Curiosamente y cuando ya no esperaba nada, aparecieron las páginas españolas con las que el pianista se lució ampliamente. No por conocidas menos soberbias y gallardas. Fue, el que pienso, es el verdadero pianismo de David Gomez cuyos antecedentes eran totalmente prometedores.
Recital de piano de David Gomez (Suizo). Obras de Bach, Mozart, Piazzolla, Chopin, Mompou, Turina, Lecuona. Teatro Provincial (Sala Mayor). Sábado 13 de marzo de 2010.
Efectivamente, con una platea muy nutrida, con mucha gente joven, Salta conoció a David Gomez nacido en Suiza, que llegó con el auspicio de la Embajada de España en nuestro país. El título responde a que lo importante fue la cantidad de público pues la presentación tuvo sus cosas. Para comenzar hay que decir que velocidad no es sinónimo de calidad y que un Steinway no es una Ferrari.
Cuando escucho el Bach para clave trasladado al piano, pretendo que el intérprete encuentre sentido de continuidad al fraseo, al ritmo, a la pulsación, a la claridad expositiva, a dedos firmes pero leves y un pedal poco o nada usado. La Suite Francesa nº 2 en Do menor ofreció buena técnica pero faltó lo dicho antes.
Llegó Mozart. Sobrio pero sin esa superficie inmaculada que tiene la música del compositor salzburgués. El carácter límpido de esta preciosa sonata que es la nº 330 en do menor, con sus dos allegros y su andante central, es página propicia para una versión lucida y sin embargo el discurso no lo fue. Allí comencé a pensar si esa zona de la platea no tendrá algún problema acústico pues las cuatro páginas de Piazzolla que le siguieron sonaron también apelmazadas, salvo el breve pasaje del tema principal de “Adios Nonino”. Y si hasta aquí las cosas estaban así, no mejoraron con los cinco valses de Chopin. Para el autor este género nada tiene que ver con el vals tradicional. Son apenas sugestiones que desde ya, no invitan a la danza, sino a la delicadeza de espíritu que años después aplicara Ravel a su propio “La Valse”.
Curiosamente y cuando ya no esperaba nada, aparecieron las páginas españolas con las que el pianista se lució ampliamente. No por conocidas menos soberbias y gallardas. Fue, el que pienso, es el verdadero pianismo de David Gomez cuyos antecedentes eran totalmente prometedores.