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martes, abril 23, 2024

El sentir de la Independencia en la Argentina del siglo XXI

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La Declaración de la Independencia de nuestro país fue, básicamente, un acto de coraje, en el peor momento de la emancipación americana. En el norte del continente, Bolívar había sido derrotado. Chile estaba nuevamente en manos de los realistas. Los españoles amenazaban Salta y Jujuy y apenas si eran contenidos por las guerrillas de Güemes.

Para empeorarlo todo, Fernando VII había recuperado el trono de España y se preparaba una gran expedición cuyo destino sería el Río de la Plata. La Banda Oriental estaba virtualmente ocupada por los portugueses. Y en Europa prevalecía la Santa Alianza, contraria a las ideas republicanas.

En ese momento crítico los argentinos decidimos declararnos independientes. Fue un gran compromiso –advierte el historiador Félix Luna– en tanto constituyó un rechazo valiente de una realidad adversa. Era empezar la primera navegación de un país independiente, sin atender las borrascas ni los riesgos.

El Congreso Nacional, reunido en la ciudad de San Miguel de Tucumán, en el predio que hoy conocemos como la casita histórica de Tucumán, tenía dos objetivos muy claros: declarar la independencia y establecer un régimen de gobierno.

Desde Cuyo, San Martín le escribía a Godoy Cruz : “Hasta cuándo esperaremos para declarar nuestra independencia? Es ridículo acuñar moneda, tener el pabellón y escarapela nacional y, por último, hacer la guerra al Soberano de quien se dice dependemos, y permanecer a pupilo de los enemigos”.

En cuanto a la forma de gobierno había consenso en que el único sistema posible en ese momento era el monárquico constitucional, por la necesidad de unir a los pueblos sudamericanos a través de la figura de un rey.

El 6 de julio de 1816 –apenas tres días antes de la declaración de la Independencia- Manuel Belgrano, opinó ante los congresales que la forma de gobierno más conveniente para estas provincias sería la de una monarquía temperada y le parecía lo más justo la restitución en el trono de un soberano Inca.

Finalmente, el 9 de julio de 1816, el Congreso de Tucumán resolvió tratar la Declaración de la Independencia, que los diputados aprobaron por aclamación y luego, uno a uno expresaron su voto afirmativo, y a continuación firmaron el Acta. Lo cual fue celebrado por el pueblo y tras la sesión se realizaron diversos festejos públicos.

El segundo objetivo del congreso, dictar una Constitución que organizara el estado, quedaría relegado.

Tras este breve repaso histórico de las circunstancias en las que fue declarada la independencia de nuestro país podríamos preguntarnos: ¿Qué implica hoy para los argentinos ser independientes, a 194 años de aquel acto fundacional que nos convirtió en una nación libre y soberana?

Dos acepciones podemos encontrar en el diccionario acerca del significado de la palabra independencia. En primer lugar, se define como la capacidad para elegir y actuar con libertad y sin depender de un mando o autoridad extraña. Y en segundo término, se entiende por independencia al gobierno propio de un pueblo o nación en oposición al gobierno impuesto por otro pueblo o nación.

En este sentido es posible considerar que la gesta que iniciaron nuestros antepasados en Tucumán fue exitosa en tanto logramos constituirnos en una nación independiente de la corona española, y la Argentina finalmente optó por un sistema de gobierno democrático, republicano y federal.

Sin embargo, los ideales de libertad absoluta dentro de la unidad sudamericana que promovieron los congresales de 1816 nunca se concretaron en plenitud puesto que la Argentina atravesó por un sometimiento a los intereses económicos británicos en el siglo XIX, al que siguió la posterior dependencia del poder hegemónico de los Estados Unidos y de los intereses financieros de la banca internacional en el siglo XX, situación que se prolonga hoy en el proceso de globalización que es comandado por las potencias mundiales que pretenden colonizarnos por medio de la alienación cultural y tecnológica, el consumismo irracional, el desequilibrio de los mercados, la apropiación de recursos y territorios, la manipulación mediática y el individualismo extremo.

Es por eso que hoy enfrentamos como argentinos el desafío de luchar por una mayor independencia –para completar la gesta iniciada por el Congreso de Tucumán- a través de la reafirmación de nuestra identidad, de la valoración de la particular forma de ser y sentir que nos caracteriza, en pos de forjar un proyecto propio de libertad en el marco de la unidad latinoamericana y el respeto por la diversidad y las diferencias.

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