Tras un día y medio de protesta integrantes del pueblo kolla -al que se sumaron diaguitas, guaraníes y wichis- lograron que Urtubey los reciba. Salud, educación, títulos comunitarios, minas contaminantes, deforestación y el IPPIS en las tratativas
Unos 300 indígenas que arribaron desde distintos puntos de la provincia manifestaron en la mañana del martes por el centro de la ciudad de Salta. Se dirigieron hasta la sede de Turismo y entregaron un petitorio al ministro Cornejo.
Luego repudiaron frente al Museo de Arqueología de Alta Montaña, la exhibición pública como atracción turística de los cuerpos de niños momificados sacados de santuarios de la alta montaña, lugares sagrados de la cultura andina.
Después se dirigieron a la oficina del IPPIS y procedieron a clausurar simbólicamente ese organismo que -denuncian- debería estar en manos de los propios indígenas y no de burócratas que lo usan como arma del gobierno contra las comunidades nativas.
Pasado el mediodía marcharon hacia la sede del Ejecutivo provincial, El Centro Cívico Grand Bourg. Allí iniciaron una vigilia de más de 24 horas en demanda de una audiencia con el gobernador. Les respondieron que Urtubey estaba en Buenos Aires.
Varias asambleas se sucedieron en la puerta del Centro Cívico y se entablaron negociaciones con distintos funcionarios. Pero quedaba claro que los indígenas no levantarían su protesta si no eran recibidos por el gobernador.
Sobre el mediodía de ayer miércoles una comisión de dirigentes de las distintas comunidades -en su mayoría kollas, pero también wichis, diaguitas y avaguaraníes- entablaron un diálogo a nivel ministerial.
Allí la situación pareció descomprimirse, puesto que la guardia de infantería, que se había apostado en las inmediaciones en actitud amenazante, fue retirada del lugar.
El gobernador -que ya estaba en Salta- no asomó por el Grand Bourg y se ocupó de una agenda que parecía especialmente diseñada para ignorar el punto más candente de la realidad político-social de las últimas 24 horas: el reclamo indígena a la puertas de la sede gubernamental.
En actitud pacífica pero firme, los líderes de la «rebelión kolla», apoyados por representantes de otras etnias, desplegaron su petitorio y reiteraron sus reclamos frente a los ministros, pero ratificaron que exigían que el propio gobernador Juan Manuel Urtubey los recibiera. De lo contrario permanecerían en el lugar el tiempo que fuera necesario para lograr ese cometido.
La entrega de sandwiches y gaseosas a los manifestantes fue un gesto bien recibido. Algunos amenizaban la espera con cánticos típicos de cada pueblo. Finalmente se les anunció que Urtubey los recibiría.
Raúl Viveros (kolla, de Colanzulí) informó a Salta 21 que cinco líderes ingresaron al Grand Bourg para dialogar con el gobernador. Pero los hicieron esperar una hora y luego fueron minuciosamente revisados y se les quitaron los celulares. Esta acción fue considerada un agravio y un atropello.
La reunión comenzó a las 20.20 y duró poco menos de una hora. Se acordó que esta mañana de jueves se tratarán a nivel ministerial los distintos puntos planteados por los indígenas.
Algunos de los temas a tratar son: títulos comunitarios de las tierras, freno a la deforestación que destruye los montes, prohibición de emprendimientos mineros contaminantes, mejoras en el sistema de salud y educación para los pueblos nativos, restitución del IPPIS a los indígenas, plan alimentario efectivo que evite las muertes de niños por desnutrición que continúan ocurriendo en las comunidades wichis.
«Vamos a permanecer aquí hasta que veamos el resultado de estas reuniones», explicó Viveros. Los indígenas dicen que Urtubey les prometió cuando les pedía su voto en la campaña que con su gobierno el cambio llegaría para mejorar la situación de sus comunidades.
Pero a casi un año de gestión, nada de lo prometido se cumplió.
NdR: Con respecto a la polémica que se generó a raíz de esta nota (leer los comentarios publicados a continuación) sobre la forma correcta de nombrar a los pueblos indoamericanos, cabe tener en cuenta la posición de la dirigente coya Cristina Choque, que el año pasado en un encuentro cultural en Jujuy se pronunció a favor del término «pueblos originarios». Choque aclaró que esos pueblos rechazan el término «indio” y “aborigen” y que el adecuado es “originario”. Ver nota:
El Chaqueño Palavecino, persona no grata para mocovíes, tobas y coyas
http://www.salta21.com/spip.php?article113
Indígena está bien: el prejuicio está en tu mente
La polémica de cómo llamar a los pueblos indoamericanos es de nunca acabar. Indios no son, porque no nos referimos a los habitantes de la India. Originarios tampoco, porque la tesis de Ameghino sobre el origen americano de la humanidad fue refutada en forma rotunda. Estos pueblos vinieron del Asia por el Pacífico o el extremo norte del continente. No son originarios de América. Nativos somos todos los que nacimos aquí, si es que no llegamos antes de ayer como inmigrantes desde Polonia o Japón. Aborigen significa sin origen, lo cual tampoco es aceptable para muchos.
Indígena me parecía un buen término, libre de objeciones; hasta ahora, que también me lo critican.
Señalar -y celebrar- la diferencia no es fascista. Lo malo es lo contrario: anular y despreciar la diversidad para que todos integremos una cultura única y homogénea, impuesta desde un determinado centro de poder económico y político.
El prejuicio está en tu mente, no en la palabra. Aunque si mataco era un insulto del colonizador español con un sentido estigmatizante, está muy bien que los antropólogos nos hayan enseñado que debemos decir wichi. Que es como los integrantes de ese pueblo aceptan ser llamados.
Dios me libre -aunque no exista- de pretender yo imponer alguna opinión sobre éste u otro tema. No me considero un «formador de opinión». Que cada uno construya la suya.
Indígena está bien: el prejuicio está en tu mente
Sr. Brizuela: Un prejuicio, más allá que suene perogrullesco, es el tránsito previo al conocimiento, que es sintético. Antes de acusar a alguien de prejuicioso, estudie un poco de fenomenología para rebatir los pormenores de la réplica.Y al conocimiento me remito (hagamos fenomenología) citando a la RAE en su definición de la palabra «indígena»: «Originario del país de que se trata». Éste, y el «veneno semiológico» son mis fuentes de conocimiento para poner sintetizar un JUICIO que a la vez me permite poner sobre aviso a pseudo cronistas como usted que, con un facilismo arbitrario y carente de toda fundación racional, califica con insólita arbitrariedad de «prejuicioso» a alguien que simplemente está tratando de hacerle notar el error. No esperaba por parte de usted una clase de Antropología en su réplica, sino una respuesta concienzuda y precisa. Pero me encuentro con una acusación arbitraria y a la vez pedante, porque si el señor Miguel Brizuela escribe la palabra «indígena», está bien. Usted al parecer no tolera sus propios yerros.
En segundo lugar, y términos Sartreanos con los cuales comulgo, uno siempre hace una apreciación desde un punto de vista, desde un parti pris. Usted tomó partido por la diferencia y por la segregación en su columna y eso es irrefutable. Su efugio es «celebrar la diversidad cultural», lo cual comparto, pero no es óbice para intentar mitigar el sutil efecto de alteridad peyorativa impreso en el artículo de su autoría. Y el tomar partido, el parti pris, incide directamente con la dimensión histórica del ser que a su vez implica a toda la humanidad. Desde este punto de vista, usted no puede librarse de la responsabilidad de “formar opinión”. Sus actos son universalmente individuales. Son dos componentes bifrontes que codicen yo-tú. Y un artículo periodístico es esencialmente eso, un tránsito de la apreciación de un “yo” hacia un “tú”. No sea tan básico y asuma la carga histórica de sus actos, que pasan por hechos como tener un hijo hasta escribir un artículo periodístico.
Prejuicio y error
Entre su prejuicio y mi error hay algo que puede ir más allá de la discusión lingüística, ideológica o filosófica, o incluir todas esas perspectivas: no hay un genérico aceptado universalmente para nombrar a los pueblos indoamericanos.
El error -que entonces tiene el sesgo de lo inevitable-, puede revelar un prejuicio que ya no sería personal, sino cultural.
Para salvarlo -saltarlo- (al error y al prejuicio) cabría, pues, buscar un término que sea por todos aceptado dentro las propias lenguas americanas. Porque es evidente que lo necesitamos para reflejar una realidad sin terminar siempre discutiendo la palabra.
Por otra parte me parece adecuado prestar atención a cómo se nombran -en español- los integrantes de estos pueblos (por ejemplo el kolla) cuando se refieren en conjunto a todas las comunidades «nativas» (o a varias) o a sí mismos para diferenciarse de otros grupos (por ejemplo criollos o descendientes de europeos) que forman también parte de la población argentina.
En el documento «Ejerciendo la Autodeterminación Territorial» (Ver en Salta 21 «El pueblo kolla de Salta y un territorio de un millón de hectáreas») los kollas usan estos términos: «pueblos originarios» e «indígenas».
Su objetivo principal -explican- es resolver el problema de su territorio ancestral, y señalan que lo que los diferencia «como pueblos originarios» con el resto de la sociedad son las prácticas ancestrales basadas en vínculos comunitarios, y afirman que allí está su esencia: en la vida comunitaria.
La rebelión kolla forzó una reunión con el gobernador de Salta
Sr. Brizuela: A ver si terminamos con los malentendidos peyorativos ínsitos en la palabra. Usted hace un uso excesivo de la palabra «indígena». Dicho vocablo significa ser «originario de», «oriundo de», ergo: implica una pertenencia al lugar. Si consideramos que nuestro hábitat es América, en ese sentido «todos somos indígenas».
Además, advierta esa suerte de separatismo que usted efectúa con el uso del lenguaje (equivocado)en su artículo, mencionando a los «indígenas» como algo «diferente». El indígena no es el «otro». Lo somos todos.
Sepa que en la mayoría de los casos, subyacen estertores racistas en el hecho de mentar la palabra «indígena» para diferenciar a quienes se consideran «no-indígenas» (dinámica racional que usted emplea en su artículo). Todos somos indígenas, etimológica, lógica y por sobre todo humanamente. Algunos hacen empleo de la palabra indígena como parte del lenguaje «políticamente correcto» (esa nomenclatura detestable hija del posmodernismo) simplemente para evitar mentar la palabra «indio», que tiene mayor carga peyorativa desde las valoraciones sociales mayoritarias (y estúpidas). Espero que no sea su caso y lo tenga en cuenta para sus próximos artículos, ya que usted, es un formador de opinión.