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viernes, marzo 29, 2024

El Times redacta su necrológica

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El periódico que ha sido considerado la Biblia del periodismo escrito prepara el funeral de su versión impresa. El presidente confirmó esta semana que en un futuro existirá sólo en soporte digital.

El presidente y editor del diario The New York Times, Arthur Sulzberger Jr, ha confirmado esta semana sus planes de dejar de tener una edición impresa de uno de los medios de prensa más influyentes del mundo aunque ha evitado precisar la fecha concreta en que se detendrán las rotativas.

Durante la novena Cumbre Internacional de Noticias Wan-Ifra que tiene lugar en Londres, a Sulzberger se le preguntó si 2015 sería la fecha. El máximo responsable del diario dijo que no veía sentido hacer tales predicciones y que todo lo que podía decir era que “en algún momento del futuro” la edición de papel del rotativo neoyorquino desaparecería.

El objetivo es buscar nuevos modelos de negocio de cara a un futuro sin periódicos impresos, algo inevitable para Sulzberger Jr en un futuro cercano: “Dejaremos de imprimir The New York Times”. Lo que no se ha atrevido a dar es la fecha en la que esto sucederá.

The New York Times cambiará a un modelo pago a principios de 2011. Los lectores podrán acceder a un determinado número de artículos gratuitos cada mes, pero otros contenidos estarán restringidos al pago.

“Esto tiene la ventaja de permitir que nuestros millones de lectores que acuden a nosotros a través de un motor de búsqueda puedan seguir viendo nuestro contenido”, especificó Sulzberger.

El anuncio de que el legendario Times ya escribe su propia necrológica es un reflejo de la dura batalla por el mercado periodístico que sostienen en Estados Unidos The New York Times y The Wall Street Journal, el buque insignia de los medios del magnate australiano Rupert Murdoch. Pero la defección del Times a la tinta y el papel también es el reflejo de una crisis más profunda que sacude a los grandes medios de información: hasta ahora, los medios de masas han buscado el mínimo común denominador para llegar al máximo de público. Se instalaron en el centro: de la audiencia, del mercado, de la política. Sin espacio para la imaginación, la rebeldía y la visión radical.

Durante décadas vivieron satisfechos en el paraíso de lo políticamente correcto, apostados en la normalidad y rebajando su cuota de enfrentamiento con el poder, los anunciantes y parte del público, adormecido entre la publicidad y la vida real que cada vez más imita a la de un reality show.

Contra ese sueño apacible de la información sin compromiso y la presunta objetividad han ido apareciendo en internet comandos de francotiradores, armados con noteooks, I-pads y teléfonos celulares. Los blogs, los medios participativos, foros, listas de correo y la irrupción de Wikileaks revelando los documentos secretos de las guerras de Irak y Afganistán están hiriendo de muerte a los medios tradicionales y le están disputando el mulllido trono de la verdad objetiva.

En Estados Unidos, 8 millones de navegantes han creado blogs, y 3 de cada 10 los leen habitualmente. Son audiencias reducidas, pero algunos ya superan a revistas digitales y a las ediciones en la red de pequeños diarios. La web se ha convertido en una herramienta fascinante para el público que deserta de los medios tradicionales.

Otro tanto ocurre en España, donde 190.000 navegantes publican blogs y 1 de cada 10 internautas los leen, según el Estudio General de Medios.

En todo el mundo, comandos de blogeros aprovechan los instrumentos digitales para denunciar el monopolio de la información y disputar a los medios tradicionales la atención del público más inquieto. En la web están las voces silenciadas por la corriente principal, tanto las de periodistas hastiados como las de ciudadanos hambrientos. Y ganan poder a través de la confianza personal, de la participación para producir información desde el margen.

Estos nuevos navegantes del ciberespacio son consumidores intensivos de información, expertos en el uso de herramientas sociales como Twitter y Facebook que promueven la movilización social y son líderes de las comunidades virtuales, grupos formados en el ciberespacio que, a través de blogs, teléfonos móviles y foros, se relacionan, comparten ideas y se organizan para producir más información o para actuar.

El cierre de más de 5.000 diarios, pequeños y medianos, en Estados Unidos y la renuncia de otros tantos a las ediciones impresas -como el Christian Science Monitor- son señales unívocas de que está irrumpiendo un nuevo periodismo marginal. Fronterizo con el activismo político y social que está borrando el delicado límite entre la información y la opinión.

De todos modos, el ciberespacio no está libre de riesgos:

“Queremos hacer de Google la tercera mitad de tu cerebro”, ha dicho Sergey Brin, uno de los fundadores del buscador. El impacto para los medios informativos y las noticias es enorme cuando en la mayoría de los medios entre la mitad y un tercio de sus páginas vistas proceden del buscador.

Google busca la era de la humanidad aumentada, como la ha denominado su CEO, Eric Schmidt. Una extensión tecnológica del conocimiento y la percepción para orientar a los usuarios en la economía de la abundancia y permitir que la ubicuidad de la conexión a internet facilite a los dispositivos y aplicaciones saber qué quieren sus usuarios.

Es la nueva frontera de Google frente a las redes sociales y las plataformas digitales, los nuevos modelos de acceso a la red: continuar dominando la herramienta que permite conectarlos y encontrarlos a todos. Y seguir gestionando la publicidad asociada a los contenidos, a las búsquedas y a los datos de los usuarios. Más que una declaración de principios o un slogan acuñado por internautas soñadores, suena más terrorífico que una amenaza.
contenidos, a las búsquedas y a los datos de los usuarios. Más que una declaración de principios o un slogan acuñado por internautas soñadores, suena más terrorífico que una amenaza.

TORRES GEMELAS, PASTORES Y MEZQUITAS

Este aniversario del 11-S —el noveno desde que casi tres mil personas perdieran la vida en uno de los días más sangrientos de la historia de Estados Unidos— fue bastante diferente.

Las conmemoraciones de la tragedia ocurrida el 11 de septiembre del 2001 estaban enfilando hacia la rutina de las efemérides. Pero esta vez, el luto se mezcló con la polémica y el sentido de unidad solidaria se ha esfumado en un espinoso debate sobre la identidad nacional, la libertad religiosa y debates que abarcan desde la construcción de una nueva mezquita a dos manzanas de la Zona Cero a amenazas de quemar coranes. Ayer el incendiario pastor Terry Jones parecía haber desistido en su campaña por hacer una fogata con ejemplares del libro sagrado islámico.

Simultáneamente, un país con 305 millones de habitantes parece tener más dudas que nunca sobre la inserción de sus 2,5 millones de musulmanes y 1.900 mezquitas.

El aniversario no pudo escapar al necesario examen de la historia y la geopolítica: hace nueve años el corazón financiero de la principal potencia del planeta, el World Trade Center de Nueva York, era reducido a escombros y el Pentágono sufría el primer atentado de su historia. ¿El balance? 2.973 muertos. ¿La consecuencia? Una guerra imprecisa e interminable lanzada por el presidente Bush contra el terrorismo internacional, que le ha costado a Estados Unidos más de un billón de dólares y ha acabado con la vida de más de 100.000 civiles y 6.000 soldados. Tras el 11-S Bush convertía aquella cruzada mundial en el eje central de su política, de la que el actual inquilino de la Casa Blanca, Barack Obama no ha logrado apartarse del todo.

En teoría, en el punto de mira estaban todos los grupos terroristas denominados así por la ONU, así como los Estados que supuestamente patrocinaban el terrorismo, pero el objetivo principal fue Al Qaeda y su líder, Osama Bin Laden, responsable de los ataques del 11-S.

Bush actuó rápido: tres semanas después invadía Afganistán y un año y medio después Irak. Aquellos fueron los escenarios principales donde el presidente concentró su estrategia contra el terror.

El FMI cifró en 64.000 millones de dólares el aumento experimentado en el gasto militar mundial desde principios de 2001 hasta finales de 2002. En este mismo año, los tres grandes fabricantes de armas de Estados Unidos (Lockheed Martin, Boeing y Northrop Grumman) recibieron más de 42.000 millones de dólares en contratos con el Pentágono, lo que representó casi un tercio más que en 2000. Y ya en 2005, el presupuesto militar de I+D alcanzó un récord histórico de 75.000 millones de dólares, cuatro veces más que el presupuesto del mismo sector en todos los países de Europa y más de dos tercios del resto del mundo.

– Miradas al Sur

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