Con respecto al artículo “Religión en las Escuelas, ¡por favor!” me queda la siguiente reflexión sobre los comentarios vertidos, los cuales agradezco sinceramente ya que no dejan de enriquecernos como lectores por el nivel de opinión y conocimientos que se muestran en ellos.
Acudir a la familia como espacio natural para la enseñanza de la fe sería lo óptimo, lo ideal, porque la fe principalmente se transmite por el testimonio que se da y ¿¡qué más poderoso que el testimonio en el seno familiar!? Pero ya vemos cómo está la familia. Y debemos preguntarnos las razones por la crisis actual de esta.
Cualquier Iglesia tiene la misión de proteger el acervo de sus creencias y proponerlas a la sociedad sanamente y en un diálogo fraterno, profundo, sincero y en el camino de la búsqueda de la verdad.
No me deja de asombrar lo deteriorado que está el concepto y la imagen de la Religión, la cual existe no sólo porque es connatural al hombre sino también porque Dios interviene efectivamente en la historia del hombre desde que es hombre y acá viene un segundo cuestionamiento: ¿qué es lo natural? ¿El hombre puede desprenderse de su esencia natural y auto artificializarse? Y si pudiera ¿se miden las consecuencias? ¿ O sólo se aceptan los resultados como vengan y se fabrica una nueva realidad que ya no sería la connatural a la especie sino una impostación artificial de la vida humana?
La fe es una opción individual, como creo que quiere expresar Patricia Espósito, pero nos socializamos desde nuestras opciones personales. ¿No sería esquizofrénico pensar el individuo por un lado y la sociedad por otro?, ¿la singularidad separada de la pluralidad?
Para ser honesto, “la religión es una cosa y las religiones es otra” y la teología sólo se la puede ejercer desde la experiencia de fe porque sólo de esta manera se maneja el dato revelado que con el aporte de la filosofía y el diálogo con las ciencias particulares se hace ciencia teológica. De otra manera caeremos en devoción, fideísmos, catequización encubierta, idealismos o racionalismos inútiles. Teólogos los hay y muy buenos a nivel local, nacional y mundial y representativos de muchas confesiones serias, sólo que no se exponen en las vidrieras atrevidas de los cambalaches que arma esta sociedad chatarra del consumismo.
Estoy totalmente de acuerdo cuando Patricia Espósito habla de que “la escuela debería brindar una formación seria”. Sabemos que la función básica de la escuela es socializar al individuo, pero creo que lo hace de una manera pasiva y sumisa porque el mismo sistema social es su demandante, es como producir las piezas necesarias para que la máquina siga funcionando. Se vislumbran pocas posibilidades de cambio en la sociedad desde la escuela, a pesar de los grandes esfuerzos que se hacen el mismo alumno termina rechazándola, ¿no será esta una señal que nos esté indicando que vamos contramano con los educandos? Quizás deberíamos dejar de pensar que los alumnos no tienen cerebro o que no quieren aprender o que sencillamente están perdidos y reveer la demanda escolar desde la realización plena de la persona en su búsqueda de la felicidad.
No creo que las religiones serias lleven a la humanidad a la guerra, es más: ningún creyente en su sano juicio puede atribuirle violencia alguna a Dios porque básicamente Dios es paz, es El Buen Padre y es por lo que todos somos hermanos y a los que no les hace ningún bien pelearse. Queda el registro histórico de las luchas fraticidas como un tremendo testimonio de lo que no debemos hacer, de uno de los motivos que nos aleja de la felicidad como bien lo cita Juan M. Aragón.
El descreimiento general que existe hoy por hoy en nuestras mentes contra todo aquello que signifique institución tradicional, valores estables etc.etc. no significa que hayan que eliminarlos o rechazarlos a priori, quizás y dentro de un sincero y profundo conocimiento signifique crecer en la búsqueda de la verdad, pero sin dejar de lado las pistas de nuestros mayores, de nuestros antepasados. Ellos no son parte de nuestra historia milenaria al divino botón… es más, sabemos lo que sabemos gracias a ellos.
Finalizando quisiera hacer hincapié en el pensamiento de Miriam Diaz cuando dice:”No hay nada que domestique el mal en el hombre”. Yo creo firmemente que el mal es “domesticable” por la sencilla razón que el bien se testimonia de múltiples y plurales formas, permanentemente estamos haciendo el bien o el mal. Los seres humanos somos la única criatura que tiene la capacidad para reflexionar sobre esto y dirigir libremente su conducta hacia el bien o hacia el mal. No estamos en un “infierno” estamos en esta preciosa vida para ser felices y esto es lo que nos despierta día a dia.
Notas relacionadas:
– La religión alimenta las diferencias y confunde a los niños, por Patricia Espósito. http://www.salta21.com/spip.php?article1034&var_mode=calcul
– Los intereses ideológicos de la iglesia y la religión en las escuelas, por Miriam Díaz. http://www.salta21.com/spip.php?article1033
– Religión en las escuelas, ¡por favor!, por Hugo Luis Daher. http://www.salta21.com/spip.php?article1030&var_mode=calcul