja el fenómeno social que se produce en el lugar, puesto que tanto esfuerzo se evidencia en la concurrencia al lugar. Asistieron personas de Cafayate, Orán, Iruya, Cachi, Capital y otros alrededores que agitaban carteles y disfrutaban a viva voz.

Es sorprendente ver cómo personas de todas las edades y las clases sociales se combinan año tras año en el mismo lugar, sin disturbios, a pesar de la presencia del alcohol y de la adrenalina que liberan los aires de carnaval que todavía se suelen respirar en el lugar. Al contrario de lo que cualquiera pensaría, chicos y grandes se mezclan, bailan agitando pañuelos, juegan y brindan con total libertad, tanto en el “sector vip” como en la “popular”.

Depende mucho del artista en escena, claro que son parte del alma de este festival, pero sin dudas la libertad con la que se baila, canta, bebe y come, es lo que le impregna a la gente este espíritu de goce y deleite de la festividad de La Chicha en La Caldera.

Los elegidos de la gente fueron por un lado El Chaqueño Palavecino, quien a pesar de sus predecibles espectáculos con el mismo repertorio y estilo de siempre, robó los corazones de todas las damas presentes, que le dedicaron pancartas, gritos y sonrisas durante toda su actuación, además del merchandising que permitió a los fanáticos vestir gorras y remeras del artista; y por el otro, Sergio Galleguillo, que enseguida tiñó todo el lugar con colores de carnaval, los lanzanieves, la harina y la “albaca”, que enseguida al ritmo de sus canciones, un poco fuera del folclore tradicional de Salta, perfumaron todo el sábado.

En lo personal, me pareció muy importante el relleno que hace el Payaso Acuarela, quien tiene lugar con su actuación entre los cambios de escenario, y tiene un humor muy inteligente. Entre medio de sus chistes y su rutina humorística hizo una crítica social bien disimulada, que habla de los pocos valores de nuestra juventud, de lo difícil que es mantener el matrimonio, entre otras, y también fue el único en tomarse unos minutos para concientizar y recordar lo importante que es manejar sobrios, o designar a un conductor para volver a casa sanos y salvos, sin provocar accidentes. Sin lugar a dudas, su presencia es bien recibida por los chicos y grandes del festival.

También me pareció especial la actuación del grupo Los Guitarreros, que se suben al escenario con total humildad, conversan con el público y matizan con su folclore y su estilo muy particular. No obstante, por supuesto, todos los músicos que tienen lugar en el escenario de La Chicha son igualmente dignos de recibir el aplauso del público, aunque creo que no es fácil estar fuera del horario estelar que va de 1 a 4 de la mañana.

En general el festival tiene buena concurrencia, pero creo que debería ser un poco más variado en el repertorio año tras año y ofrecer más diversidad de artistas para seguir aumentando el número de espectadores. Propongo a Jorge Rojas, a quien me hubiese gustado ver en esta XXIV fiesta de La Chicha, que a pesar del frío fue otro éxito social, cultural y económico, seguramente.

– Fotos tomadas por Salta 21