La escalada de precios que afecta a Argentina y América Latina en los artículos de primera necesidad alimenticia, está ligada a la crisis alimentaria provocada por las multinacionales que manejan el negocio en el globo.
El fracaso de la cosecha de grano grueso campañas 2011/12 en los hemisferios Sur y Norte es un factor que empeoró la oferta, pero sólo es un condicionante más dentro del contexto complejo de variables.
La generación de biocombustibles junto con el aumento de la demanda asiática son los factores que más contribuyen al aumento del valor de las commodities agroalimentarias.
EL Grupo Clarín se sacó la careta y sus escribas afirman que “la defensa de los biocombustibles” es la defensa del negocio agrícola y descaradamente asumen que destinar inmensas cantidades de grano de maíz para hacer etanol y de soja para hacer biodiesel, no solo es un gran negocio HOY, sino que garantizará buenos precios para las commodities durante la próxima década. Buenos precios para las commodities, hambre para los pobres. Los estómagos de los pobres compiten con los motores de los ricos.
Si no alcanzara con estas medidas presentarán en forma de una nueva batalla “épica“a la Junta Nacional de Granos como la solución revolucionaria. Advertimos desde ya que solo servirá como sirvió históricamente para sostener los precios de mercado de los alimentos. Para regular sí, pero para arriba.
Fue creada en los 30 para eso y tendrá su remake sin nada positivo para los sectores populares
La Junta Nacional Agroalimentaria que proponemos los comunistas tiene que servir a los intereses del pueblo, no de las empresas cerealeras. El Gral. Justo adoptó las políticas intervencionistas para resolver los problemas del capitalismo, no para que coman los pueblos.
Es altamente probable que ante el stock de granos que se acumulará globalmente en 2014, (ya hay 70 millones de toneladas de soja sin vender) la caída de precios puede ser importante en el Mercado de Chicago. Hoy no hay controles y regulaciones eficientes en Argentina porque Cargill no los necesita. Cuando el negocio lo requiera, habrá. De la misma forma que surgió “repentinamente” la necesidad burguesa de la “estatización de YPF”. En realidad Cargill la exigió por la incapacidad de Repsol de abastecer de gasoil el sistema de producción.
Sin Poder Popular, sin control de los trabajadores las intervenciones del Estado Burgués sólo benefician a su clase.
Así la comida se convierte en combustible para que el negocio sea más rentable. Por supuesto no es difícil entonces seguir el rastro de la cadena agroalimentaria ARGENTINA para llegar a la góndola de los supermercados y entender el por qué del aumento constante de los alimentos. Los formadores de precios son las multinacionales que se apropian de los granos y que los comercializan (una vez transformados) en complicidad con las grandes cadenas de supermercados, también multinacionales.
Si el esquema continúa no importa la propaganda del gobierno ni los exabruptos de su secretario de Comercio. El problema continuará. Es más fácil ponerle un cascabel a algunos gatitos locales que a un tigre multinacional. Y eso es lo que hace Guillermo Moreno. El gobierno tuvo que dar marcha atrás con su política impositiva a la producción de biodiesel y le impuso – ahora sí con éxito – retenciones móviles. El resultado de la ecuación es la baja de 10 puntos en su intención primigenia. En otras palabras “ganaron los malos”.
Si no se controla el comercio exterior de granos y su incidencia en la cadena agroalimentaria nacional el precio de los alimentos continuará subiendo indefinidamente porque los precios no los pone el señor Moreno, sino las multinacionales.
Asimismo las multinacionales direccionaron la siembra de las ultimas campañas agrícolas en base a los precios de soja y maíz, se siembra menos trigo pero no quedan las tierras abandonadas o en barbecho, en el capitalismo, se siembra lo mas rentable no lo necesario, es su regla de hierro, La Bolsa de Chicago y los Biocombustibles pueden más que las necesidades populares, esto explica la falta de harina de trigo.
La clase media argentina se pregunta por qué el litro de leche o el kilo de queso son más caros en dólares en Rosario que en Filadelfia o en Miami. La respuesta es que evidentemente el precio de exportación afecta a los precios locales sin tener en cuenta el poder adquisitivo de los consumidores. Este último factor no es un problema para las multinacionales cuyo único objetivo es el lucro. Lo mismo sucede con todos los productos de exportación agroalimentarios. La respuesta más simplista que se encuentra para que un litro de leche en dólares no cueste igual en Rosario que en Miami es devaluar el peso. En ese caso como ya lo hemos visto en 2002, en dólares la leche en el mercado local será más barata pero nadie o muy pocos la podrán pagar.
Con las retenciones no alcanza para acotar el lucro desmedido de las grandes compañías.
Ha pasado tiempo, pero parecería que la crisis del 2008 marcó a fuego la incapacidad del Gobierno para intervenir en éstos asuntos. Nuestra obligación histórica es plantear los pasos correctos en función de que estas políticas no la paguen los sectores populares, por eso afirmamos que la planificación sobre los recursos alimentarios (como otros) es una cuestión de Estado y no de la rentabilidad de los productores y las multinacionales.
– Fuente: elrevesdelatrama.com