El crítico musical analiza aspectos de la Orquesta Sinfónica de Salta en particular y de la música clásica en general. Analiza también, el nivel artístico de las Orquestas del mundo. Habla sobre los criterios de la crítica y la contribución a la música. Dice que su tiempo de ser funcionario ya pasó. ¿Por qué la música es un alimento del espíritu? La entrevista de José Mario Carrer con Salta 21.
José Mario es columnista de Salta 21 y de Mundo clásico. Sus conocimientos sobre la música nos han enriquecido durante el año y medio que llevamos de vida en la red. Cuando alguien entra en su local, oye música clásica. En su opinión, también ayuda a que la gente trabaje mejor.
Nació el 4 de diciembre de 1937 en Tucumán pero su vida está en Salta donde se desempeñó como Secretario de Cultura de la Provincia (1991-1995), fue durante mucho tiempo crítico musical en El Tribuno, fue Presidente de la Cámara de Ópticas de Salta (1975-1976), también fue Presidente del Mozarteum Argentino Filial Salta (1987), entre otras cosas.
Se siente orgulloso de sus hijos y de sus nietos, está agradecido por el amor de Guilú, su esposa, y a todos ellos dedica su libro «La música que yo viví» , editada en el 2003.
En nuestra conversación, cuenta anécdotas sobre sus nietos y se apasiona al hablar de la música. Puedo decir que nuestro crítico musical es un verdadero estudioso de los aspectos referidos a sus áreas.
Tu libro “La música que yo viví” abre con el concierto del 4 de agosto de 1986 de la “Camerata Alter” en el Teatro Alberdi y cierra con el Concierto Inaugural de la Orquesta Sinfónica el lunes 30 de abril de 2001 en el Huerto. ¿Qué fenómenos musicales transcurrieron en esos 15 años?
– Lo más importante fue la creación de la Orquesta Sinfónica de Salta primero con la elección a través de un concurso, del director musical de la misma, durante el año 2000, que tuvo la oportunidad de formar parte del jurado que eligió en los primeros meses de 2001 a los músicos iniciales que formaron parte de ella y de los cuales, muchos aún están en sus atriles originales. Crear una orquesta sinfónica con aspiraciones a ocupar un lugar importante en el mundo de la música culta en nuestro país y por supuesto en nuestra provincia, es un hecho que merece elogios desde cualquier punto de vista. Es oportuno tener presente que la nuestra fue la primer orquesta de este tipo que se creó en el mundo durante el siglo XXI. Recuerdo como si fuera ayer una breve conversación entre el gobernador de ese momento, el Dr. Juan Carlos Romero y yo, en una fiesta en la que coincidimos en el Club 20 de Febrero:
Mario ¿qué hace falta para tener una orquesta sinfónica con capacidad de acceder al repertorio universal de la música clásica?
– Sencillo, sólo dos cosas: Primero, la decisión política de hacerla y Segundo, el presupuesto necesario para mantenerla. Todo lo demás viene por añadidura.
¿Nos vas a ayudar?
– Juan Carlos -le dije- una idea de esta magnitud no puede dejar de ser considerada como un aspecto fundamental de cualquier gobierno, no importa el signo político que tenga, pues el desarrollo cultural no tiene ideologías y en este aspecto, pertenezco al sector de la población que ansía un organismo como el que propones. Estoy al servicio de la idea.
Yo creo que este hecho fue excluyente en materia cultural y contribuyó a que todas las artes, cuando observaron que la más completa como es la música, llega a un punto de elevada jerarquía, tienden a mejorar, a buscar esa elevación para sus propias manifestaciones.
¿Cuál es tu concepto sobre la Zarzuela y a tu criterio, cómo se ve el género actualmente?
– No es fácil responder esta pregunta sin extenderme. La ópera es una expresión musical única. Tiene esa característica porque reúne alrededor de una historia dramática, cómica, épica, o de cualquier otra índole, música orquestal, un texto cantado por solistas, dúos, cuartetos, sextetos, coros, a veces ballet, teatro, mascaradas, recitativos, arias, oberturas, en suma un arte universal que se inicia en Italia y luego se expande a otras naciones. No hay ninguna expresión artística que reúna tantas características como la ópera. En esa expansión, la ópera tomó particularidades de cada lugar. En España, además de lo que conocemos como ópera, hubo y hay una expresión casi similar denominada «zarzuela» que se distingue de la ópera porque contiene pasajes dialogados. Su nombre deviene del Palacio de la Zarzuela, la residencia real campestre cercana a Madrid donde se llevaban a cabo estas obras. Para muchos, la zarzuela es un género menor en relación a la ópera. Para mí tienen jerarquías casi similares. Hacer bien una zarzuela exige casi tanto arte como hacer bien una ópera. Los pasajes cantados son de un melodismo maravilloso al igual de lo que sucede en la ópera italiana o alemana aunque sus acompañamientos orquestales a veces no tienen el brillo de éstas. En nuestro país, hay temporadas importantes de zarzuelas en Buenos Aires y en provincias del interior argentino y es natural que ello ocurra por la influencia de la inmigración española que tuvimos. No sucede lo mismo fuera de latinoamérica, o en paises donde la ópera italiana o alemana, tiene más adeptos.
¿Qué impacto causó en Salta la creación de la Orquesta Sinfónica en relación al resto de las artes?
– Bueno, ya lo dije antes. El resto de las artes asumió lo que significa para el ser humano, la música clásica, elaborada, culta o como quiera llamársela en sus características de ciencia para ser comprendida intelectualmente y sensible para ser receptada por los movimientos del alma o sea las emociones. La literatura, la plástica, la arquitectura, en fin… las bellas artes, las acciones que conducen al ser humano a encontrarse con la belleza, han modificado los criterios a través de los cuales ya no cualquier cosa puede ser llamado «arte». El avance de la tecnología que nos invade cada vez más, al menos para mí, ya no es tan avasallante como ocurría hasta la creación de la orquesta sinfónica con todo lo que esta ha despertado en el habitante salteño.
Piénsese sólo en lo que significa la formación de una orquesta juvenil para adolescentes que antes no sentían la necesidad de enriquecer su espíritu a tan corta edad. Y ello es una de las innumerables consecuencias de la existencia de una orquesta sinfónica.
¿Se valora en Salta al crítico como un sabio al que se le deben pedir consejos o una mirada sobre la música?
– El crítico y el músico buscan lo mismo: la mejor música posible. El crítico no es ningun sabio, es simplemente una persona que tiene una formación musical adecuada para la tarea de abrir juicio de valor sobre una obra, una interpretación, la organización de un concierto, los términos administrativos que permiten que esa música llegue al oyente. La labor del crítico es complementaria de la más importante que es la de hacer música. En mi caso aprendí que señalar una pifia, un error, una nota mal dicha, no aporta nada ni al intérprete, ni al público asistente y mucho menos al que no fue. Ahora, cuando el todo está plagado de esos errores no hay más remedio que mencionarlo. Sobre este tema puedo hablar horas. Pero tal vez lo que siga sirva para entender un poco más esta tarea.
Hace años vino desde Tucumán un conjunto de cámara. Entre otras páginas menores, interpretaron «La Trucha» el famoso quinteto de Franz Schubert. Fue una interpretación que evidenció falta de ensayo, de preparación, de conocimiento de la obra. «Total, quien en Salta se dará cuenta». Pues sí, hubimos algunos que advertimos esta mediocridad que surgía del escenario. Mi crítica publicada en el diario local fue lapidaria. Pasaron años. De pronto un día, en la vecina provincia, me tocó estar frente al primer violín de ese conjunto de cámara. Me dijo: «Qué duro nos diste en aquella oportunidad». Le contesté «¿Tenía razón?» y con plausible sinceridad me dijo: «Sí, habíamos trabajado poco ese repertorio».
Al menos para mí, es un sufrimiento la música mal hecha. Amo demasiado este fenómeno sonoro como para soportar ser maltratado. Eso me obliga también a ser absolutamente honesto cuando me toca juzgar todo lo que el crítico estima debe ser conocido por el o los intérpretes primero, por el público después. He tenido disgustos por ello. Muy pocos gracias a Dios. Pero al mismo tiempo he tenido infinitas oportunidades de satisfacción cuando he recibido la aprobación del o los receptores sobre lo que digo o escribo. En este punto es bueno señalar que en la vida de todos los días, puedo ser o no amigo de los músicos. Pero en materia musical, ese valor que es la amistad, desaparece para convertirse en una madura relación profesional. Sin embargo, también es bueno señalar que siento pena, dolor interno, cuando debo decir algo no bueno acerca de un concierto, de una interpretación, de una situación que tenga que ver con la labor musical. Pero no me tiembla la mano cuando debo hacerlo. Es mi obligación como crítico musical como es mi obligación estar perfectamente documentado sobre algo, bueno o malo, que deba poner en conocimiento del público. Es mi contribución al hecho musical.
¿Son los Directores de Orquestas, en el mundo, sometidos a concursos como ocurre en Salta?
– No. El tema depende de cómo se organiza este aspecto en el organismo orquestal y de quien depende esta organización. Algunos ejemplos. En 1998 Claudio Abbado le dijo a la Comision Directiva de la Filarmónica de Berlín que a fines de 2001 dejaba la conducción de la que para mí es la mejor orquesta del mundo. Había sido elegido por votación secreta de los miembros de la orquesta cuando Herbert Von Karajan, que había sido nombrado de por vida, dejó el podio de ese organismo. Durante 1999 los músicos se tomaron meses para elegir una terna y también por votación entre sus miembros se eligió a Sir Simon Rattle para conducirla. O sea que desde 2002 hasta la fecha y sin vencimiento, la mejor orquesta del planeta pudo reunirse con el hoy, mejor director de orquesta del mundo.
Bernard Haitink dirigió veintitres años el Concertgebouw de Amsterdam. Kurt Masur dirigió desde 1991 hasta el 2002 la Filarmónica de Nueva York. Renunció porque llegó un momento en que no se podían ver con la Directora Ejecutiva Deborah Borda. Fui a su despedida en un inolvidable concierto en la Catedral de San Juan El Divino en Manhattan, Nueva York. Fue aplaudido cerca de treinta minutos por más de 4000 personas de pie que agradecían al maestro lo que este hizo por la orquesta neoyorkina, por la ciudad, por sus habitantes.
También fui a la despedida en Munich de Lorin Maazel que había dirigido la Sinfónica de Radio Baviera durante 9 años y la dejaba justamente para conducir la orquesta de Nueva York. Conozco el primer y segundo nivel de orquestas sinfónicas en el mundo, habiéndolas escuchado en sus lugares originales. La vida me ha brindado esa posibilidad. Muchas veces invitado en mi calidad de crítico como en La Fenice de Venecia, La Scala de Milán o la Avery Fischer Hall de Nueva York para mencionar algunas de esas invitaciones. He conversado con sus músicos, con sus directores, con sus dirigentes administrativos.
La norma legal en Salta obliga a concursos cada tres años. El justificativo del legislador fue la búsqueda de la excelencia. Me parece un error. Para buscar la excelencia hay otros mecanismos. En otra oportunidad podremos hablar de ésto pues el tema amerita su tratamiento en exclusiva. Esta norma no ayuda tampoco a encontrar una personalidad definida desde el punto de vista del conjunto orquestal.
La Orquesta Sinfónica de Salta, ¿podría hoy recorrer Europa y ser reconocida por la crítica y el público?
– En Argentina hay fábricas de autos. ¿Podríamos fabricar un BMW? No. Te pido disculpas pero seguramente vos no conocés la cuerda de la Orquesta de Filadelfia, la madera de la Orquesta de Leipzig, los metales de la Filarmónica de Viena. Sólo tres ejemplos de lo que significa la perfección. Escuchar el primer nivel mundial en orquestas sinfónicas es como poner un CD en el escenario. El sonido es inmaculado. El discurso es irreprochable. Son músicos que en temporada pueden tocar maravillosamente cuatro o cinco veces por semana. Nuestra orquesta puede ir. Claro que puede, pero las comparaciones serían inevitables.
¿Nunca te preguntaste por qué a nuestro país, salvo excepciones como la de Charles Dutoit y algún otro director de elevado nivel y renombre, no vienen? Pues, entre otros aspectos, por lo que acabo de decir. Venir a Argentina supone venir al Teatro Colón nada más. Tal vez sea una injusticia o tal vez estamos muy lejos, pero no vienen -salvo excepciones- a conducir orquestas argentinas. Vienen con sus propias orquestas. A pesar de todo, dentro de nuestro país, la orquesta salteña está entre las mejores. Y no lo digo por algún localismo absurdo sino que el concepto también está dicho por otros críticos nacionales.
Algunos han dicho que el folclore de hoy es berreta. ¿Es cierto?
– Bueno, «berreta» es una palabra fuerte, no? A mi vez yo haría otra pregunta. ¿En función de qué semejante apelativo? Tal vez los que tenemos ya algunos años podamos decir, si comparamos nuestro folclore de hoy con el de por ejemplo, el de los años sesenta, claro, estamos en desventaja. Por aquellos tiempos la conjunción de compositores, intérpretes, poetas, temáticas, todo ésto junto, todos al mismo tiempo, llevaron a nuestro folclore a la cúspide nacional. Hoy no ocurre esto. De todas formas no me parece que sea «berreta». Aún es posible encontrar creaciones de gran valor como las de Dino Saluzzi. Pero haber perdido al «Cuchi», a Castilla, a Jaime no cabe duda que nos trae rápidamente la palabra «irremplazables». No nos pasa a nosotros únicamente. Por ejemplo ¿hay hoy un Jobim, un Gilberto, un Vinicius en Brasil? De este tema podríamos hablar horas también, pero entonces esta entrevista sería eterna.
Recuerdo que una vez me dijiste: “el artista tiene que estar más allá de la crítica”. ¿Significa hacer oído sordo o aceptar los errores?
Pido disculpas. Lo que yo dije fue: «La eventual capacidad destructiva de la crítica aparece insignificante comparada con el daño que causan aquellos que le prestan oídos sordos». No digo con ello que la labor artística del músico deba sostenerse en lo que la crítica dice de él. Pero aquí hay algo que depende de la inteligencia del artista. Tratar de entender y descubrir por qué el crítico, cuando este es honesto y tiene el fundamento necesario, ha hablado bien o mal de su labor. Seguramente si lo hace, encontrará los motivos, las formas, el oficio, la habilidad, para que su arte sea mejor. Al menos esa es mi intención permanente.
¿Cómo te fue en Maracaibo?
– A Maracaibo, Venezuela, fui como el único crítico invitado por el IX Festival y Academia del Nuevo Mundo. Tengo sólo palabras de agradecimiento a sus autoridades, músicos y colaboradores en la persona de su fundador y presidente el notable violinista Simón Gollo que nos había visitado antes para tocar junto a la orquesta local. Pasajes de avión de Salta a Maracaibo y regreso, hotel cinco estrellas, comidas, transportes, etc. todo por cuenta de ellos. Quien tenga interés puede leer en www.mundoclasico.com o en www.salta21.com las experiencias vividas en ese festival que me dejó el deseo de que haya no menos de cincuenta festivales de esta naturaleza y calidad en latinoamérica. Hasta me invitaron a dar una conferencia de casi dos horas en el hermoso auditorio del Banco Central de Venezuela destinada a músicos y al público de los conciertos del festival. Conferencia que denomioné «Reflexiones» y en la que cuento algunos aspectos relacionados con la música, su composición, su interpretación, su significado para el ser humano. Fue un visita inolvidable por un sinnúmero de circunstancias pero por sobre todo por el trato de jerarquía que recibí en esa ciudad. Además trajo a mi memoria haber estado, entre otros, en festivales como el Maggio Fiorentino, Italia o el de Salzburgo, Austria.
¿Creés que los jóvenes escuchan música?
– La música es un elemento fundamental en la vida de los jóvenes. La hayan estudiado o no. Y en los conciertos de música culta cada vez es mayor la asistencia de estos jóvenes. Veo alumnos de la Escuela de Música que dirige el Magister Carlos Uriburu pero sobre todo veo jóvenes vinculados con la importante Escuela de Música de la Universidad Católica de Salta que dirige el maestro Jorge Lhez.
¿Cuál sería, a tu criterio, una buen Diario de Cultura?
– Siempre pensé que sin cultura las posibilidades de progreso personal son menores. Ser una persona culta ayuda enormemente a que la actividad profesional del ser humano alcance un mayor nivel. Ir a un concierto, a un museo, leer un buen libro, contribuye al crecimiento personal del hombre. Es como saber comer, saber hablar con un léxico más amplio y adecuado que el que hoy se usa, saber vestirse, aprender a respetar, a ser metódico, ordenado, etc. todo lo que se hace de grande, es posible hacer desde la niñez. Un buen Diario Cultural debería tener estos objetivos. Que habrá algunos que digan «ésto es un aburrimiento», pues claro que habrá. De lo que se trata es que cada vez sean menos los que piensen así. En ésto los padres, el hogar, tienen mucho que ver, pero el Estado también a través de sus establecimientos educativos y de las acciones que ejecute para acercar al niño y al joven a toda manifestación cultural.
¿Te has perdido algún concierto de la OSS?
– Me perdí conciertos de la orquesta solamente si estuve enfermo o estuve fuera de la ciudad. Para mí, como persona es un placer escuchar esos conciertos y como crítico, miembro de la Asociación de Críticos Musicales de Argentina, una obligación. Aquí es bueno aclarar que siempre voy con la esperanza de escuchar la mejor música posible, aún sabiendo lo lejos que estamos de otros lugares del mundo. Por cierto, mi grado de exigencia jamás puede ser el mismo cuando escucho la Sinfónica de Londres que cuando escucho nuestra orquesta. Esto no es peyorativo bajo ningún concepto, es simplemente ser realista. ¿Cómo no serlo si conozco cuánto cuesta mantener nuestra orquesta y sé que en cualquiera de las orquestas que he nombrado en esta entrevista su mantenimiento cuesta doscientas veces más? Pero el tema no pasa solamente por lo económico sino también por una serie de aspectos tales como el talento, el trabajo, el nivel artístico, la personalidad, etc.
¿Qué consejos musicales darías para lograr que la OSS obtenga un mejor rendimiento y supere su nivel?
– Ninguno. Un crítico analiza resultados. Tengo ese derecho como ciudadano, como crítico y como contribuyente. El diseño de una política cultural es tarea de las autoridades. Cuando yo fui funcionario cultural planifique una política cultural determinada. La someti a consideración primero de la Ministra de Educación de quien dependía: la Sra. Ana María Guia de Villada y luego ambos la pusimos a consideración del Sr. Gobernador don Roberto Augusto Ulloa. En ambos casos obtuve la aprobación de la misma. Confieso que llegué al cargo que me fue ofrecido con mil sueños. Si pude concretar el 20% diría que es mucho. Esa es mi apreciación pero mucho más valiosa que ella es la de mis conciudadanos y la de los artistas para quienes trabajé a puertas abiertas. Sólo agrego que luchar contra los niveles medios de la Administración Pública es tarea de titanes y que si hubiera contado con los presupuestos actuales, otros hubieran sido los resultados.
Si te llevaras un CD para un viaje de muchas horas: ¿qué compositores y qué repertorio habrían en él?
– Serían varios CD. Uno de ellos, Johann Sebastian Bach: La Pasión según San Mateo, versión Karl Richter. El concierto para dos violines y orquesta BWV 1043. Ludwig Van Beethoven: Sonata Claro de Luna; Concierto para piano y orquesta nº 5 «El Emperador»: Sinfonía nº 7 en La mayor. Antonin Dvoràk: Sinfonía nº 9 «Desde El Nuevo Mundo». Leonard Bernstein: Mass. Gustav Mahler: Sinfonia nº 5. Dmitri Shostàkovich: Sinfonía nº 10. Alberto Ginstera: Suite del Ballet «Estancia». Franz Liszt: El poema sinfónico «Los Preludios», Consolación nº 3 para piano solo. Algún concierto de Antonio Vivaldi, Motetes de Giovanni Pierluigi Sante da Palestrina o de Tomás Luis de Victoria. La ópera «Rigoletto» de Giuseppe Verdi. Igor Stravinsky: La Consagración de la Primavera. Bela Bartok: Concierto para orquesta. Paul Hindemith: Metamorfosis Sinfónica sobre temas de Carl María von Weber. Sergio Rachmaninnof: Concierto para piano y orquesta nº 2.
¿Por qué la música es un alimento para el espíritu?
– Escuchar música requiere un esfuerzo intelectual y brinda un elemento más en el proceso de desarrollo cultural de aquellas personas con aspiraciones al progreso individual. Por supuesto satisface necesidades espirituales y estéticas que desgraciadamente se dejan de lado cuando aparecen las crisis de subsistencia. Cuando hablo de desarrollo cultural no me refiero sólo a ecuchar un concierto, leer un libro o apreciar una pintura. Estas son manifestaciones artísticas que forman parte del ámbito cultural. Me refiero al desarrollo psíquico, intelectual de la persona y en él, la música es un factor de elevada importancia. No soy un experto en pedagogía musical, pero creo firmemente que el proceso educativo del ser humano, debe dar mayor vida a esta materia para que el hombre la incorpore como parte de su existencia. La música despierta naturalmente el sentido ético de las cosas, al menos esa es la opinión de investigadores médicos que han encontrado en esta manifestación artística un modo de mejorar la actividad de uno de los hemisferios del cerebro humano y por tanto debiera contribuir a la formación de un individuo mejor.
¿Aceptarías ser el Secretario de Cultura en una gestión futura?
– No. En su momento el área era una Dirección General y ocupé el cargo máximo de esa época. Fue una experiencia enriquecedora pero al mismo tiempo frustrante en lo relativo a la cantidad de hechos que se podrían haber producido y no se concretaron por razones que nada tenían que ver con la funcionalidad del cargo. En este aspecto pienso como aquellos funcionarios de países más desarrollados que el nuestro. Llegué a ese cargo. Traté de cumplir lo mejor posible. Ahora el tiempo es de otros, tal vez más jovenes, tal vez mejor preparados, tal vez no.
Mi tiempo de funcionario creo que ya pasó. Debo volver a mi casa. Seguramente habrá juicios de valor acerca de cómo fue. Algunos encontrarán hechos positivos y otros no, pero me parece que no hay que regresar al pasado. Agrego dos cosas: jamás negaré ayuda, asesoramiento a quien lo necesite y ojalá ese pasado le sirva a las generaciones futuras.
José Mario Carrer: «quiero escuchar la mejor música posible»
Dicen que los homenajes se hacen en vida, en este caso no te homenajearé amigo, sólo te felicitaré por tu valor superlativo de gran ser humano: amigo como pocos, honesto, generoso al enseñar, criterioso al opinar y sabio al criticar y… bueno… «gran conocedor del paño musical» como pocos (romanticismo, renacentismo, barroco, clásico, contemporáneo y demás épocas y estilos…).
El Nº 30 de críticos musicales. Tuve la suerte de que de las cinco audiciones que vos escuchaste de mi grupo «EscuChammé», de los de jazz, «abriles culturales» y otros…( bandoneón y batería )»no me pegaste» (já),¡ me salvé !, pero sé muy bien que si me tenías que «pegar», lo hacías, y yo…mutis.
Jamás olvidaré aquel día que durante tu gestión como Secretario de Cultura en tiempos de Ulloa, en 1991, creaste el ciclo : » Miércoles culturales » en uno de los salones de calle Mitre 23 en Salta y al primer músico popular que llamaste fue a mi fui y toqué con mi «Grupo Patjaján» ¿ recuerdas ?, no nos conocíamos, estoy emocionado y «se me pianta un lagrimón…», y bueno…,que sé yo hermano…,esperemos que junto a mi nuevo amigo y colega gori Caro Figueroa y el fede Posadas poder seguir tu camino y el de Eduardo Ashur (tu antecesor): los dos mejores Secretarios de Cultura que tuvo Salta.
Hoy no hay un peso, el gori tiene intenciones pero es otra época, el mundo entero está mal en tema finanzas.
Gracias por tu enseñanza en un café…, en tu óptica, en casa y sin mezquindad como a tantos otros músicos colegas de Salta. Y cuando toqué con mi fueye el «Preludio para La música que yo viví»(tema que compuse para tu libro), esa noche del 23 de Mayo del 2003 en la sala Juan Carlos Dávalos y vos cantaste con la «Camerata Alther» dirigido por el Maestro»chori Rimaudo»: velada genial.
Reconocer un amigo en vida y en este diario tan leído es muy grato…y si…,son casi veinte años de amistad. Abrazo para vos y a los integrantes del diario Salta 21 del cual sos columnista.
Atte. Rubén Chammé.