La Interculturalidad es la mediación aplicada en la evolución de los pueblos; hoy se aplica la mediación en el Derecho con buen éxito para hacer que la balanza de la Justicia quede en equilibrio.
Cuando la interculturalidad es aplicada correctamente permite la conexión profunda entre los pueblos, actuando más allá de toda diferencia o conflicto. Mediar es comprender y amar simultáneamente. La interculturalidad estimula la solidaridad entre las culturas diferentes, quedando así, limadas las asperezas generadas por la exaltación de las diferencias, en función del bien común. Para ello, es imprescindible el desarrollo del sentido común, hasta que con prontitud, podamos un día alcanzar a comprender que nuestro planeta es el sitio común; donde habrá de plasmarse el nuevo paradigma. La confrontación es bipolar y perpetúa el conflicto; sólo disipa energía inútilmente. El entendimiento nos hace hallar el valor de la otredad, como la cualidad que posee el prójimo en nuestro propio despertar consciente.
La acumulación de poder, mediante el -divide y dominarás- ya es obsoleta y a su vez, es la base del pensamiento materialista, que ha favorecido el armamentismo, las guerras periódicas; división entre los pueblos, la competencia descarnada, la marginalidad, la contaminación del planeta. También es responsable del derroche energético más grande de todos los tiempos. Considerando que la globalización es una maniobra encubierta del materialismo, que pretende mostrar como unificado todo aquello que ha sido dominado por la acumulación de poder; por ende, es generador de mayor dependencia aún. Tal actitud, ha sido permitida por la ceguera científica atroz que hoy padecemos, basada en la ciencia unida al poder materialista, permitiendo que a diario se realicen daños a la naturaleza sin precedentes. Esto es debido, a que quienes vienen a expoliarla ven a la misma como un bien apropiativo y no, como un bien común. El cual ha sido creado para la subsistencia de las especies y el bienestar de las futuras generaciones.
Hoy la Unidad, la fraternidad entre los pueblos que otorga la interculturalidad -aunque incipiente todavía-, pide a gritos mas comprensión, tolerancia e integración. Juntos, mancomunados, podremos ser libres de nuestra propia ignorancia y de la ajena, para que los lazos de la interculturalidad sean aplicados al servicio de los demás. Los pueblos originarios ven al planeta como un ser vivo, al que en Sudamérica llaman Pachamama, también Mapu. Si así lo entendemos, podremos un día ver que los bienes que la naturaleza nos provee pertenecen a todos, por derecho humano a la existencia. Compartirlos, es parte de nuestra grandeza, pero nos hace falta cruzar del otro lado de la barrera del egoísmo.
El Puente Afectivo* entre las culturas, basado en el común denominador de las mismas, permitirá resolver las necesidades comunes, para que las mismas sean subsanadas mediante el entendimiento y no, a través de la confrontación. Cuando así lo podamos enteder, nos será permitido plasmar los más caros arquetipos de la nueva humanidad, entendiendo que lo simple contiene a todas las diversidades integradas. Finalmente, la abundancia será la consecuencia del entendimiento solidario.
Los hermanos sean unidos,
porque ésa es la ley primera;
tengan unión verdadera
En cualquier tiempo que sea,
porque si entre ellos pelean
los devoran los de ajuera.
Del cap. 32 de La Vuelta del Martín Fierro de José Hernández
*- Casa Puente Afectivo: Nombre puesto por los chicos a la institución que nuclea a niños y adolescentes abandonados por la sociedad en la Provincia de Mendoza.
– Néstor Hugo Almagro
