75 minutos en los que resuenan las palabras “silencio”, “miedo”, “país”. La Mar en Coche, Compañía de Teatro jujeña, se presentó anoche en el Salón Auditórium (Salta) dentro del Festival de Teatro del NOA con la obra de Arístides Vargas, dirigida por Fabiola Quintos, quien le da el toque localista de un lugar en el NOA que podría ser Jujuy, por qué no; o quizá ni siquiera sea un espacio físico sino metafórico.
“El exilio es parte de mí. Cuando vivo en el exilio llevo mi tierra conmigo. Cuando vivo en mi tierra, siento el exilio conmigo. La ocupación es el exilio. La ausencia de justicia es el exilio. Permanecer horas en un control militar es el exilio. Saber que el futuro no será mejor que el presente es el exilio. El porvenir es siempre peor para nosotros. Eso es el exilio.” Mahmud Darwish
La obra despliega diversas líneas de representación: una de espectro simbólico en la que interactúan dos habitantes de Nuestra Señora de las Nubes (en realidad todos los actantes son de Nuestra Señora de las Nubes), de tono declamativo; otra del realismo mágico muy típicamente latinoamericano en la que una abuela y una nieta sufren la soledad, el desarraigo y el desamor (acento del autor); otra del tipo experimental en la que interviene un activador de recuerdos de nombre Diego Valdez, de aspecto técnico-fílmico; el absurdismo cobra vida con otra línea en la que se entremezcla el grotesco, que incluye situaciones como la desesperada búsqueda de un hombre para el matrimonio y su contrapartida, la escasez, la rebeldía, el desinterés; la tara como consecuencia de las relaciones entre parientes; y la melancolía por el recuerdo de un amor de juventud. Agregaría una línea sonoro-plástica como signo susceptible de plurisignificados que dependen de la interpretación del espectador. La responsable por el aspecto musical es Eugenia Mur. Pienso que contribuye a una atmósfera de extrañamiento que alivia la tensión generada en ciertos tramos.
Estas poéticas – muy diversas- están atravesadas por el olvido, que es una forma de muerte, de desaparición, de anular al otro sintomáticamente. Es un tipo de exilio, como lo son el hambre y la violencia, o la injusticia.
Por momentos lo que vemos pareciera ser un recuerdo o un sueño; se trabaja desde el lugar de la No-existencia, como si fueran seres que han sido desechados. Es el destierro mismo. La expulsión hacia las sombras o hacia un lugar inhabitable, residual, i-real.
Los artistas son Carlota Campero, Iván Santos Vega, Miguel Rubiño, Camila López Geronazzo, Verónica Nadal, Lourdes Ibarra, Gastón Cuñado, Iván Santos Vega, Gabriela Bertolone, Leandro Amarelle y Verónica Nadal.
Es un trabajo sustancioso, una obra que te hace ruido en los aspectos sensoriales, emotivos y racionales. Aunque presenta una visión pesimista de un cierto lugar, la idea es «mirarnos» deconstructivamente y en las últimas frases cantadas se arroja una esperanza sobre la construcción de un mundo mejor.