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domingo, noviembre 24, 2024

El hambre y las ganas de comer

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Circo mediático… La soberbia de la Presidenta y la puja del poder del sector sindical…

La convocatoria del secretario general de la CGT a la mítica Plaza de Mayo en la Ciudad de Buenos Aires el pasado miércoles 27 de junio, y la reacción espasmódica de la Presidenta Cristina Fernández ante el hecho, ha puesto en evidencia en nuestro país una carencia de alternativas políticas que refleja irremediablemente la crisis del llamado sistema de partidos políticos.

Con una movilización artificial de trabajadores y militantes transportados por ómnibus y camiones desde los más remotos rincones del País, el eterno dirigente gremial transportista, apenas pudo disimular el desencanto de ver una plaza con muchos espacios vacíos, a pesar de la premura de los punteros que colocaban vallas y pancartas para cubrir la ausencia de público.

Las premoniciones de sus propios hijos de que el lugar de encuentro quedaría chico, quedaron desvirtuadas al llegar el mediodía, y antes que se desperdigaran los que estaban, Moyano decidió adelantar su discurso. En realidad, discurso es un término muy pomposo para una arenga trasnochada de reproches al entorno gubernamental, que hasta hace apenas unos meses elogiaba sin parar, mientras en estos momentos, la interna del llamado Partido Justicialista está al rojo vivo, y el dirigente sindical descubre el objetable pasado político de la Presidenta y del ex presidente: la dudosa fortuna, la actividad durante la dictadura y demás datos de la biografía del matrimonio que por todos los medios se ha hecho conocer durante años, sin que el hoy, remolón crítico de última hora se hubiera dado por enterado.

En este contexto, la expectativa de algún anuncio original se vio rápidamente frustrada al tener que escuchar viejos y desgastados argumentos, expuestos ahora por el orador, como reacción a su relegamiento de la estructura política del poder. Porque claramente el mínimo no imponible afecta a los trabajadores desde 1997. Sí señor Moyano, desde hace más de quince años.

Por su parte, la señora Presidenta, incrementaba en el mismo horario el malsano abuso de la televisión pública, para desnudar contradicciones, que son presentadas como grandes éxitos frente al absurdo séquito de funcionarios y militantes de La Cámpora y aplaudidores reunidos prolijamente en un reducido salón, siempre dispuestos a batir palmas cada vez que la oratoria estudiada de la Mandataria con sus exageraciones gestuales y sus énfasis verbales así lo indican. La mala costumbre de rehuir una rueda de prensa, ser Ella la única disertante y mirar exclusivamente a los obsecuentes a sueldo que nada objetan, puede ser un ambiente poco propicio para crecer, aprender, debatir y llevar a los hechos el verdadero ejercicio de la pluralidad. No se debe confundir sistema electoral –aún exitoso- con práctica cotidiana de la democracia.

El discurso presidencial tapado de condescendientes aplausos, aparenta contener anuncios positivos, pero a poco que se analicen los mismos se advierte lo contrario. Baste tener en cuenta que se presenta la tarjeta Argenta para que los jubilados tomen créditos para el consumo, a una tasa del 23% anual. ¿Será acaso un reconocimiento de la verdadera tasa de inflación, o se le está cobrando una tasa exagerada? Dijo además la Presidenta que ese emprendimiento es para sostener el consumo. ¿Es ese el papel de los jubilados en el sistema social del país? ¿Tienen que sostener el consumo interno el 80% de jubilados que cobra el haber mínimo?

El plan de construcción de casas con dinero del ANSeS llevará 20.000 millones de ese fondo previsional, cuando la deuda judicial pendiente por sentencias firmes de la Corte de Justicia de la Nación es de 14.000 millones. ¿No sería más prolijo cumplir con las órdenes de un poder del Estado en vez de distraer discrecionalmente los mismos fondos, también para incentivar el consumo? ¿A quién se está pensando beneficiar realmente cuando se toman estas medidas? ¿Por qué pagarles a los jubilados la deuda desfinanciaría el sistema, y tomar los fondos para darles a las empresas constructoras no lo hace?

Tampoco se aprecia como muy exitoso el argumento de que solamente el 19% de la masa de asalariados registrados paga el impuesto a las ganancias, y que el 81% no lo hace. Ello porque el límite de ese gravamen es de $ 5.792,00.- y si la canasta básica total real ronda los $ 6.500,00.-(datos CTA) se revela nada más y nada menos que el 81% de los trabajadores formales no llega a esa meta. Ni hablar de los informales –trabajadores en negro- los tercerizados, o los precarizados –con contratos basura de locación, concurrencias, pasantías, obras, etc.-

Las dolorosas muertes de gendarmes en un accidente de tránsito en ruta nacional, que debería ser materia de reflexión y asunción urgente de medidas para bajar los índices de siniestralidad vial en el país, es usado en cambio con bajeza por la Presidenta para endilgarle el luctuoso suceso a los huelguistas de Cerro Dragón. Toda una falacia que pretende subordinar este imprevisto de tránsito a un hecho que ocurría a cientos de kilómetros de distancia. No se escuchó una alocución similar cuando la tragedia ferroviaria de la Estación Once, donde murieron muchas más personas por la negligencia de funcionarios del mismo gobierno y la corrupción del empresariado ligado al poder. Claramente en la mentalidad de la Mandataria hay muertos que pesan más que otros, según convenga al momento.

Todo este circo mediático solamente para enervar un reclamo claramente legítimo, más allá del oportunismo del líder sindical. Ni una palabra de la exención del mismo impuesto a la brutal renta financiera, la especulación de las bolsas, y las transferencias interbancarias, ni de los millonarios subsidios a empresas privadas, o a los consorcios multinacionales ligados a los saqueos mineros y pesqueros, que cuando tengan que transferir el ajuste lo harán sin dudar sobre los trabajadores. Sobre los que pagan y también sobre los que no pagan el impuesto. Allí no habrá discriminación alguna.

Volver una y otra vez sobre el recuerdo del 2001, la supuesta gesta heroica de su finado marido, y el auto elogio que llega hasta mencionar que Ella dicta ahora las recetas del G20, no hacen sino resaltar una peligrosa sobrevaloración de su ego, y revelar que la soledad del poder puede hacer perder el camino, de no advertir que se anuncian medidas como las que se comentan, vistiéndolas de progresistas cuando solamente son recortes financieros de una caja para llenar otra. La soberbia de la Presidenta y la puja del poder del sector sindical cada vez más excluido de las decisiones y el reparto, no nos deben poner en la errónea disyuntiva de tener que optar por el hambre o las ganas de comer.

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