El dictado de una ley que retrotraía las tarifas de servicios públicos a valores del mes de Diciembre de 2017, sancionada por el Congreso Nacional, fue inmediatamente vetada por el poder ejecutivo nacional, lo que ya había sido anticipado por Mauricio MACRI al comienzo mismo de la sesión inicial en la Cámara de Diputados.
El ministro de hacienda de la Nación Nicolás DUJOVNE reiteró una y otra vez en los medios de comunicación cooptados por el oficialismo gobernante, que si la ley no era vetada, al Estado Nacional le costaría 115.000 millones de pesos.
A su vez el mismo presidente de la Nación se encargó de advertirnos que si no se mantenían los exorbitantes valores vigentes a la fecha, las empresas generadoras y distribuidoras de la energía no iban a poder invertir en mejorar los servicios, y que de esa manera se afectaba el hipotético futuro desarrollo de la Argentina.
Las dos manifestaciones, la del señor ministro y socio de una de las distribuidoras beneficiadas con el ajuste, y la del supuesto primer mandatario, que tienen ribetes escandalosos, gracias al ocultamiento y la desinformación constante de los medios monopolizados del pensamiento único oficial, han pasado casi desapercibidas. Veamos cada una por separado.
El monto que DUJOVNE anuncia que le costaría al erario si se retrotrajeran las tarifas, no es una novedad. En diez años (2004-2014) durante la gestión kirchnerista, las mismas empresas recibieron la friolera de 342.000 millones, y fugaron la totalidad de la rentabilidad sin hacer inversión alguna, y lo que se hace ahora –confesión del ministro- es mantener ese negociado, pero abonado con subsidios personales de los usuarios, con la casi certeza de que continuará la remesa incontrolable de divisas.
Por su parte y con total superficialidad y ligereza, el presidente afirmó que ahora con el aumento que se estableció, y que él protege con el veto, las empresas van a poder realizar las inversiones necesarias para apoyar el hipotético desarrollo que, según él, se avizora en el futuro del País.
En los países desarrollados con los cuales nos compara todos los días nuestro presidente, con mucha menor corrupción que en el nuestro, cualquier inversión empresaria supone el aporte de capital para la realización de un proyecto, y se prevé lo que se conoce como tasa de retorno, que es el cálculo de tiempo necesario para recuperar el dinero invertido primero, y luego empezar a obtener dividendos.
En el nuestro en cambio, manejado por empresarios como el mismo presidente y sus ministros, todos ellos CEOS de empresas prestadoras de los mismos servicios beneficiados con la suba de tarifas, la ecuación se invierte, y los grupos empresarios no ponen un peso sino que el capital lo aportan anticipadamente los usuarios, y luego estos geniales lobistas harían hipotéticamente las inversiones. Increíble.
De esta manera los usuarios son los que aportan anticipadamente el dinero para que los empresarios monopolistas que no invierten hacen años, tengan la posibilidad supuesta de hacer ahora las obras que nunca antes concretaron fugando los subsidios, y todos contentos.
Este es el gobierno que los Argentinos elegimos en octubre de 2015, y a pesar de que ni una sola de las promesas de campaña de los ganadores de entonces se ha cumplido, y está suficientemente probado que mintieron con descaro y que la corrupción financiera y especuladora nos está llevando a la ruina, todavía la hipnosis mediática mantiene a los ciudadanos estáticos.
Desde la localidad de Cachi, el presidente MACRI nos aclaró a todos que si no vetaba el día Jueves la ley sancionada en la madrugada de la misma jornada legislativa, no había dinero del erario para cubrir el costo, porque tenemos un déficit fiscal crónico que hay que reducir.
Y de esta manera –Durán Barba mediante- el ingeniero presidente sigue engañando a los Argentinos, pasando gato por liebre cuando habla de esa realidad, para confundirnos sin hacer diferencias entre el déficit fiscal y el gasto público, repitiendo lo que ni siquiera él mismo distingue: ese gasto público (empleo, educación, salud y obras) es solamente uno de los componentes del déficit total.
Porque hay otro, el más importante de todos, que es el pago de los servicios de la deuda –intereses- y los otros intereses de la especulación financiera, que superan varias veces al anterior. Sólo a modo de recordatorio podemos citar que los primeros aumentaron el 70% sólo en 2017 (la friolera de $ 225.000 millones, según el informe de ECOLATINA en Clarín del 21 Enero 2018), y para escandalosa rentabilidad usuraria de LEBACS, se erogaron nada menos que U/S 21.000 millones en el bienio 2016/2017.
Pero el primer mandatario sólo repite hasta el cansancio que tiene que reducir el gasto público, pero ni menciona en reducir el pago de intereses de deuda o de usura de la LEBACS, con lo que el costo de la especulación financiera la van a pagar los Argentinos con menos salud, menos educación, menos obra pública y más desempleados.
Este es un mandato claro del FMI, y la oligarquía gobernante lo piensa cumplir a rajatablas. Y a todos los que se oponen a este esquema perverso y de no solapada traición a la Nación, se los encasilla como locos, o locas, o desestabilizadores, o como destructores de la gobernabilidad.
Esa gobernabilidad que propone el macrismo gobernante, es que sigamos sosteniendo la bicicleta financiera y el endeudamiento corrupto de los gerentes de las multinacionales que hacen las veces de ministros, achicándonos como Nación soberana. El viejo esquema de la oligarquía vacuna de la pampa húmeda del país chico, que con exportación de bienes primarios sin retenciones, los hace cada vez más millonarios.
Si tenemos en cuenta que la gobernadora de la principal provincia del País, afirmaba en la tan monona como paquetísma reunión del Rotary Club –conjunción de la gente como uno- que no habría que tener tantas universidades públicas total los pobres nunca llegan a ellas, y el presidente MAU desde Cachi nos decía que se nota el progreso de la Nación porque hay cada vez más presos y faltan cárceles, nos podemos dar una idea de lo que para ellos significa la palabra gobernabilidad.
Al Argentino azonzado por la dependencia pedagógica y cultural mediática, y al votante arrepentido que todavía no se anima a reconocer que MACRI lo estafó abiertamente, todavía se lo escucha decir que hay que mantener la gobernabilidad, y hasta otros todavía se atreven a la repetir la zoncera de que si a MACRI le va bien, a todos nos irá bien. Increíble.
Para remate del espanto, el primer mandatario antes de despedirse en la conferencia de prensa Cacheña, dijo que si la ley no era vetada, iba a tener que dejar de pagar las asignaciones universales por hijo. Confesó así sin rubor que si tiene que elegir entre desnutrir a los niños Argentinos o pagar los intereses de la usura, iba a optar por lo primero.
Si la gobernabilidad de los que gobiernan sólo para pocos ricos, es dejar de tener universidades para que los pobres sigan siendo irremediablemente ignorantes y pobres, y para seguir progresando hay que construir más cárceles, y cuando tengan que optar en pagar a sus socios extranjeros los intereses de la usura lo harán desnutriendo a nuestros niños, en este panorama desolador, cualquier ciudadano tiene el derecho de no aceptar esa clase de gobernabilidad.
Es más, los Argentinos bien nacidos, tenemos el deber cívico de terminar cuanto antes con ella.