Si la palabra “cultura” es muy difícil de definir sin entrar en al menos en una controversia, la “opinión pública” es un delirio inclasificable y la palabra “fama” es una materialización concreta sin género, sin edad, sin historia, sin forma, sin contorno (o con todo eso junto) de una imagen que se expone, más una catarata de rumores, diversas maneras de abordar la actuación, dos o tres escenas inventadas y una decisión y una seguridad que no contemplan jamás los espejos de la desesperación. La fama es la posibilidad siempre activa de que otros (sólo viendo) hagan sinapsis sobre “eso” que es siendo ahí (en vivo o grabado) y el espasmo de “sentir que se es” se haga verdadero en una imagen que desea pero que no encuadra la ambición al principio. Este tipo de sentido común sobre la fama aparece como motivación posible para toda esa gente que, siempre teniendo a la televisión como fuente de ingresos, historial y nivel de popularidad, un día se da cuenta que “los políticos perdieron credibilidad, y los personajes de los medios quizá generamos mayor crédito que muchos de esos que hoy están acá y mañana están allá, y son responsables de la debacle que sufrimos como país”. Esto lo dijo una vez, hace unos años ya, Claudio Morgado, hoy director del Inadi. Pero no fue el único y ejemplos verbales hay de sobra.
Pasen y vean
Moria Casán candidata en su momento dijo como digamos plataforma política: “Quiero otra protección para la cultura, quiero defensa para el cine nacional, quiero que los teatros no estén gravados, quiero se creen más teatros, que se construya más quiero yo”. Ethel Rojo, ídem: “Quiero que la gente humilde pueda tener una heladera y un lavarropas”. A la que alguna vez por una propaganda de aceite apodaron “La lechuguita” también se candidateó en cierta época porque dijo tener vocación de servicio. Fue Zulma Faiad quien lo dijo, y agregó: “Como tengo una vida pública, no tengo prontuario. Tengo sentido común, que no está de moda, que no abunda en la política. Y los que nunca hicimos política sentimos la necesidad de llevar sentido humano al Congreso”. Pero quizás la más rara de las imágenes de toda esta gente surgió a partir del ingreso público-político, hace mucho, del ex corredor de Fórmula 1 y galán activo Carlos Alberto Reutemann, a quien le dicen “Lole” porque al parecer en su vida infantil jamás pronunciaba ese alguna ese cuando le preguntaban sobre dónde estaba su padre. Entre los lechones estaba el padre de Reutemann de chico pero, ya político, no se sabe si a favor o en contra, al Lole lo compararon con un personaje de ficción de una novela de JersY Kosinski (Being there / Desde el jardín, 1971), que después el cine hizo carne (Being there / Bienvenido Mr. Chance, 1979) en el cuerpo de Peter Sellers, que hacía de un jardinero entre estúpido y alienado que llegaba a presidente de los EEUU casi sin proponérselo, y siempre rodeado de gente que de alguna manera, le sostenía el palo. A Reutemann lo besó Carolina de Mónaco pero lo bautizó Carlos Menen en la política argentina, como a Ramón “Palito” Ortega y a Daniel Scioli, entre varios más.
Yo me votaría
Si bien la “cuestión Evita” enloqueció a más de una actriz, a algunos los buscan los mismos partidos políticos que ven en ellos el resultado de un deseo, una oportunidad del tipo timba, o un cholulismo auténtico. Otros en determinado momento de su vida siguen la línea paterna, y a más de uno les surge algo que ellos mismos emparentan como una devolución de afecto, como un “el amor de ustedes me enseñó el cómo” o “si ellos pueden, ¿por qué yo no?”. Más allá del que se será mencionado más abajo, en la cabeza retener la impronta de Eugenio “Nito” Artaza, Irma Roy, Luis Brandoni, el simplemente llamado “Soldado Chamamé”, Soledad Silveyra, Norman Briski, Susana Rinaldi, Zulma Faiad, “Larry de Clay”, Ethel Rojo, Nacha Guevara, Moria Casán, Palito ortega, Daniel Scioli y sigue la lista si nos vamos a las letras. “Florencia Peña en cualquier momento”, habría dicho Horangel. Pero cierto o no, este afecto que el actor/famoso/deportista/mediático/vedette/farandulero dice devolver a su público en formato de candidatura política es una de las formas más efectivas de alcanzar, aunque sea por un rato, una popularidad más poderosa. El poder necesita siempre algún tipo de medida pero puede venir de cualquier lado. En la política argentina viene de sostener cierta imagen sobre lo popular y la gente que come cuando puede. Esa gente que tanto le cuesta ver a esa otra gente que en 2005 se juntó y armó el PRO (Propuesta republicana), por alguna seducción enrarecida convenció a Miguel del Sel (Mi de Midachi) para que se candidatee por la gobernación de la provincia de Santa Fe, matando (o creyendo matar, eso se verá) varios pájaros de un solo tiro: Santa Fe está llena de peronistas, entre ellos el mismo Miguel del Sel, que ahora es él quien desde el PRO seduce a Reutemann y a todos esos políticos que forman el Partido Justicialista pero que, como siempre sucede entre ellos, volvieron a fracturar al partido más popular argentino.
Mi
Miguel del Sel es todo lo que se espera de un cómico. Nada más y nada menos pisando ya los cincuenta años, y sumándole que es también productor agropecuario. Lo mejor que hizo en su carrera fue una imitación memorable de la difunta Mercedes Sosa y un personaje femenino de nombre “La Tota”, que resumía a fin de cuentas la clase medio alta venida de abajo de la sociedad santafesina. Prototipo de puntera política con cargo municipal La Tota se paseó por todos los canales, desfachatada como ninguna y dueña de una chispa que le permitió la subsistencia televisiva independiente de cualquier canal y/o conductor o conductora. Espontáneo y rápido para los remates como pocos en la televisión, Miguel del Sel también supo manejarse amistosamente con el sector político respondiendo siempre a un mandato digamos generacional que lo emparentó siempre al peronismo. A cuál de todos es una desorganización cultural casi su definición, pero cerca de los ex gobernadores santafesinos Jorge Obeid y Carlos Reutemann siempre anduvo. Hoy les pide votos.
Da
Dady Brieva no lo podía creer y menos cuando lo decía por su propia boca, siempre sonriendo con la sonrisa compradora que tiene y lo salva. Pero, ni estando en una meseta ni en un franco declive sino más bien en una estabilidad que muy pocos grupos humorísticos lograron con el paso de los años, Miguel del Sel dijo basta con los Midachi y se desvirgó en las arenas movedizas y llenas de muertos de la política argentina. Si bien como pudo y puede vislumbrarse no es único ni el mejorcito de los ejemplos, tampoco pensar en Arnold Schwarzenegger aliviaría la cuestión. Pero sí habla de cuánto se especula sobre lo que se genera entre estas personas y las otras, las más reales, las que los inventan con sólo mirarlos.
Chi
Chistes aparte, dijeron algunos, a principios de marzo Miguel (Torres) del Sel se sentó junto a Mauricio Macri y, cámaras mediantes, anunció su candidatura a gobernador de Santa fe por el PRO. Entre canchero y gracioso, largó una premisa fatal como deseo de gobernación. “Que los negritos se bañen con agua caliente y dejen de manguear”, deseó. “Así hablo yo”, respondió cuando la voz del Inadi a cargo del que una vez salía por la tele dado vuelta literalmente, disparaba las enmiendas de la reparación que origina la discriminación. La palabra “negro” es un problema. La palabra “negrito” peor. Hace un tiempo la presidenta fue y vino entre “gordito”, “negrito” y “yo un poco morocha soy”. A principios de marzo, Miguel del Sel, cómico y productor agropecuario, hizo lo mismo y el Inadi gritó. Pero tampoco hizo nada. La tolerancia es un mito sólido. Mejor dejar que la ironía lea la entrelínea de lo que se ve y se escucha por la televisión en esta cuestión, y que el zamarreo emocional no explique nada. Al menos a la hora de votar.
Leonel Giacometto
PUBLICADA EN EL DIARIO EL CIUDADANO EL DOMINGO 27 DE MARZO DE 2011 (ROSARIO, SANTA FE, ARGENTINA)
– http://notasenundiario.wordpress.com/
– El autor es escritor, director de teatro y periodista cultural. Durante el 2010, dictó en Salta un taller sobre Crítica teatral e integró el desmontaje de las obras participantes en la Fiesta Provincial de Teatro.
La resistencia del espectador
creo que la flexibilidad, maleabilidad, poca rigidez o cuanta característica física ppueda aplicarse al INADI, le va de perillas.
Que un candidato a gobernador de la 2da provincia mas importante de nuestro pais hable de ese modo, pues ni en broma debe permitirse.
Lo que pretende ser una nimiedad pasa a ser no una groseria incalificable sino mas bien una conducta reñida con la Constitución Nacional y sus preceptos