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lunes, noviembre 25, 2024

La muerte de Fidel: Otra vez llegaron tarde

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Y finalmente llegó el 25 de noviembre de 2016, día en que lo biológico inevitable terminó con la vida del Comandante Fidel Castro a sus noventa años.

“También ríen en los charcos los inmundos renacuajos, cuando rozan el plumaje de algún cóndor que cayó” (Mis harapos – Los Visconti)

Luego de más de seiscientos intentos de asesinato, ensayos de invasión, y un brutal bloqueo económico a la Isla, sus detractores tuvieron que esperar 57 años, 10 meses y 24 días, no sin antes haberlo matado una centena de veces.

En todo ese tiempo la notable figura del Estadista demostró en muchos países y principalmente en América Latina, que otro mundo es posible, sin capitalismo.

Y desde aquéllos días en que el empleado del departamento de Estado Norteamericano que oficia de periodista en la CNN Andrés OPPENHEIMER escribiera ese folleto pro imperialista llamado “La Hora Final de Castro”, ha pasado casi un cuarto de siglo. Lo que se dice un analista político sin muchas luces y con pronósticos mediocres.

Cuarenta y nueve años antes en Bolivia y por la acción directa de esos mismos intereses que anhelaban fallidamente la caída del régimen en Cuba, asesinaban al Comandante Che Guevara, y al mismo tiempo que lo fusilaban vieron sorprendidos nacer el peor de sus adversarios, y nunca pudieron ante el mito con su prédica inútil de desprestigio. Simplemente llegaron tarde.

Basados en esa experiencia los detractores del sistema socialista comenzaron a preparar desde entonces la guerra de medios para cuando llegara la muerte de Fidel, para tratar de evitar que se generara otro mito que los siguiera enfrentando.

Y en la misma madrugada del sábado 26 de noviembre de 2016, se podía observar la infantil desesperación de los comunicadores a sueldo de las cadenas noticiosas, hablando de la fortuna que Fidel dejó escondida, de su condición de fusilador serial, de censor, autócrata, dictador, polígamo, de la traición que le hiciera al Che, y hasta de su homosexualidad.

Hasta una periodista que se presentó a ella misma como independiente, hablaba de un absurdo supuesto operativo por el cual se conduciría a millones de cubanos a las exequias bajo pena de prisión al que faltare. Y pensar que hay gente que termina creyendo estas basuras.

En recuadro aparte en la pantalla en forma simultánea se repetía hasta el hartazgo los bailes y cánticos de los desertores residentes en Miami, en burlesca y obscena manifestación de alegría ante la muerte, que exponía inevitablemente la pequeñez materialista de sus voluntarios desarraigos.

Todas esas reiteraciones de historietas superadas fueron puestas en escena para que los ciudadanos del mundo no repararan en las brigadas de rescatistas y médicos solidarios y de los alfabetizadores desperdigados por toda América Latina, de las tasas mínimas de mortalidad infantil, y de la desnutrición cero en Cuba.

También para intentar disimular el éxito de la educación para todos, del hecho de que de los doscientos millones de niños que duermen en las calles en el mundo todas las noches ninguno sea cubano, y de la muestra evidente de que se puede vivir con dignidad sin ser esclavos de la plusvalía.

Para tratar de tapar que existen millones de personas que habitan la mayor de las Antillas, que antes del lucro o la ventaja personal que se puede obtener a costa de otro privilegian su condición de iguales; que practican la solidaridad internacional, que han preferido vivir con poco pero de pié, y que no rinden pleitesía al dinero, y que la economía social es una realidad.

Todos en definitiva son esfuerzos vanos que no podrán opacar ni ocultar la inmensa obra de concientización operada en esa región del Caribe y que se ha desperdigado desde allí a gran parte del orbe.

Por encima de toda la campaña sucia de los medios de desinformación, resurge la verdad incontrastable de que el socialismo no está en coma, que existe, que es posible, y que tuvo un líder indiscutible que a partir de ahora se multiplicará en millones, para que la revolución siga siendo tarea de todos los días.

Descanse en paz Comandante Fidel, la barbarie del capital deshumanizado, otra vez llega tarde.

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