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miércoles, marzo 5, 2025

Hey There, la versión punk de La Suripanta

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Mañana a las 22 hs. en La Ventolera el elenco repone esta versión. Y esta noche a las 22 en el Auditórium, realizan la glam.

Corrí a La Ventolera el domingo 5 de agosto a ver la puesta de “Hey There”, obra de teatro breve escrita por Luis Caram, puesto que al no poder ir al Salón Auditórium donde la dieron el viernes y sábado, me venía bien el horario. En diálogo con Germán Tolaba, el director, me entero que se trata de una versión punk, que no es la versión Glam que se da en el Auditórium. Ante mi sorpresa y anoticiada de estas cuestiones, le pregunto qué significa entonces y le pido ver “la original”. La Suripanta hace dos presentaciones: una punk y otra glam. Punk, en palabras de Gérman T (recuerden que así lo bauticé desde Los métodos poéticos, de su autoría), es “más fuerte y más violenta”.

Silvio Elías Soria, acusado de la muerte de la dirigente Travesti Pelusa Liendro, estaría representado por Gabriel Sánchez en la puesta, y Sergio Alfredo Núñez, por Esteban Chilo. El despechado Soria habría sido “seducido” por la víctima cuando tenía 14 años, según datos testimoniales y habría cometido el crimen motivado por celos, al sentirse abandonado afectivamente por Pelusa. Y digo “estaría” representado puesto que en la dramaturgia realizada por Luis Caram no hay especificaciones sino caracterizaciones. Caram logra tipificar a los autores del crimen construyendo sus “marcas sociales”. Y digo “habría” porque sobre el crimen de Pelusa hay muchas incógnitas e interrogantes no resueltos. Hay una condena real a Soria y Núñez. La obra se maneja con supuestos también y llena ciertos espacios en blanco de lo que pudo haber ocurrido.

En la dramaturgia aparece un lugar específico: el juicio. Pero a partir de esa ubicación, se observan situaciones en donde se plantea las relaciones amorosas que hubieron podido tener los acusados y Pelusa. Es un “como si” en donde el relato cede a la imagen y esto es un acierto dramatúrgico. Gérman T rescata la atmósfera de cierta clandestinidad, y es allí donde la visión del director propone un “corrimiento” de la escena del crimen, cierto desvío que hace foco en otra cuestión: “ser o no ser puto”.

La travesti es interpretada por Esteban Trejo en un triple juego de personajes: es además el juez y el actor que hace de actor. Sus desdoblamientos lo posicionan en un espacio en el que captura el centro de la escena componiendo con solidez no ya un papel sino una simbolización. Su actuación condensa la figura de todos los hombres que querían vestirse de mujeres, adopta la universalidad de una problemática. En el mismo plano, Sánchez y Chilo son representaciones no de alguien en particular, sino de una especie de pervertidos, rateritos, adictos y marginales que seducidos por un mundo de pestañas postizas y cancanes calados, actúan con bajezas esperables. Sus jergas coinciden con sus ropajes sin finura y el maquillaje los arroja al plano de la oscuridad. La estética del grotesco convoca al rojo para resaltar un ambiente de intimismo erótico. Masturbación, franeleo y goce sexual se combinan en el trío. Y he aquí donde se apuesta a la confesión: “sos o no sos puto”. Los actores juegan una peligrosa interacción con el público, ya que en un momento lo involucran para que lo asuman. Durante la puesta expresan que no tiene nada de malo ser “puto” y que en el lugar los hay; así dice uno de ellos “La Chávez Díaz es puto porque le encanta la p…”

La obra de Caram está inspirada en el crimen de Pelusa Liendro. Pero la puesta de Gérman T reclama la liberación sexual, algo que no aparece en el texto. Al término, Gérman dice “soy un ícono gay”. Y explica a Salta 21 que muchos viven sin asumir su homosexualidad, en cambio expresa T, “yo me hago cargo”. Instala una polémica en la sociedad y también llama la atención a la comunidad teatral sobre sus no asumidas manifestaciones sexuales.

Permítanme cuestionar el género comedia. Creo que se trata de teatro experimental en el que el eje central de la representación es la aceptación de la identidad sexual. Aunque la estética del grotesco funciona perfectamente para describir la puesta, esta busca innovar y romper con lo cotidiano. Teatro experimental es lo que define mejor a este tipo.

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