En la gala de expulsión de GH, Solange expresa: «Entré para mutar». Entonces uno piensa para qué se hicieron tanto problema Platón, Marx, Freud, Cortázar. Si bastaba con poner a 18 personas a convivir. El programa muestra la fuerte mentalidad ligera de una parte de la sociedad actual con una fórmula de raiting seguro: ser adolescente, poco pensante, buen estratega y mostrar las miserias humanas para condoler.
Jorge Rial, el conductor de Gran Hermano 5° edición-y lo hace muy bien ya que tiene el perfil maquiavélico que se necesita para este tipo de programas- presentó anoche la gala de expulsión, en la que salió Solange. Le ganó la partida de nominaciones Celeste Nicpon y se sentará en el banquillo junto a la otra expulsada, Jordana. Ahora los participantes son 16.
Cómo obtener trabajo, encontrar una pareja y conectarse con el otro es una forma de autoayuda que ofrece el programa pero en forma mediática, en donde el que apuesta a ello se lleva los huevos de oro.
La participación de Damián Terrile me parece digna de reflotar ya que es mejor apuesta estar en Telefé haciendo estupideces que ganándose la vida como cartonero, trabajo pesado, difícil y poco gratificante.
Gran Hermano es un SPA en donde el Free Play es la norma para ganar cámara y sobrellevar la estadía.
Terrile puede cambiar su vida. Pero es preocupante el destino de las mujeres. Después de entrar a la Casa, su trabajo es sacarse la ropa. Este es el modelo que importa el programa y que vende en las jovencitas, ellas creen que pensar no importa, se sabe que con un buen trasero y un par de lolas ganan el cielo de Argentina. Qué nivel.
Anoche, GH puso en pantalla a Renzo y tituló: «análisis profundo…» A continuación se escucha al participante decir: en la Casa hay tres grupos, esta noche se va la Colo… Ese fue el nivel de análisis de lo que GH entiende como «profundo». También se vio a Florencia, la salteña, (foto principal) besándose con Javier luego de no responder si tenían una relación formal, ante la pregunta del conductor. La salteña está a punto de ser arquitecta, está en idéntico tramo que el de su pareja en la casa, el platense al que le falta poco para ser médico.
Hace días, alguien me llama y me dice: «¡cómo no publicaste el romance entre la salteña y el chico de La Plata, hubo besos en Gran Hermano y todos los medios están hablando de eso!».
La sociedad -o mejor dicho una parte de ella- le da valor al protagonismo de una salteña -tal y como sucediiera ya antes con Mariela Montero Ríos– en un reallity que repercute a nivel nacional. Se trata de la vieja ilusión de llegar a la capital y triunfar. Claro, sabemos el precio.
Este tipo de triunfo frívolo del que se enganchan los jóvenes. Después queremos que el cartonero Damián Terrile se sienta cómodo en un ambiente como ése.
Jorge Rial se refirió al programa como un reflejo de la crisis de la sociedad, al mostrar las escenas de autoexclusión de Damián y del rechazo de algunos participantes del juego al humilde recolector de cartones.
El comentario de Rial fue acertado. Lo que no es acertado es que el programa se nutre de esto para su fórmula del exitismo fácil. Se basa en el morbo de las miserias humanas donde un empresario juega a ser generoso. Se trata de un sistema perverso de juego oportunista.
Me hace recordar a las épocas en que la gente iba al circo para ver a la «mujer barbuda».
Circo, SPA y terapia trucha de auyoayuda es la oferta televisiva en donde la fórmula es ser adolescente, estratega y exhibicionista para instalarse en el exitismo pasatista de la TV vacía.
