La joven violinista visitante se lució. El Mozarteum rindió homenaje a Raquel González de Peñalva, quien decidió quedarse en Salta para hacer más que muchos salteños por este especial lugar de Argentina.
Salta, jueves 4 de agosto de 2011. Teatro Provincial. Solista: Jinjoo Cho (violín). Orquesta Sinfónica de Salta. Director Mº Enrique Roel. Concierto para violín y orquesta op.35 de Piotr I. Tchaikovsky (1840-1893). Sinfonía nº 3 en do menor op. 44 de Sergèi Prokofiev (1891-1953). Concierto del Mozarteum Argentino Filial Salta en homenaje a Raquel González de Peñalva.
Hablar de Raquel Peñalva, fallecida hace pocos días merece estas e infinitas líneas más por haber sido el motor inclaudicable de muchas de las manifestaciones culturales sucedidas en nuestra provincia. La presencia entrañable de esta inolvidable figura no estará más con nosotros. Y como dijo alguien, “no importa donde se nace sino donde uno eligió quedarse”, ella que nació en Buenos Aires, decidió adoptar de la mano de su marido Ramiro quedarse en Salta para hacer más que muchos salteños por este especial lugar de Argentina. Tiempo ha de llegar en que pueda contar la mejor parte de su vida entre nosotros.
El concierto para violín y orquesta de Pedro Tchaikovsky es no sólo una magnífica obra sino también una página de concurso. Hay en ella detalles infrecuentes que muestran una mente espléndida desde lo musical. El sutil apoyo del corno al canto violinístico, la agilidad de un fraseo que aparenta ser fácil pero que exige no solo dominio absoluto del instrumento, sino una articulación que de no ser clarísima se convertiría en una sucesión de notas con escaso valor artístico. Por supuesto que se necesita virtuosismo, pero no vacuo sino pleno de belleza sonora. La joven violinista visitante se lució, superando un inicio algo amanerado para entrar pronto en el romántico tejido del compositor ruso. Sus dúos con Nelso Montero (clarinete) y Marina Tiburcio (flauta) fueron de altísimo nivel. Por momentos su velocidad es diabólica y sume al oyente en un caleidoscopio vertiginoso sin perder el espíritu del creador de estos maravillosos pentagramas. Aplausos y la coreana Jinjoo Cho brindó un bís denominado “Arirang”, una especie de dulce aire de su tierra.
El estreno en Salta de la sinfonía de Prokofief es ya otra cosa. Para muchos es el mejor trabajo sinfónico del autor que rompe el “establishment” musical. Violento, irónico, sarcástico, es el lenguaje que usó para su ópera “El Ángel de Fuego” que nunca pudo ver puesta en escena y que transformó en sinfonía. El inicio está cargado de pasiones disonantes que se contraponen con la melancolía de las maderas. Alcancé a descubrir la lucha de elementos sonoros mostrados con vigor, con majestad. Tiene infinitas sutilezas donde reina el humor. Roel hizo una buena traducción y superó con rapidez un breve desajuste antes del final que desata sentimientos aterradores en la sensibilidad del oyente. Para la alabanza, el sector de percusión liderado por Martín Misa con golpes de timbales, bombo, platillos, etc. mas el de los metales pesados, redondeando un trabajo inspirado pero también rigurosamente pensado.