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jueves, marzo 28, 2024

El mobbing en la UNSa: la situación que padece Adrián López

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El docente denunció que en la UNSa fue víctima de hostigamiento laboral o mobbing por parte de endogrupos. La violencia y el desprestigio contra su persona, la discriminación y el padecimiento físico que engendró este acoso. Diálogo con Salta 21.

Adrián López es Doctor en Humanidades con Orientación en Historia, Prof. Adjunto interino de Sociología, Carrera de Ciencias de la Educación, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Salta (UNSa.). Fue quien denunció públicamente el caso de mobbing en la Universidad nacional de Salta y enfrenta sendas causas judiciales por su situación laboral aún no resuelta legalmente.

Desde Salta 21 elegimos preguntarle a este docente, que además es militante de la Corriente Clasista Combativa (CCC), cómo seguía su situación en la institución. Recordamos a los lectores que en este y otros medios, el profesor expresó sin tapujos lo que le ocurre en la universidad.

Adrián, ¿qué novedades tenés respecto de tu caso? ¿Hay algo nuevo en curso?

– Antes que nada, permitíme que te exprese a vos y a través tuyo, al equipo que saca adelante este valioso medio independiente que es Salta 21, mi agradecimiento por ofrecerme una vez más, la ocasión de difundir la situación que padezco en la universidad.

Lo primero que me atrevería a decir, es que algo nuevo, nuevo, no hay; es más de lo mismo y empeorado. Lo que me ocurre y que le acontece a muchos administrativos, docentes y alumnos, es lo que se conoce con el nombre de hostigamiento laboral, sólo que la abrumadora mayoría de los que padecen el mobbing, no lo hace público para ahorrarse problemas, lo que es una decisión equivocada.

El acoso tiene cuatro o cinco fases, según los especialistas; yo estoy en la última, sufriendo un impacto profundo en mi psiquis: ansiedad, pesimismo frente a mi futuro, angustia, stress, pena, incertidumbre, pérdida de peso -bajé diez kilos-, trastorno de la presión arterial, insomnio, etc. A ello, se añade un hondo descrédito como profesional y en tanto individuo e incluso, militante. Lamentablemente, en la consolidación del desprestigio personal y como militante, se hallan involucrados luchadores del campo popular que, por dejarse llevar por los rumores que se esparcen desde la administración y por personajes que tienen “consenso” y resultan “creíbles”. Algunos de ellos, ex funcionarios de disímiles gobiernos locales, asumen lo que se difunde sobre mí. Hay otros que imaginan que soy propenso a los conflictos, que me meto en líos y que después, como una criatura, salgo a pedir ayuda…

No faltaron periodistas que me recomendaron que haga tratamiento psicoanalítico, por considerar que estaba medio “loquito”, que es precisamente, una de las cosas que un profesor como Eduardo Marcos Raspi, abocetó en más de una circunstancia y por diferentes “motivos”. Recientemente, al parecer sostuvo que me debieran hacer un Juicio Académico, como si hubiera dañado o sustraído un bien de la administración… Esa clase de preconceptos, ocasiona que administrativos, alumnos y profesionales se atiborren de zonceras en torno a mí y me subestimen. Es que uno de los rasgos del acoso es la permanente descalificación del hostigado y su progresivo aislamiento, puesto que se abre en su entorno un denso “manto” que lo estigmatiza y que es casi imposible de diluir.

Sin embargo, en el plano académico y en cuanto militante, la Universidad de Málaga, España, por aceptar lo novedoso de mis elucubraciones, editó entre setiembre de 2008 y enero de 2009, tres libros de mi autoría que hablan acerca de la vigencia del pensamiento de determinado Marx, corrido de la impronta leninista, del leninismo y del Partido, y que reivindican la actualidad del proyecto revolucionario socialista -empero, estas apreciaciones ocasionan que muchos de la izquierda vernácula sostengan que no soy marxista, que no soy comunista y menos, revolucionario; apenas alguien con “buenas” intenciones, aunque “muy, muy” cuestionables-. Una de las características del hostigamiento, es que la persona acosada es merituada en otros espacios distintos de los que usualmente, se encuentra inserto.

En realidad, el mobbing es parecido a la violencia familiar y doméstica, en donde la víctima de agresión es la que carga con la culpa y a la que se la hace sospechosa de gestar las situaciones conflictivas. Aparecen los que recomiendan que la víctima sea más estratégica, que no provoque, que sepa callar, etc., etc. Lo curioso, es que tamañas apreciaciones y recomendaciones, las efectúan ciertas feministas talibanes estrechas que son incapaces de apreciar que el poder puede ejercerse con una lógica masculina temible, por mujeres contra varones que como yo, se ubican en una posición femenina, de relativa debilidad y de desamparo ante el avasallamiento… Y es que otro de los rasgos del acoso es que los que podrían solidarizarse con la denuncia de hostigamiento, a causa de compartir intereses, nociones libertarias, etc., con la víctima, son los que condenan al acosado u acosada con el “por algo será”… tan conocido, ¿no?

¿Cuáles son las situaciones que enfrentás hoy?

– Es tanto, que no sabría por dónde comenzar… No podré abundar en detalles, puesto que la entrevista se hará larga, ¿sí?

Una de las cuestiones es que en agosto de 2008 me fracturé de gravedad la muñeca derecha y por ese asunto, estoy de licencia por carpeta médica. Como no pueden sustanciar el concurso regular de Sociología para así dejarme fuera de la universidad, con el mecanismo “limpio” de un concurso que viene ya muy “enturbiado”, las autoridades de la Facultad , una de las cuales guarda amistad con militantes de los Derechos Humanos, hicieron y hacen las mil y unas para jorobar con el tema de la licencia. Hablaron con el médico de Sanidad, con una administrativa, con la ART Consolidar, etc., para preguntar por qué se me otorgaba “tanta” licencia y cuándo se iba a acabar la “gaita”, a raíz de que pienso que están francamente desesperados por “reventarme” de una buena y santa vez.

Otro asunto es que se armó un sumario por las declaraciones que hice hace unos años en otro medio digital, porque tratan de procesarme por cualquier cosa y por todo lo que diga. Al periodista Julio Haro, que tipeó la polémica nota en ese entonces, muchos colegas lo dejaron de saludar y hasta lo miraron con ojitos. A pesar que la Dirección de Sumarios expresó que no encuentra nada para sancionar, el resto de los abogados de la universidad, que responden disciplinadamente a los endogrupos de la institución, quieren que el temita siga, hasta que cuenten con “algo” para justificar un llamado de atención, apercibimiento, etc. También se busca que me harte, que me quiebre emocionalmente (de hecho, acabé por quebrarme…), que renuncie, que me vaya, que me arrodille ante esos Inquisidores.

Otro eje es que con mis notas referidas a que existe acoso, violación de Derechos Humanos, destrucción de derechos gremiales, negación sistemática de justicia -a todo lo que pido se dice No- , discriminación en la resolución de cuestiones administrativas, etc., se confeccionó el expte. 5114/06. A pesar de mi insistencia, la universidad no anhela convertirlo en sumario, a causa que quiere primero “investigar” si el asunto lo amerita. La cuestión es que ya el Servicio Jurídico sentenció que no existe hostigamiento… antes que finalice la etapa de interposición de las pruebas. Lo otro es que transforma en sumario lo que alucina que puede emplear en mi contra, como el asunto que citaré más abajo.

Uno de los incidentes más pesados y gruesos, se vincula con el Mgr. Gerardo Bianchetti, que atesora determinado respeto en ciertos ambientes, aunque en otros sea cuestionado. A principios de febrero de 2009, me encontraba en el campus haciendo trámites relativos a mi licencia; sintetizando, puedo comprimir que el docente me abordó y así como venía, me dijo que era un “cerdo” -¿marxista?, ¿indio?, ¿judío?, ¿árabe?-, un “hijo de puta” (así, textualmente), que ya vería yo quién ganaría con todo lo que estaba pasando y cómo me iría en el concurso -supongo que se refería al de Sociología-. Este profesor, así como es valorado, en otros espacios es sospechado como alguien que presuntamente, habría colaborado de alguna manera, con fuerzas asociadas a la época del Proceso -no estoy asumiendo la “acusación”, ni imputo delito ni ofrezco “notitia crimini” para investigar-. No sabría yo quién puede ser más cuestionable, si lo que se imagina en determinados ambientes, fuera cierto o aproximado.

Pero lo grave acá es que, aparte que el tipo de improperios que espetó el posgraduado es inimaginable e inaceptable en una Alta Casa de Estudios, haya habido una suerte de “apriete” y que se haga gala de detentar poder o facultades para incidir en el resultado de concursos, los cuales son supuestamente, abiertos y de conclusión no anticipable. Y es que en el fondo, los concursos en la universidad local dejaron de ser tan transparentes como se los presenta; son casi siempre, designaciones previas a la conformación de los Jurados y que se encubren con la “legalidad” de un concurso “ganado” de forma “limpia”. Obtiene el premio el caballo de Comisario… Y me surge que eso acontece en los cargos de Personal de Apoyo Universitario –PAU-, en los de estudiantes, en los de los profesores; es un mal generalizado.

Luego de leer el texto brillante del fallecido periodista Sergio Poma, intuyo que lo que se enuncia de Salta en ese libro, es en gran parte aplicable a la universidad: gestiones raras, tramoyas, cosas extrañas, enredos, nepotismo, influencias, ilegalidades, poca o nula transparencia, pésimo funcionamiento de la democracia institucional, acomodos, complicidades, acciones cuasi mafiosas, camarillas que se apropian de los recursos como si fueran privados, maltrato, negación de los valores de la Reforma de 1918, etc., etc.

¿Qué hipótesis manejás respecto de lo que te pasa, que parece no terminar?

– Tal cual lo razona el responsable político de la CCC en Salta, Sr. Rodolfo Zacarías, la inquina contra mí, tiene un múltiple origen: por un lado y en lo más superficial, es odio, desprecio, envidia, mala onda. En otro nivel, es porque reaccionaron ante lo que critico de la universidad: muchos de ellos, consideran que la “ofendí” y que la “agravio” ´-es la postura de la Prof. María Julia Palacio, integrante de la Comisión de la Mujer de la institución- y que habría que adoptar medidas – ah…, sí, ¿desaparecerme?, ¿aniquilar mi tenue y frágil vida?; ¿qué medidas?-.

En tercera instancia, tanta ira, tanto lado oscuro es coherente con una enseñanza superior que no es emancipatoria, que desprecia a Marx y al marxismo, y que es funcional al capitalismo dependiente de Salta y de Argentina. Los militantes de la UJS-PO, agregan que se trata del atropello contra un civil que es marxista y que tiene que vérselas casi solo con todo el aparato de Estado de clase y clasista, reflejado en los procedimientos “legales” de una administración como la universidad.

Por último, el mobbing se volvió endémico en lugares en que la competencia desalmada y real de la vida burguesa, se sublima con disputas por objetos de valor simbólico: prestigio, reconocimiento académico, éxito, aceptación o consenso, etc. –los universitarios no son pequeño burgueses; aspiran a ser grandes” burgueses…

Dicen que Martí enunció que él había despertado a un monstruo; creo que se espabilaron los peores espectros en la institución local, por haber dicho lo que todos sabían desde hacía tiempo: que la universidad no es un cielito de angelotes buenos e inocentes… Parafraseando a la Bersuit , la institución está llena de “ratas”: “…¡son todos narcos, todos narcos! … ¡Transmiten por cadena! … ¡Son de Kaos! … ¡Paranoiquean! …”

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