La Educación frente a la tragedia del paco, el suicidio y el desempleo

Alberto Noé analiza el trasfondo socioeconómico de la crisis infanto-juvenil que se manifiesta en la adicción al paco y la alta tasa de suicidios. ¿Cuál es el rol del educador? Los resabios de una larga tradición autoritaria en la mira del sociólogo:

La provincia de Salta tiene una estructura donde la marca la da la desigualdad social, además del problema de la exclusión social, y que más de 600 mil salteños están por debajo de la línea de pobreza.

En el sector juvenil Salta se presenta en el escenario nacional con una tasa de suicidios que es la primera en la Argentina. Esto es gravísimo. La mayor tasa de suicidios infanto-juvenil. Los datos del año pasado la daban como primera productora de suicidas juveniles de Argentina y de suicidios infantiles según la Organización Mundial de la Salud e informantes claves del Hospital de Niños. Por prejuicio social no se habla de suicidios. Pero voy a dar indicadores: hay una media de 47 intentos de suicidios por mes, uno por día.

Segundo problema: la droga. Y la peor de las drogas, que es el paco. Este problema es transversal a todas las clases sociales de Salta. Este no es un problema de la riqueza o de la pobreza. Esto forma parte de la estructura social de Salta. Esto es Salta, en el sector juvenil.

Tercer problema, grave: la desocupación. Altísima. El mundo del trabajo está muy distante de los jóvenes que salen de los colegios secundarios y algunos que podrían tener la suerte de entrar a la universidad que hoy es -paradojalmente- una fábrica de desocupados.

¿Qué hacer frente a este problema de suicidio juvenil, drogas, desocupación?. Es fundamental la educación para el trabajo. La educación, la escuela, el colegio, es el espacio de construcción del ciudadano como sujeto que porta derechos, deberes y obligaciones. Pero sobre todo derechos con los que van a interpelar al estado.

Acá hay actores. Yo hablo de maestro, no de docente. Me niego a la palabra docente. Porque a mí me parece que docente viene de dicente y señala a quien ejerce poder.

El problema fundamental es que si se va a construir el ciudadano en la escuela, la escuela se tiene que democratizar. Aquí entra el problema de la democracia. Y no hay posibilidad de democratizar una escuela si no se horizontaliza la relación maestro-alumno. Si hay autoritarismo el otro se queda paralizado en su lugar y no puede hablar.

Tenemos que recordar que el viejo maestro de maestros Paulo Freire -que nos marcó a toda una generación- decía que, cuando se horizontaliza la relación, el maestro ofrece conocimientos y el alumno trae experiencias de vida (trae una cultura de su barrio, de su casa, de su grupo, de su religión) ; de allí sale una síntesis que es la educación. La experiencia del alumno enriquece esa relación.

Esto abre la posibilidad de que este sector juvenil pueda ir saliendo de ese lugar que yo lo llamaría el lugar necrofílico; el suicidio, la droga y la desocupación es el lugar de la muerte. La solución es una educación democrática y horizontalista, donde el maestro escuche al alumno y el alumno aprenda a hacer preguntas al maestro.

Yo como profesor de grado y de posgrado -soy profesor del doctorado en Ciencias Sociales de la UBA- debo escuchar la inquietud y el deseo del alumno. Y saber si el deseo es sensato o insensato. Y orientarlos. Si es sensato estimularlo, si es insensato decir «no se puede hacer así pero se puede hacer de otra manera».

En Salta tenemos una larga tradición autoritaria. La democracia en Salta registra períodos muy cortos. La transición que estamos viviendo es una transición del autoritarismo a la democracia. Cuando Kirchner decía «estábamos en el infierno», es verdad, estábamos en el infierno. Yo en esa época no vivía en la Argentina pero la veía como el Titanic, se estaba hundiendo. Salta también estaba en el infierno, no nos engañemos.

NdR: fragmento de una entrevista radial realizada al sociólogo Alberto Noé a raíz de la suspensión del estudiante Julián Ibarra en el colegio Illia.