El concejal Martín Ávila en un proyecto de ordenanza poco claro y más que discriminatorio, pidió que las calles de Salta lleven el nombre de católicos y religiosos víctimas de la dictadura.
Ávila olvida, justamente en un acto que pretende proclamar la memoria, que no todas las víctimas del terrorismo de estado fueron católicas y religiosas.
La indignación no tardó en llegar a la familia de Víctor Noé, a través del hermano, el sociólogo Alberto Noé, de respetada trayectoria en el medio, exiliado político y muchas veces sujeto a padecer actos de bajeza por ser judío, como su hermano, el abogado salteño Víctor Noé, secuestrado y desaparecido por la dictadura militar en los años 70.
Alberto Noé compartió en el Facebook de Salta 21 el siguiente comentario: «Esto quiere decir que mi hermano, el abogado Victor Noé, porque es judío y salteño no tendrá su nombre en una calle de Salta, esto es una discriminación, este sujeto no puede autodenominarse kirchnerista».
El hecho no puede pasar por alto frente a los cuidadanos como a sus gobernantes ni podemos permanecer indiferentes. Expone un pensamiento obsoleto y hasta colonizado, imprudente en los tiempos que corren y hasta llamativo. La historia no puede olvidar a unos y recordar a otros y menos en el tono de semejante declaración pública que oficialice tal descuido. Es intolerable.
Debieran repensar tal ordenanza cuyo dictamen se encuentra en la Comisión de Tránsito del Consejo Deliberante y tratar a todos por igual. La democracia no se reivindica con la deshumanización de los Derechos Humanos y mucho menos en el nombre de Dios.
Si Ávila quiere congraciarse con Francisco primero que reconoza a las víctimas por igual, luego se pague un pasaje y pida una audiencia con el Papa. Eso sí, que no caiga con un mate, un plato o un poncho.