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lunes, mayo 13, 2024

En vísperas de las elecciones presidenciales en la Argentina

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Quien escribe no molesta a casi nadie con su periodismo, básicamente enfocado en la sociedad. Algunos lectores y colegas respetan mi trabajo, pese a no coincidir con mis ideas. Desde estas, y mis valores, los aprecio intelectualmente y personalmente. Por estos es que considero importante expresar mis intenciones para los próximos años.

En muchos diarios norteamericanos y europeos, poco antes de las elecciones presidenciales, los responsables editoriales expresan a quien votarán. Conscientes de sus roles públicos, y continuando una antigua tradición, los periodistas que dirigen las ediciones asumen que la credibilidad periodística se basa tanto en el rigor informativo como en la explícita expresión de las ideas e intenciones electorales.

En la Argentina el asunto no está tan claro. Diarios autotitulados
independientes en realidad expresan una rabiosa oposición al gobierno, y los que manifiestan sus simpatías a ciertas acciones populares y nacionales, son considerados “militantes”.

Quien escribe no es importante en términos económicos. Sólo apoya el proyecto político actual y votará en consecuencia.

En estos momentos, decir que se votará a Cristina Kirchner no parece ser un acto de valentía, habida cuenta que la actual presidenta arrasará con más del 50 % del apoyo popular.

Y de esto se trata. ¿Quién dijo qué sólo es valiente el que está en contra? ¿En contra de qué?

Un año atrás

Hace casi un año, expresar mi dolor y proclamación a favor de Néstor Kirchner, debido a su repentina muerte, me costó el trabajo como periodista en el diario del ex gobernador Juan Carlos Romero. Estoy orgulloso, por este motivo, de estar fuera de esa publicación que respeté años atrás; cuando este periódico hacía periodismo, con buenas plumas.

Como lo dije, no soy económicamente importante para que me pasen factura. Las ideas que tengo no molestan. Esta pobreza y riqueza, desde mi humilde lugar como periodista que dirige el sitio Web Norte Social, me permiten señalar que los editorialistas de los grandes medios deberían tener la honestidad intelectual de decir desde dónde escriben, cuáles son sus intereses y explicar sus alianzas de poder.

También, con el mayor de los respetos, hablo a los colegas que se erigen en el aparentemente aséptico lugar del “No Lugar”. Mientras los usan, por un sueldo angosto.

Generación

Pertenezco a la “generación perdida”. Fuimos niños durante la “primavera” del presidente Héctor Cámpora; la muerte terrorista estatal y la educación de la dictadura militar que prohibió la teoría matemática de los conjuntos y “El Principito”. Nuestras adolescencias fervorosas explotaron junto a la primera copa en el campeonato mundial de fútbol, sufrió con la guerra de Malvinas y se enamoró escuchando rock nacional. Luchamos por centros de estudiantes en la universidad silenciada, nos ilusionamos con las promesas alfonsinistas, nos desilusionamos con la economía de guerra y la obediencia debida. Fuimos disciplinados por la desocupación en los ’90, mientras veíamos a otros pidiendo “déme dos” en Miami.

Y así, hechos pelota, creyendo pese a todo, trabajamos en lo que pudimos, estudiamos como pudimos, y descreídos de los partidos que se llamaban populares nos sumamos a ONGs, mutuales, actividades culturales solidarias; y éramos felices, como renegados, en las liturgias de Patricio Rey, Sumo, Las Pelotas o Divididos. A fines del 2001 estábamos terminados. Los tiros finales fueron los disparos mortales contra Maximiliano Kostecki y Darío Santillán, por parte de la policía de Eduardo Duhalde.

Votamos al desconocido flaco bizco porque darle el voto al “coso” alegremente destructor y su rígido socio salteño era suicidarse. Estábamos agotados, cínicos, vacíos de esperanzas.

Tan cansados de las palabras, sonreímos irónicamente con las acciones de Néstor Kirchner. Perdón, el presidente. Si hasta eso perdimos, el respeto al que dirige la Patria. Desconfiados. Tantas veces nos cagaron que en cualquier momento, sospechamos, va a llegar la transa, el Punto Final, el pacto.

Y nos hicieron pelota la mierda acumulada.

Nos destrozaron nuestros cinismos.

Nos abrieron el alma y el corazón para sacarnos los mejores sueños y hacerlos explotar en alegrías.

Volvimos a sentirnos argentinos. ¡La puta madre!, ¡qué lindo ser argentino en esta patria hermosa!

Tal vez sea ingenuo

Seguramente me dirán ingenuo. Tal vez pocos periodistas “serios” recojan el guante y sinceren sus elecciones afectivas.

Desde esta ingenuidad creo necesario transitar un camino sincero en el periodismo; agotadas las mentiras de la independencia, de la objetividad, de la neutralidad, de la asepsia y la profilaxis periodística, enarbolo el único valor de nuestro oficio: la honestidad intelectual.

Y también, junto, a las mujeres que trabajan en sus hogares, en otras casas o como empleadas en comercios o empresas; las chicas y chicos que no tienen trabajo estable; los humildes laburantes; todas estas personas, que son millones en la Argentina, desde hace muy pocos años, como yo, como vos, podemos dar nuestra opinión, mediante un papel, dentro de una urna: votamos. Elegimos.

Desde que a principios de 1900, las y los pobres del barrio de La Boca, en Buenos Aires, eligieron al primer diputado socialista en América, o luego a los radicales, y el 17 de octubre de 1945 el pueblo llenó la plaza de mayo, algunos dicen que los votantes, debido a su baja condición social, no saben votar. Esto se viene diciendo desde que existe el voto popular. Cuando comenzó a votar la mujer, por iniciativa de Eva Perón, la crítica era que estas no sabían elegir.

Derrotas y victorias

Tres derrotas sufrió el pueblo argentino en las últimas cuatro décadas: la dictadura militar de 1976, la guerra de Malvinas y el menemismo. El concepto es del sociólogo, sabio, Alberto Noé.

De algún modo, la mayoría de los argentinos advertimos que hemos sufrido un Estado Nacional ocupado por poderosos que usó el gobierno para sus beneficios.

Por supuesto, entre el terror y la destrucción hubo tiempos de “plata dulce”, “el peso igual al dólar”, y la especulación. Esos momentos fueron paralelos a industrias o pequeñas industrias fundidas, despidos de trabajadores, familias desintegradas.

Para algunos, ese poder fue un dios glotón cuyas sobras no engullidas podían ser recogidas por quienes estuviesen cerca. Para la mayoría, sólo fue un monstruo demandante de constantes sacrificios humanos.

Los sacrificados, muertos o desaparecidos, fueron las y los jóvenes y las y los trabajadores. Y las familias.

La historia demuestra que las guerras sólo sirven para exterminar personas, principalmente hombres. Ellos son padres, hermanos, hijos, buenos amigos. Por supuesto, las mujeres también sufren muertes, desapariciones, violaciones y robos de sus hijos. Pero, en la Argentina, el genocidio militar, político y económico produjo un hecho cultural inédito, el cual se expresó en los noventa con un nuevo concepto social: “jefa de familia”.

La mujer comenzó a dirigir, sola, lo que quedó del hogar, de la familia, luego de la muerte, desaparición, enfermedad, inutilidad, desocupación o fuga del esposo, padre, hermano o pareja.

El ejemplo más claro, honroso, es que la primera resistencia pública contra la dictadura militar la realizaron las madres. Las Madres de la Plaza. Sólo por esto, hay que lavarse bien la boca antes de opinar sobre estas madrazas que salieron al centro cuando la mayoría callaba.

Además de la destrucción de la familia, esto afectó gravemente a la mujer, no sólo por quedarse sola. No fueron las únicas víctimas: los hijos pobres, sin padres, sin ley, de los setenta, ochenta y noventa, en su mayoría constituyeron la miseria argentina. Una miseria nunca vista, no sólo económica, sino cultural y moral.

En la actualidad, esos chicos son las víctimas y victimarios de las drogas, entre las cuales el paco produce otro genocidio entre los adolescentes.

País rico, pueblo rico

Cuando el país crece, apuntando a la equidad y la inclusión, hay trabajo; se regeneran los vínculos sociales, y también sobrevienen los conflictos. Porque es legítimo que todos quieran participar en alguna porción mayor de la torta. El conflicto social es conflicto de intereses. No hay que temerle, porque es inherente a la democracia. Un Estado presente armoniza los conflictos y los convierte en un ejercicio dinámico que enriquece la participación popular.

A lo que hay que temerle es a la anomia, al disciplinamiento que cristaliza a la sociedad en clases sociales sin capacidad de ascenso, de movilidad. Este es un sistema de castas, de democracias formales, de unos pocos, de dictaduras.

Ahora volvemos a discutir la distribución de la riqueza, en una Argentina en pleno crecimiento. Si discutimos es porque queremos más. Por ejemplo, un proyecto legislativo, dormido por la oposición, que intenta reglamentar el artículo 14 bis de la Constitución Nacional, el cual establece “la participación (de los trabajadores) en las ganancias de las empresas”.

Néstor Kirchner dijo que “es fundamental la distribución del ingreso” y pidió “a los empresarios que no hablen con desprecio de los trabajadores y a los trabajadores, que no lo hagan con los empresarios nacionales. La Argentina debe volver a 1974, cuando la distribución era de 50 y 50. Los trabajadores deben poder ver el balance de las empresas”.

La realidad es la verdad

¿Se acuerdan el 27 de octubre del año pasado, cuando murió Néstor Kirchner? Personalmente, confieso, mi vida dio un giro. Hasta perdí el trabajo. Y, aunque estoy sin laburo estable y pobre, que gusto me da.

En aquel momento, escribí y lo reprodujo la amigaza Romina Chávez Díaz en su sitio Web Salta 21 (https://www.salta21.com/Venceremos-Los-dolores-que-nos.html):

“…La mayoría de los diarios hegemónicos mostraron un apresuramiento político desubicado en relación al respeto debido a una persona muerta y el dolor de su familia. Las ediciones estaban en rotativa cuando el pueblo que ellos ignoraron o pensaron indiferente comenzó a llenar espontáneamente la plaza de Mayo. Por eso salieron publicadas, a contramano de las mayorías populares, análisis y pronósticos que anunciaban incertidumbre, confusión, debilidad, la necesidad de pactos. Evocaron el fantasma de `Isabelita´”.

“Desconozco quién los asesora, pero deberían cambiar sus analistas pues en los últimos ocho años no aciertan una. El apuro los estrelló contra lo que se ningunea y se llama eufemísticamente “gente” u “opinión publica”. El “aluvión” popular, el pueblo, como se llama, demostró que está vivo”.

“Confieso que hoy, a diferencia de hace tres días, me proclamo absolutamente Kirchneristas. Estoy convencido, intelectual y emocionalmente, que el gobierno kirchnerista es lo mejor que tuvo la Patria luego de Juan Domingo Perón. Creo que la compañera Cristina superará la etapa inaugurada por su compañero. Temo y me preparo para lo peor que harán los gorilas, cipayos, traidores y estúpidos para impedir el avance del gobierno nacional y popular”

“Creo que venceremos”

“Queda muchísimo por hacer”

“La diferencia con respecto a diez años atrás es que un gobierno popular y nacional comenzó a construir otra realidad”

“Y millones de jóvenes, llorando y cantando, y pobres y humildes trabajadores, peronistas e independientes demostramos que la lucha por la `nueva y gloriosa nación´, mi Patria, se llevará a cabo y no hay vuelta atrás”

Este fue el texto.

Por estos antecedentes, el papel entero que meteré en la urna este domingo 23 de octubre de 2011 llevará el nombre de Cristina.

2 COMENTARIOS

  1. En vísperas de las elecciones presidenciales en la Argentina
    Darío, me parece bien que te declares un “periodista militante” y adhieras incondicionalmente al Gobierno “Nacional y Popular”. Pero, para saber, ¿cuál Cristina es la que votarás el 23 de Octubre?: ¿la de los discursos anti-imperialistas en los foros internacionales, o la que da vía libre a los negocios de la canadiense Barrick Gold, poniendo, además, en riesgo nuestros glaciares?; ¿la de la Asignación Universal por Hijo, o la de los subsidios a las corporaciones de transporte y a los usuarios mas ricos?; ¿la que impulsa la Ley de Medios para democratizar la opinión pública, o la que, a la vez, estimula la formación de grupos de medios amigos (Spolsky, Electroingeniería, Rudy Ulloa) con las pautas publicitarias que pagamos todos los contribuyentes?; ¿la que condena en sus discursos las privatizaciones de los noventas o la que mantiene a rajatabla, en manos privadas amigas, YPF y los Ferrocarriles?; ¿la que denuncia el racismo de Macri, o la que calla cuando el que discrimina y reprime es Gildo Insfrán?

    Parece que el 50% de los votos o más que sacará Cristina el próximo domingo clausurará cualquier debate, pero esto no es una novedad. En el año 1995 Carlos Menem tuvo un respaldo parecido en las urnas, y los menemistas (en aquel momento la mayoría de los peronistas seguían al riojano) nos decían lo mismo a los que lo criticábamos; había que cerrar el pico y listo.

    • Unidad popular
      Me gusta tu comentario. Seguramente el gobierno actual, reelecto, tiene esos puntos oscuros y otros. Sabés que me alegra?, que la oposición, segunda fuerza, es socialista, y junto al radicalismo, se conforma 82 % de pueblo. Esto no paso nunca en el país. Me parece fantástico que la opsición a lo que considero un gobierno popular, con sus claroscuros, sea controlado por gente que quiera más. abrazo!

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