– Estadística inédita sobre la ruptura matrimonial en Argentina
Un estudio sobre 5.500 casos reveló que uno de cada tres matrimonios terminan en divorcio, la principal causa es la injuria grave, el 60% de las demandas son iniciadas por mujeres y la franja más afectada va de 36 a 50 años.
– Por Jorge Camarasa – Critica – 8.12.2008
Una de cada tres parejas se divorcia
Ése es el promedio nacional constatado por un exhaustivo trabajo que hizo una jueza de Córdoba que relevó 5.500 casos de ruptura matrimonial hasta conformar una verdadera radiografía.
Las crisis estallan sin retorno con preferencia en la franja que va de 36 a 50 años, sobre todo cuando hay hijos que ya comienzan a hacer su vida independiente y dejan un vacío que se llena con reproches antes soterrados. La mujeres tienen mayor iniciativa para presentar las demandas y el agravio top es la injuria grave, no la infidelidad como se presume erróneamente. O no tanto: los abogados que se especializan en la materia suelen desaconsejar la acusación de los cuernos porque son más difíciles de probar.
El estudio fue dirigido por la doctora María Virginia Bertoldi de Fourcade, vocal de cámara del fuero de familia.
En su ámbito se analizan unas veinticinco presentaciones de divorcio por semana.
Y sostiene que los indicadores obtenidos en la investigación marcan las mismas tendencias que para el resto de las grandes ciudades del país: “Las diferencias más notables las vamos a encontrar en la comparación con algunas sociedades más tradicionales y de una raíz católica más profunda, en provincias cómo Salta o Santiago del Estero, por ejemplo, donde por lo pronto hay menos cantidad de divorcios y menos parejas extramatrimoniales”.
“Por lo demás –agrega– los resultados generales que obtuvimos nosotros son válidos para lugares como la ciudad de Buenos Aires o Rosario, por ejemplo, y presumo, aunque no tenemos mediciones para comparar, que lo mismo debe ocurrir con el sur del país por las condiciones sociales que rigen allí.
MUÑECAS BRAVAS
El informe de la doctora Bertoldi de Fourcade revela que se disuelve en Córdoba uno de cada tres matrimonios, como en la provincia de Buenos Aires y Santa Fe; que el porcentaje es menor que en Capital Federal (un divorcio de cada dos casamientos), y considerablemente mayor que en las provincias del Norte, donde las separaciones sólo representan el diez por ciento de los matrimonios.
La investigación deja en evidencia, además, que la mayor cantidad de divorcios y separaciones se da entre cónyuges que tienen entre 25 y 50 años (con mayor porcentual en la franja de 36 a 50 años). Estadísticamente siguen los que tienen entre 50 y 65, y en tercer lugar los mayores de esa edad. Los más jóvenes, en un rango entre 18 y 25 años, son los que se divorcian menos.
La investigación establece también que quienes llevan la iniciativa en este campo son las mujeres.
El 60 por ciento de los divorcios fue impulsado por ellas, sobre todo las que ocupan las franjas de 25 a 35 años, y de 35 a 50 años.
Los demandados siempre son mayores que las demandantes y la investigación verifica la hipótesis de que el rol de actor involucra una cuestión de género y edad.
La excepción, en este punto, se da entre quienes ocupan la franja de más de 65 años: en ese caso, los promotores de la ruptura del vínculo son los hombres.
ME MENTISTE, ME AGRAVIASTE
Aunque el procedimiento por presentación conjunta, que requiere una voluntad coincidente de la pareja para dar fin al matrimonio, es taxativamente mayoritario (el 90 por ciento de los casos), en los divorcios contenciosos la mayoría invoca causales objetivas y sólo el 28 por ciento causales subjetivas.
Los agravios esgrimidos son las injurias graves (43 por ciento), el abandono de hogar (36 por ciento) y el adulterio en un 13 por ciento de los casos.
Sólo la mitad de los demandados comparece a la citación judicial, y de ella sólo el 46 por ciento se allana a la demanda.
En los divorcios contenciosos la tramitación promedio dura quince meses contra los cinco que establece la ley.
En los casos de demanda la duración promedio del matrimonio en los hechos es de doce años, pero la disolución legal recién llega cuando han transcurrido 20 años y medio.
En los casos de divorcio por presentación conjunta, los plazos son más breves: en los hechos las parejas duran poco más de doce años y la sentencia llega antes de los quince.
Un porcentaje concluyente (98%) opta por el divorcio vincular, y sólo el dos por ciento restante elige la separación personal.
LA CAJA CHICA
Según la investigación, el 38 por ciento de las parejas estudiadas tiene un hijo; el 29 por ciento, dos y el 16 por ciento, tres. En el 93 por ciento de los casos de acuerdos homologados, la tenencia de esos hijos queda para la madre. En el tres por ciento de los casos es compartida, y en el cuatro restante le corresponde al padre.
“Con posterioridad al trabajo, estamos observando una tendencia que empieza a conceder la guarda a los padres. Hace diez años esto era inimaginable, pero ahora empiezan a darse algunos casos.”
En el 88 por ciento de los casos se estableció un régimen de visitas amplio, y sólo quedó pautado en el doce por ciento restante. El tema de la cuota alimentaria en las situaciones de divorcio por mutuo acuerdo también remite a una situación de crisis: en más de la mitad de los acuerdos pactados (el 57 por ciento), el valor de la misma equivale a la compra de los alimentos básicos que una persona necesita para no estar por debajo de la línea de indigencia. “En la actualidad ronda los 300 a 350 pesos promedio.”
En su conclusión, la jueza destacó que los conflictos que se dirimen en su ámbito son el reflejo de crisis más profundas y generales que anidan en la sociedad.
Por ejemplo: “Las acciones de divorcio y separación disminuyeron en forma significativa durante 2001 y 2002, y aumentaron notablemente en los dos años posteriores”. O sea, que agobiados por las crisis recurrentes, a la hora de apretarse el cinturón, los argentinos postergan sus planes divorcistas y no se separan hasta que pasa el tiempo de las vacas flacas.
Y finalmente, subraya: “En una sociedad democrática y pluralista debe aceptarse que quienes se divorcian no pierden la familia sino que ésta adopta nuevas modalidades; que ya no existe sólo una familia tipo, sino que se da una diversidad de tipos de familia a cuyas modificaciones habrá que adaptarse”.