La narradora y poeta Liliana Bellone presentó en abril su tercera novela, Las viñas del amor (Editorial Retorno), ambientada en los Valles Calchaquíes. Pero conversar sobre cualquier obra de la autora de Augustus, Premio Casa de las Américas 1993, implica adentrarse en la problemática de géneros y hallar en sus palabras los sonidos precisos del oficio de narrar.
Bellone, desde una escritura personal ha trabajado sobre rasgos fundamentales de la narrativa latinoamericana, en sus cuentos y novelas juegan un papel fundamental el anclaje histórico, el contrapunto de los espacios culturales, y el trabajo del tiempo como sujeto metafórico, según la definición de Lezama Lima.
La presencia de la mujer en su obra marca una constante que elude, sin embargo, todo facilismo de mercado. Sus mujeres-sombras que solo parecen existir a través de las reglas del padre, denuncian, ya con la demencia, ya asiéndose al lugar que han sido exiliadas socialmente, el sustrato patriarcal de las sociedades.
Liliana Bellone ha publicado en narrativa El rey de los pájaros (cuentos 1992), De amores y veneno (cuentos, 1998), Estas que fueron pompa y alegría (cuentos, 2007), entre otros textos que incluye una importante obra poética. Su cuento Relaciones se estudia en la materia Prácticas Críticas de la carrera de Letras de la Universidad Nacional de Salta. Es docente de Lengua y Literatura en el Colegio Manuel Antonio de Castro (ex Colegio Nacional).
¿Cuál es el ambiente en que se sitúa las Viñas del amor?
Si bien está situada históricamente en los Valles Calchaquíes, se desliza por las zonas de la literatura pastoril, es una transposición de los pastoral virgiliano, sobre todo de las Églogas, a los Valles Calchaquíes. No es totalmente idílica, están las familias acomodadas, viñateros, bodegueros que llevaban una vida lujosa con todos los rasgos europeístas de las clases argentinas acomodadas. Aparecen, por ejemplo, las institutrices francesas que contrataban para educar a las hijas de las familias importantes.
El otro tema de la novela sería el erotismo, las dialécticas amorosas, el modo cómo los amantes y las amadas van alternando sus lugares. Y este dios que es para los griegos el motor de la creación, Eros, aparece en la novela como Cupido que es travieso y versátil. Todo esto remite al sincretismo que trato de mostrar en Las Viñas del amor. Y que posee sus raíces en Carpentier o García Márquez, ese sincretismo latinoamericano. También está lo indígena, una de las protagonistas es una niña india.
En la novela se nota ese diálogo con la literatura pastoril y también con el folletín, ¿cuál es el motor de este juego intertextual?
La permanencia notable de los clásicos. El mismo psicoanálisis, Freud analiza ciertos temas pulsionales y eróticos a partir de mitos y textos clásicos, por ejemplo Eros y Tánatos, Edipo Rey, Antígona y otros. Esto muestra que tanto la literatura grecolatina como la literatura posterior que ha bebido de ella, tiene una increíble actualidad. Las lógicas amorosas que aparecen en Virgilio y sobre todo en las Églogas, o en el Arte de Amar de Ovidio muestran la realidad del amor que luego los sociólogos, sicoanalista, críticos y filósofos de nuestra época convalidan. De todos modos, esta novela ambientada en las décadas del 20 y el 30 en un lugar relativo a América muestra una visión romántica del amor. El amor releído desde el folletín que tanto gustaba a nuestras madres y abuelas.
Las mujeres de sus cuentos y novelas son portadoras de una proyección histórica que las mantiene sumisa; ¿cómo ve usted esta preeminencia de personajes femeninos en su narrativa?
Creo que es notable en mi narrativa y aun en la poesía la marca de género, ya Augustus, editada en La Habana, tiene como protagonista a dos hermanas, en realidad una sola mujer agobiada por el horror de la soledad, el destierro en la propia patria y por su género, en una sociedad muy machista. Imagínate, Campo Santo acá en Salta en los años 30, la mujer estaba confinada totalmente al hogar de una manera compulsiva, no era una elección, no le quedaba otra.
En los cuentos, como vos señalás, los protagonistas son en casi todos mujeres; inclusive la narradora ocupa el lugar de la mujer y siempre situada en la historia; aunque sea en literatura fantástica no me puedo despojar del ámbito histórico.
¿Esa mujer desterrada de la que habla es una metáfora de la mujer frente a la sociedad y del lugar que esta le otorga a su cuerpo?
Así es, el padre pareciera ser quien fija la regla, y estas mujeres no encuentran la identidad si no es a través de un hombre. En el cuento Relaciones, por ejemplo, está la figura del marido, una especie de señor omnipotente; también en Augustus, en la figura del padre, o del amante. Siempre hay una figura masculina que las determina, las mujeres están supeditadas un poco a su sensibilidad y a veces supeditadas al desajuste, caen en la locura o en el delirio.
A veces da la impresión que en los circuitos literarios la mujer tampoco escapa de estos imperativos culturales, y solo tiene espacio para determinada literatura.
Las mujeres se han dado a la poesía, pienso en Dulce María Loynaz, Alfonsina Storni, Gabriela Mistral; a la novela. Salvo grandes excepciones como Simon de Bauvoir que encara el ensayo, los estudios sociológicos y filosóficos parecieran terrenos exclusivos para los hombres. De todas maneras sabemos que a través de la novela se puede denunciar, incluso analizar situaciones históricas y sociales que ni la misma historia de la filosofía o la sociología han podido dilucidar.
¿No cree que la marca de género dentro de la literatura ha sido víctima de un fetichismo comercial?
Eso es lo que ocurre muchas veces con el mercado, aquellas voces que cuestionan una ideología, que cuestionan al mercado, son fagocitadas por ese mismo sistema. Recordemos a las vanguardias, todos esos ismos que han sido revulsivos en su momento, cuestionadores, han sido fagocitados por el mercado, el movimiento hippie, etc., todo esto ha sido deglutido por el capitalismo. Ocurre lo mismo con la literatura femenina. El mercado trabaja muy bien todo esto y lanza esta literatura que surge de una real protesta, pero la lanza como mercancía. Entonces se pone de moda la literatura escrita por mujeres, claro, aquella que responde a ciertos cánones.
¿Cuáles son estos cánones?
¿De esta literatura “marketinera”?, mostrar mujeres desinhibidas de forma explícita, la cuestión de lo femenino de acuerdo con los cánones de la sociedad capitalista, todo lo que la gente quiere recibir en una especie de rebeldía envasada y que en definitiva sigue respondiendo a la misma ideología.
La literatura salteña
Yo creo que ha habido un gran crecimiento desde los cincuenta y sesenta en adelante. Se nota en los escritores jóvenes una gran preocupación por el oficio de escritor, por la obra, hay una tarea constante de ejercicio, lo que no se veía en generaciones anteriores que eran más bohemios, más de la palabra actual.
¿Qué significa para usted escribir desde Salta?
Una se sitúa y trata de ser realista, sabemos que los canales están alejados, es una provincia periférica y pareciera que solo está pensada para el turismo, a pesar de su gran valor histórico y cultural. Entonces uno tiene que armarse de fuerza para seguir escribiendo. Es difícil. Es un doble exilio, como mujer y como provinciana.
Por Idangel Betancourt
Fuente: culturasalta.gov.ar
Las viñas del amor
Hola soy Karen Alvarado y estudie en el Centro Polivalente de Arte de Salta Capital. Durante el secundario leímos las viñas del amor de liliana bellone. Pero en los años siguientes, succedio una inundacion en todo el barrio ceferino que me hizo perder mis amados libros, entre ellos las viñas del amor. Alguien podria ayudarme a conseguir uno? O como podria obtenerlo? Desde ya espero una pronta respuesta y muchisimas gracias. Atte, karen.