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sábado, abril 20, 2024

Gracias, Susana Rinaldi

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Borges decía que una sola imagen mágica alcanza para volver mágico todo el relato. Algo así sucedió la noche del 21 de noviembre, en la Sala Olga Berg de nuestra casa. También decía que “azar” y “destino”, son sinónimos. Debe haber algo azaroso y algo de destino para que una persona conjugue, en sí, la condición de “artista”. Para mi madre, ella, siempre fue la “colorada del cuello largo”. Aquella noche, una señora entre el público, y María Maristany, legitimaron el recuerdo. Era el Teatro de los Independientes, el Iratí (más tarde llamado ABC) la obra: “El Mal de la Juventud ”, el personaje “era” la colorada. La obra era de Ferdinand Brückner y, entre otros, en el elenco estaban –junto a ella– la ya nombrada Maristany, Susana Mayo y Aldo Kaiser dirigidos por Homero Cárpena. Yo creía que iba a narrar una sencilla anécdota familiar, pero varios de los presentes me hicieron notar que esa pequeña historia había desatado el “hecho artístico”.

Esa cosa oximorónicamente suave y formidable al unísono de la que sólo se puede hablar desde la presencia, es –quizá– lo que transforme a una simple charla en un hecho artístico. De todas maneras esto no es casual, siempre detrás de un hecho artístico, hay un artista. En este caso, “una” artista.

Susana Rinaldi transforma con su presencia en “hecho artístico” todo aquello que emprende. Ha sido referente de una de las épocas más gloriosas del teatro argentino, y se ha transformado en referente –insoslayable– de la vanguardia tanguera. Vanguardia que, por otra parte, rescató a nuestros mayores poetas y a nuestros más exquisitos músicos. “ La Rinaldi ” no le esquivó el bulto a la responsabilidad política y ha defendido, a capa y espada, los derechos laborales y de propiedad intelectual de actores y músicos y ha sido cabal embajadora de nuestra cultura.

Alguien se preguntaba –en el caso de Susana Rinaldi– dónde terminaba la actriz y comenzaba la cantante, la respuesta es casi filosófica, el “todo” es –por lo menos– diferente a la suma de las partes. Susana Rinaldi es un “todo” que nos transmite, que nos traduce en belleza. Es una de esas personas que hacen imposible explicar la palabra “artista” sin nombrarla.

Aquella noche, todos los presentes pasamos un momento maravilloso y fue, exactamente, ése. Como también hubiese dicho Borges, quizá algo “se cifra en el nombre”. Es por eso que ahora me pregunto: ¿Cuál será, de todos, el que le abrió las puertas del más suave de los arcanos?, ése rincón secreto donde algunos pocos cuchichean con las musas… no lo sé.

– Por eso: Gracias, Susana. Gracias, Tana. Gracias, Señora Rinaldi.

– Fernando Musante

SECRETARÍA DE CULTURA

– P.D.: Sólo pude escribir esta nota en primera persona del singular, es por esa razón que -por primera y única vez- firmo.

Fernando Musante

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