Gustavo Galdiano: tensión y energía en su aparatología teatral

El actor cordobés presentó en Salta dos obras de teatro los días 26 y 27 de junio en el Salón Auditórium. El primer día, un unipersonal sin libreto titulado “El cordobés improvisa”, y el segundo; “De Córdoba per cápita”, con definición de personajes y una consigna: el humor reflexivo. El artista prioriza en sus obras los cambios de estados de ánimo en los que según entiendo, son absolutamente necesarias la tensión y la energía. Con estilo particular, construye sus personajes uniendo el juego y la teatralidad para involucrar al espectador emocionalmente.

El público requiere actitud para ser parte de la propuesta, sobre todo en el espectáculo “El cordobés improvisa”. El actor, al mismo tiempo, ejercita su propia rutina interpretativa, emplea los recursos disponibles con los que pone en práctica ciertos valores estéticos. Improvisar quiere decir actuar en el momento y se puede entender que cualquiera “puede” hacerlo. Sin embargo, es una técnica que necesita entrenamiento. Suena contradictorio, pero sólo un actor entrenado en tal habilidad puede utilizar la improvisación para obtener determinados resultados artísticos. Por lo cual, puedo afirmar que cualquier persona puede improvisar, pero no cualquier persona puede realizar un espectáculo artístico bajo la improvisación. Y eso significa que hay una diferencia entre improvisar e improvisado. La distancia que separa ambos conceptos es la preparación para desarrollar el procedimiento.

El actor conduce el espectáculo tomando ciertas categorías. Galdiano elige hacer partícipe al espectador, quien le arroja frases que funcionan como principios constructivos de sus historias y personajes. A continuación, incorpora palabras que le dicta la gente y con imaginación, une los conflictos provocados parra arribar a un desenlace.

¿El resultado? Un actor dúctil cuya capacidad interpretativa varía el tono y va configurando un universo de personajes grotescos o caricaturizados, en situaciones cómicas. ¿El público? se mueve en complicidad dual con el artista. Ya no hay actor y público sino personajes interactuando. El cordobés le hace un guiño, lo seduce y este, deja de estar del otro lado para subirse traslaticiamente al escenario. Galdiano percibe de manera atenta el entorno y se permite y nos permite, concebir al teatro como una forma artística que depende únicamente del tiempo y el espacio, el aquí y el ahora, es decir, del contexto de realización. Desafía las leyes actor, público y libreto=teatro. La ecuación nueva sería libreto escribiéndose en la escena.

Desde cierto punto de vista, puede compararse a los mecanismos del sueño donde se rompe la barrera de la censura y aflora el inconsciente. Entrará entonces en juego la espontaneidad del actor, quien manejará esos deseos ocultos de los participantes y su propia habilidad para dejarse llevar por lo que surge de improvisar, sin límites expresivos.

“De Córdoba per cápita” contiene algo de la técnica tratada en “El cordobés improvisa”, en tanto el artista dirige las respuestas del espectador. La recepción de la obra se vuelve fundamental para la plena realización de este espectáculo, ya que genera una comunicabilidad público-artista que condiciona su desarrollo. Los personajes que compone Galdiano interrogan a la audiencia y de ello depende la contrarespuesta. A componentes propios del estilo mencionado, se le agrega la sátira con la presentación de un político y de un psicólogo. Son los dos personajes logrados del humor cordobés de esta propuesta. El humor critica aspectos de la subjetividad de un “test”, pone en el tapete la figura de un político «gordo» que en realidad contradice su slogan y en lugar de trabajar para el pueblo, lo fulmina. La invisibilización de los “indios”, de los “negros” y de los “jubilados”, son, en la reversa de su discurso, la solución de país que propone. El actor denuncia el racismo, la injusticia, la politiquería y el falso estado de bienestar. Por supuesto, condena la corrupción y la propaganda “progre” de los impostores. Me recuerda a “¿Quiere Ud. ser diputado?”, un texto de Roberto Arlt siempre en vigencia. Creo que a la escena le faltó nombrar Ministro de Educación a un caballo…

Gustavo Galdiano es un fuera de serie. Jamás se baja del humor, se ríe de sí mismo en sus obras, apuesta a la reflexión y busca la connivencia del otro en su teatro, quizá con una idea mucho más grande: producir un sentimiento de fondo que persista en el tiempo. Algo posible si el público, construye a la par del actor, una mirada crítica sobre lo que somos y lo que hacemos. Muy bueno!

– Fotos tomadas por Salta 21