Se sabe que hubo persecuciones y amenazas. Que Ramón hace una semana vino a dejarle los papeles de la casa a su hija, por si le pasaba algo.
Hace un buen rato que el río venía sonando. Pero no como cuando viene pletórico de dones por las tormentas del verano. Venía chirriando, haciendo ruidos de ultratumba.
Ya lo habían hecho con Raquel Escudero, desde una usina mezquina, elitista y perversa que fue detectada en los alrededores de Sarmiento y Belgrano. Los delató la precisión con que mencionaron los títulos de los libros, el género, las fechas de edición y la mención editorial. Obvio, se trataba de los libros que la poetisa donara a la biblioteca provincial, haciendo omisión de sus propios afanes y necesidades, haciendo omisión del desprecio clásico con que la Administración trata a los escritores, haciendo omisión de que los dineros de todos se malversan y se desvían, haciendo omisión de la prostitución y la vileza.
Después hicieron lo mismo con el Gringo Aguirre. Con lo que no contaban es con el hecho natural de que el poeta se daba por muerto sin ningún problema, y hasta supo hacer una sarta de coplas festejando la mala intención o la amenaza velada de los encapuchados.
Andaban cazando a los poetas. Por ahora andaban cazando a los poetas. Hubo otras señales, más sutiles y más densas, a las que les supimos prestar la atención que se debían.
Hasta que llegó lo que tenía que llegar: la noticia y la tristeza por la dudosa muerte del poeta Jesús Ramón Vera. Lejos, allá en Rosario de la Frontera, donde se acuñó la cultura del tráfico desde que una dinastía de gobernadores instalara en la región un imperio narco político al servicio del fascismo criollo.
Lo venían acosando desde hacía rato. Como se suele acosar a los artistas en esta provincia que es cuna de poetas.
Antes lo habían dejado sin su trabajo de docente en la ciudad de Salta. Y en ese trámite figura la firma de un psicólogo cordobés que preside los controles del Simela. Y que para más datos es consorte de una escritora salteña. Pero al fin y al cabo el arte y la literatura son universales. Lo que no es universal es que un pretendido colega te deje sin tu trabajo de profesor de literatura y te entierre, bajo un criminoso diagnóstico de alcoholismo.
Se fue de Salta hacia ese Rosario de la frontera incivil donde se suicidan por docenas los chicos de la secundaria. Por el Paco, no por la influencia de sectas diabólicas como dicen los comités de crisis del aparato político de Salta. No lo van a asumir, porque se sabe que donde hay cenizas, de pasta o de lo que sea, es porque hay cocinas cerca. Con bendición papal, seguramente.
Allí lo amparó el calor y la amistad incondicional de otro poeta, y gran narrador, el chango Maita. Juntos armaron la escuela de Bellas Artes en la que empezaron a laborar con ahínco.
Hasta que el nido de arañas que Administra ese pueblo de paso, de varios pasos, con el hilo que les debe haber habilitado la central ofídica del casco céntrico salteño y las lomas de Medeiros, comenzó a acosarlos con la sistematicidad que proviene del Sistema.
Da vergüenza ajena tener que decir que no hace más de un mes y medio les cerraron la escuela de artes con el burdo pretexto de que por las noches allí entraban los gatos.
No conozco el nombre ni los apellidos de la discapacitada total a cargo de la intendencia. No hace falta, sabemos para quién trabaja, gracias al voto que pagan los planes con dineros que ponemos todos. Bruja de Ancoche, enemiga pública número uno para el arte de toda la región. En algo no se equivocaba cuando firmó la clausura de la escuela de artes: en todo este asunto siempre hubo gato encerrado. Podría haberse tomado la gentileza de aclarar, Gato Negro, Gato Negro.
Se sabe que hubo persecuciones y amenazas. Que Ramón hace una semana vino a dejarle los papeles de la casa a su hija, por si le pasaba algo.
Ya le habían cortado la luz y el agua, entre el cierre de la escuela y el día o noche de su muerte. Solamente sobrevivía de las pocas horas que le quedaban como profesor de letras en Cerrillos. Gato Negro, Gato Negro.
¿Para alguien puede quedar alguna duda de que no hay ninguna diferencia entre la dictadura y la democracia del partido nazi? No son nada más que dos caras de la misma moneda.
La mala noticia es que estas cosas nos demuestran que el Proceso no ha pasado. La buena es que ya nos hemos dado cuenta.
A partir de ahora, de hoy, quisiera escuchar algo así como todo un horizonte de perros, como cuando bajan los malos espíritus al valle, de qué manera todas las asociaciones del arte y la cultura, todas las escuelas, todas las voces, declaran Anatema a esta escoria organizada que solamente sabe hacer el paso de ganso y provocar desastres de los que nunca se hacen cargo.
No tienen porqué envilecernos el paisaje.
El poeta Ramón Vera ya no está aquí, pero los está siguiendo.
Gato Negro (O de cómo se mata a un artista)
Señor Ahuerma, considero que tiene un uso exquisito de la prosa, pero en el momento de citar y hacer de juez de terceros, pierde el sentido de la escritura y ni de que hablar del sentido común.
Si es que el dolor por la pérdida de un amigo es lo que lo trastorna de esta manera para injuriar sin reparos, le digo que así solo deja al poeta Vera tan solo como cuando vivía.
Su texto, mezcla de una prosa por momentos mezclada con un lenguaje campechano, me recuerda a Becquer cuando escribe «que sólos se quedan los muertos».
Camila Rosas
Gato Negro (O de cómo se mata a un artista)
Sra. Camila: no se porque pero su discurso me suena pedagógico, como de profesora de letras, como de tallerista literaria o algo así.
Tuve la ocasion de leer todas estas publicaciones en el caso de los psicologos/escritores en discusión. En mi opinión resulta descalificador que trate de «campechano» a uno de ellos, Ahuerma, cuando solo está refiriendose con dolor a la muerte de un amigo. No necesita ser «académico» para escribir. ¿O si?
Lei con detenimiento este artículo y no veo agravio alguno al decir que le hicieron un informe negativo a Ramon Vera y que el causante fue Antonio GUtierrez, lo cual es verdad.
Creo que más fuerte son los artículos de Slodsky que aportan muchisimos detalles desconocidos y que por fin aclaran un poco esta historia triste.
Lo mínimo que debería hacer Gutierrez es llamarse a silencio y esperar que pase la tormenta.
Gato Negro (O de cómo se mata a un artista)
Tan sólo decir que no sé qué pasa, pero basta que yo abra un artículo para que diga que estoy entre los que me gusta. El artículo es muy polémico, y no tengo en claro si «me gusta» o «no me gusta». Lo que sí, no abriré nunca más un artículo de salta 21, porque no quiero que me hagan decir lo que no digo. David Slodky