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lunes, noviembre 25, 2024

Los jóvenes en un mundo globalizado y de consumo

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Las nuevas tecnologías nos trasladan en el tiempo y en el espacio de forma imaginaria, continuada e inmediata de un lugar a otro, lo que condiciona nuestra mirada de la realidad.

En mayor o menor medida, en la actualidad, toda la población en general accede a la televisión, a la radio, a Internet, a los diarios y revistas y a través de estos medios de difusión, las personas consumen información de cualquier parte del mundo en cualquier momento del día y de diferente envergadura.

Estos medios de tecnologías informáticas penetran de alguna manera en cada unos de los hogares modificando y modelando diferentes pautas de comportamientos que transmiten valores, de ciertos modos aceptados por la sociedad misma como naturales y comunes, simplemente porque la mayoría piensa así.

En diferentes revistas, diarios, en las telenovelas, en los noticieros y en diferentes programas televisivos aparecen a diario, cantidad y variedad de imágenes de adolescentes mostrándonos una figura totalmente idealizada: jóvenes delgados, hermosos, cuerpos cuidados y saludables, vestidos a la moda, felices y despreocupados. Aparecen sonrientes y alegres, muestran que ser joven es sinónimo de un cuerpo esbelto, bronceado y modelado con formas proporcionadas.

Esta imagen que suma juventud y belleza tiene un claro objetivo: aumentar el consumo de una manera desproporcionada, ya que jóvenes y adolescentes son prácticamente como obligados a comprar aquellos elementos o productos que les permite alcanzar y mantener , casi mágicamente, las exigencias de esa imagen idealizada.

La sociedad en general, compara esa idea de joven que se exhibe en ellos de lo que muestra y de lo que se ve, pero al tratar de comprar esa imagen a través del consumo muchos de ellos más de una vez son llevados a la frustración, con exigencias desmedidas en el afán de alcanzar la imagen, el status o la figura propuesta.

Las preguntas son ¿qué nos hace valiosos como personas? ¿Qué nos hace únicos? ¿Qué nos diferencia los uno con los otros? ¿Qué nos hace igual al resto? Más allá de un modelo exhibido y ofrecido por los medios.

Se trata de mostrar un modelo de jóvenes construidos a la medida de unas mercancías identificadas e identificables con un patrón estético de clase dominante ligadas con los significantes del consumo.
Por otra parte, los jóvenes no son los únicos presionados por este mercado del consumo, cuando se muestran todas estas virtudes y los beneficios de un cuerpo joven y esbelto propuesto como un modelo a imitar, muchas personas adultas se esfuerzan por “juvenil izarse” con cremas, dietas, gimnasia continua, cirugías y toda una serie de costosos recursos que algunos invierten poniendo en marcha para obtener y alcanzar el ideal del cuerpo joven propuesto.

En otros tiempos la persona adulta anhelaba la sabiduría de la vejez, hoy en día las personas adultas anhelan borrar las huellas del paso del tiempo y anular la marca de su propia historia (los valores y principios).

Pero por otra parte, los medios de información nos muestran una contracara, una contraimagen de la juventud: la de jóvenes y adolescentes que protagonizan las crónicas policiales tanto en calidad de víctimas como de victimarios; son infractores de la ley que pueblan cárceles, institutos de menores, juzgados, centros de rehabilitaciones o son el blanco especifico de los mensajes de prevención de las campañas contra las adicciones, contra el delito o de prevención de enfermedades de transmisión sexual como el sida, etc.

De cierto modo la imagen condena al joven y al adolescente. Y aparece la violencia, la marginalidad, la maldad, el hambre, el peligro, la vulnerabilidad, la enfermedad, la exclusión, las adicciones; estos estereotipos son quienes nos transmiten miedos, son a quienes hay que evitar, son de quienes se sospecha ante crímenes y delitos, se dice “porque en algo andarán”.

No es ajeno a nuestra sociedad que este estigma recaiga en los sectores más postergados y marginados porque, para la mayoría, la pobreza, la desocupación por falta de trabajo y a consecuencia la marginalidad, les golpea las puertas. A raíz de estos factores se desencadena la violencia que se caracteriza y se conceptualiza desde diferentes perspectivas, según estudiosos en el tema. Esto en la actualidad se estudia como un fenómeno en forma conjunta desde educación, policía, fundaciones y otras entidades privadas. Este fenómeno desencadenó por lo consiguiente la ruptura familiar, de ser una familia constituida pasó a ser en muchos casos, una familia disfuncional. Esto se ve reflejado en la actualidad. La educación no es sólo un problema pedagógico sino que también es un problema político.

– El autor de la nota es docente

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