“Semanálisis”, es una deconstrucción que está allende la ciencia; es una postCiencia.
Una de las infinitas definiciones de “Semiótica” es que es la Ciencia Social que se atarea con los signos, en torno a cuya noción gira la apuesta de la “trilogía” de Charles Sanders Peirce, la binaria o estructural de de Saussure y la de Algirdas-Julien Greimas, hasta la cuadrática de Hjemslev; vertientes teóricas acerca de las cuales no discutiremos aquí ni respecto a las que no tomaremos partido.
Otros o los mismos autores arriba mencionados, sopesan que la “Semiótica” se ocupa en general y en un sentido amplísimo, de los lenguajes, de los signos, de los textos, de las prácticas, de los discursos y de los sistemas simbólicos (como es de suponer, en derredor de cada uno de los citados lexemas hay incontables líneas que no podemos siquiera enumerar ahora…).
El “Análisis del Discurso” puede considerarse una semiología de los discursos, o sea, que es una “parte” de la Semiótica que enfoca cómo se dice lo que se enuncia, para qué, para quiénes, cuáles son las imágenes que circulan sobre lo que se cree estar hablando, qué estrategias de manipulación intervienen cuando nos comunicamos, etc.
Pero si la “Semiótica” es la ciencia de los lenguajes –que no es única y exclusivamente, el lenguaje articulado o un “idioma”…–; si se afana con los signos y todo es coloreado por ellos; si enfoca los palimpsestos o textos de una cultura y sociedad; si se atarea con los discursos, entonces, en primer lugar, puede ocuparse de ella misma. De hecho, la “Semiótica” posee un grado de auto recursividad, por lo que puede observarse a sí misma.
Al funcionar de ese modo, se convierte en su propia Metodología e incluso, Epistemología (no soy partidario ni de una ni de otra, dado que considero que son zarismos muy autoritarios que bloquean el pensamiento libre y la investigación creadora). Puede llegar a funcionar hasta como una “Filosofía de la ciencia”; algo sui generis, sí.
Si la “Semiótica” es hábil para auto objetivarse y deconstruirse, en cierto nivel ya no opera en calidad de Ciencia, puesto que caería en la paradoja de desmantelar la ciencia y la cientificidad de la Ciencia, desde la ciencia. Por eso, la Semiótica funciona a manera de “crítica” de la Ciencia en tanto lenguaje, conjunto de signos, prácticas, textos, discursos y sistema simbólico.
No obstante, si es una crítica de tales rasgos, que Kristeva bautizó de “Semanálisis”, es una deconstrucción que está allende la ciencia; es una postCiencia.
Al reflexionar no sólo alrededor de cuestiones teóricas para hacer teorías a propósito de teorías y teóricamente, se ocupa de las prácticas sociales. Es pues, una “poscrítica”.
Como el resto de las ciencias son lenguajes, discursos, sistemas simbólicos, etc., la Semiótica puede afanarse con ellas: puede ser entonces, no únicamente Metodología, Epistemología y “Filosofía de la Ciencia” de sí misma, sino que puede serlo de las otras ciencias. Incluso, se puede imaginar que cada una de esas Ciencias es una semiología de su propio Objeto: la Geología sería la “semiología” de la Tierra…
Casi igual acontece con el Análisis del Discurso, pero en un rango “menor”, dado que es parte de la “Semiótica”.
En consecuencia, si Análisis del Discurso y Semiótica son auto recursivos; si pueden operar como ayuda para las demás ciencias, cualquiera éstas sean, son pues, transversales, interdisciplinarias y transdisciplinarias. Por lo que resulta evidente, que pueden ser un gran eje articulador en las ciencias sociales y humanas, en el resto de las ciencias, y entre las ciencias sociales y humanas y las otras ciencias…