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miércoles, abril 24, 2024

La grasa peronista

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Soy y moriré peronista, por la sencilla razón de que No reniego de mi condición de clase.

Felizmente mis amigos de la tierna infancia tucumana, también, mantienen incólume sus principios familiares, que a pesar de haber mejorado sus posiciones económicas (ostensiblemente) guardan intactos sus orígenes de padres obreros, no así algunos amigotes actuales que a pesar de ser trabajadores, han sido ganados por este nefasto espejismo de la derecha macrista. Los sigo manteniendo y queriendo a pesar de sus nuevas actitudes políticas, muy distanciadas de su condición social de la infancia: Luis, que heredó la carpintería del padre. Víctor, un sacrificado plomero, a quién nadie (como a mí y los otros, les regaló nada, absolutamente nada.

Todo a base de sudor y sacrificio). Sebastián (ex bancario), que se dejó tentar por el hecho de criar un perro fino y creer que esa dedicación ya lo saca de sus orígenes, todos los compañeros jubilados del gimnasio para viejos retirados de trabajos administrativos y de servicio. Ahí estamos yugándola y poniendo el pecho a las balas.

Sin embargo, hago un esfuerzo mental extremo para entender esta “envoltura” de fascinación ejercida por la derecha mentirosa en sus vidas privadas, tan sacrificada como para todo el pueblo. No existen razones de objetiva justificación para que asuman estas actitudes, tan alejadas de su realidad y posibilidades (entre ellos, los tarifazos inhumanos).

Lo más válido será atribuirle a la fenomenal planificación de manipulación publicitaria ejercida por el macrismo. A nadie escapa esta realidad subliminal pergeñada en la propia palabra de sus representante (exageradamente mentirosa) : Marcos Peña dijo: “No hay crisis del empleo en la Argentina”. Esteban Bullrich dijo: “No hay problemas en las universidades”. Jorge Triaca dijo: “No hay problemas de trabajo”. Patricia Bullrich dijo: “No hay problemas de seguridad”. Van a decir “No hay pobreza”.

–Y los medios lo van a reproducir… (Lo reproducen)
–Van a decir “Se acabó la pobreza en la Argentina”. Es la política de la negación de la realidad. Una de las cosas que funcionan en el discurso oficial es que dicen cosas que no se condicen con la realidad pero repiten, repiten incasablemente. Está claro que en los barrios pobres se huele tristeza a través de la miseria.

“El destino político de Mauricio Macri no depende de lo bien que maneja Twitter sino de la política”, afirma el sociólogo Luis Alberto Quevedo, y al mismo tiempo que elogia el manejo profesional y eficaz que hace Cambiemos de las redes sociales enfatiza que no tiene dudas de que también se maneja en la “zona sucia de la comunicación” donde hay “equipos para hacer operaciones y romper imágenes”.

El Narcisismo y a creación de la realidad

Doy un paso atrás sobre mis cavilaciones y busco las respuestas que S. Frued dio en el siglo IXX desarrollando su concepto de Yo ideal. Decía que el narcisismo, la hipervaloración de la representación de sí mismo, constituye un componente esencial en todo humano. Nadie puede escapar a la construcción de modelos ideales y a quedar ubicados con respecto a ellos. Los ricos y sus estilos de vida son codiciados-envidiados y anhelados por la familia trabajadora. Es su máxima aspiración este salto social para ocupar ese espacio deseado, sin medir que el mismo requiere pasos previos e ingresos previos, de aprendizaje y adaptación, como por ej.

Jugar al polo y al golf…Lo que logran es fortalecer en las clases acomodadas lo contrario del Yo ideal, que es el negativo del Yo ideal, o sea el repudio y rechazo de estas clases que se resisten a ceder lugar de preferencia (de convivencia) ya que le tienen reservados, para estas clases, el lugar de la servidumbre, creando una tensión narcisista y de impotencia: “quiero…pero no llego” al mejor estilo de González Fraga: “cómo se atreven a competir nuestros lugares, los tradicionales sirvientes”. Pese a que tal caracterización adolece de cierta vaguedad, S. Freud señala que este tira y afloje, constituye el centro de la categoría: la preocupación por la valoración, por la autoestima, que tanto preocupa al narcisista: soy o no soy/quiero o no quiero ser como ellos. Terminantemente no sos ellos.

Frente a la tensión narcisista se ponen en juego defensas para evitar la caída en el colapso narcisista. Ante la tensión narcisista hay dos caminos posibles (o sea, ante el colapso), dos vías de resolución: 1) la movilización popular al estilo docente o 2) precipitarse a la depresión y de últimas, al suicidio (el femicidio puede ser una conducta reprimida de las agresiones múltiples).

Con esto quiero dejar sentado que el estiramiento de las tensiones Narcisistas=tensiones sociales, no son fenómenos gratuitos y pueden impulsar a las personas a profundas crisis de dolor/tristeza, un paso del suicidio (y, por qué no, del femicidio). Alcanzar el Yo ideal empuja a los seres débiles a desafíos extremos, a muertes paulatinas. Con mucha prudencia no se habla del incremento de los suicidios en los países sepultados por el neoliberalismo: caso España Y Grecia y también Argentina. Estos fenómenos económicos-sociales, hacen estragos emocionales en la juventud creciente.

Cuando fallan las compensaciones (logros-sueños-aspiraciones-identificaciones imaginarias, etc.) se aumentan las tensiones narcisistas y se distancia el Yo ideal-ideal del Yo. Estos ataques crecientes al narcisismo básico humanos, siempre dejan oscuros registros, que tienen su expresión en el pesimismo y frustraciones globales.

En la actualidad al país se le quitó la comida (el asadito de los domingos), la salida a los Mall (centros comerciales), el acceso a la cultura (en todas sus expresiones), las vacaciones intermedias, etc. Se está ante una bomba de tiempo, salvo que el objetivo final pretendido por el gobierno, sea el suicidio colectivo.

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