En un documento a la humanidad, más de 15000 científicos de 184 países explican que, el ser humano está en el camino de la autodestrucción comprometiendo su propio bienestar humano y de las demás especies.
En 1992, cuando la Union of Concerned Scientists -UCS- (Unión de Científicos Preocupados, una organización internacional con sede en EE.UU., demandantes de ciencia en favor de un planeta saludable y un mundo más seguro) publicaron el primer «Aviso de los científicos del mundo para la humanidad». el documento mostraba indicadores alarmantes, sobre la deforestación, las reservas hídricas, el crecimiento de la población, la destrucción de los ecosistemas, el cambio climático debido al aumento de los Gases Efectos Invernadero (GEIs) por la quema de combustibles fósiles, etc., que están conduciendo a la humanidad a una crisis global, sin precedentes.
Después de 25 años, y no por casualidad publicado exactamente durante las negociaciones de la COP23, Convención de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, desarrollada en Bonn, los científicos de la UCS emitieron una segunda advertencia.
Con los datos de organizaciones gubernamentales y ONGs, los expertos advierten que: estamos a punto de provocar un «daño irreversible» al planeta Tierra, estamos a un paso de alcanzar los límites de tolerancia de la biosfera. Ellos reiteran el mensaje escrito muy claramente hace 25 años: «Es necesario un cambio drástico en la gestión de los recursos terrestres» para evitar el colapso del sistema Tierra, el ser humano incluido.
Nunca tantos expertos se reunieron en un solo documento científico encabezados por William Ripple, profesor de ciencias forestales en la Universidad Estatal de Oregón, EE.UU., acompañado por 15.000 científicos, investigadores y académicos provenientes de 184 países, que incluyen a la mayoría de los premio Nobel todavía vivos .
Sería fácil etiquetar el llamamiento como un alarmismo con sesgo catastrófico-ficcional. El trabajo de los científicos es estudiar los cambios a largo plazo en los ecosistemas, explica Ripple. «Y aquellos que firmaron no están levantando una falsa alarma: sólo están avisando sobre las señales claras de que estamos ladera abajo, hacia un recorrido insostenible». Los progresos realizados para una coexistencia entre la especie humana y todas las demás formas de vida, y para garantizar un futuro para nosotros mismos, son pocos, pero importantes.
Al no limitar adecuadamente el crecimiento de la población, reevaluar el papel de una economía basada en el crecimiento, reducir los gases de efecto invernadero, incentivar las energías renovables, proteger el hábitat, detener la pérdida de biodiversidad ni restringir el desarrollo de las especies exóticas invasoras, la humanidad no está tomando las medidas urgentes necesarias para salvaguardar nuestra biosfera en peligro.
Sabemos que es grave la situación de los recursos hídricos per cápita, que disminuyeron en un 26% desde 1992 dando como resultado más gente sin agua potable. Aumentan dramáticamente en los océanos, las «zonas muertas» marinas: miles de kilómetros de costa se han vuelto estériles por la afluencia de contaminantes originados por el sector agropecuario (por ejemplo, los fertilizantes para la agricultura).
Estamos derribando menos árboles, pero la deforestación continúa, ya perdimos 122 millones de hectáreas de bosques en 25 años, destruyendo así el mejor aliado contra el calentamiento global. De ello se deriva el problema de la atmósfera, calentado por las emisiones de gases de efecto invernadero que aumentaron implacablemente en un 62% en veinte años. Todo esto causó un aumento en la temperatura media global en la Tierra del 167%, y repercute sobre nuestros coincidentes del reino animal: desde 1992, perdimos el 29% de las especies, entre mamíferos, anfibios, reptiles, peces y aves.
Los científicos insisten que es crucial, para superar este largo descenso hacia el colapso, ampliar los programas de planificación familiar y de educación para las mujeres y así lograra una reducción de la tasa de crecimiento de la población humana, que aumentó en 2 mil millones en 25 años, equivalente a un aumento del 35% desde el primer aviso de la UCS.
Thomas Newsome, investigador en la Deakin University y la University of Sydney, Australia, y coautor del trabajo afirma que «la principal prioridad es la difusión de la cultura ecológica en los ciudadanos, inculcar que se debe ser consciente de la interdependencia de nuestra salud y nuestro bienestar con aquellos de las otras especies con las que compartimos el territorio”. Las políticas de prevención más avanzadas son ciertamente importantes, pero el elemento decisivo es nuestro comportamiento y nuestra percepción del valor de los ecosistemas.
Una visión, ésta, compartida por los autores del informe, según los cuales la intervención política es fundamental, pero, dicen, «ha llegado el momento de re-examinar y cambiar los comportamientos individuales, incluyendo nuestra reproducción (limitarse a dos hijos por familia y la disminución drástica del consumo per cápita de combustibles fósiles y de carne”.
Conclusión
Es la segunda advertencia, y esta vez piden nuestra participación, de nuestras comunidades, de nuestras familias. “Pronto será demasiado tarde para cambiar el rumbo de nuestra trayectoria fallida, y el tiempo se acaba. Debemos reconocer, en nuestra vida cotidiana y en nuestras instituciones de gobierno, que la Tierra con toda su vida es nuestro único hogar”.
¿Habrá tiempo para una tercera advertencia?
– Imagen de portada: El planeta Tierra y nuestro futuro está en nuestras manos- imagen Daniel Casuscelli.
– Fuente OSU/AAPN
– El auto es Presidente / Asociación Amigos de los Parques Nacionales – AAPN –
Experto Comisión Mundial de Áreas Protegidas – WCPA – de la IUCN-