Los negocios de Conta y la campaña de Wayar

Walter Conta, beneficiado -según denuncian diputados opositores- por un sobreprecio que triplica el costo del gasoducto de Anta, ya embolsó 50 millones por el gasoducto de la Puna. Se barajó su nombre como posible vicegobernador en la fórmula de Wayar, a quien agasajó en su cumpleaños el año pasado con una fiesta que costó más de 10 mil pesos.

¿El sobreprecio del gasoducto de Anta tiene como destino el financiamiento de la campaña de Walter Wayar hacia la gobernación de Salta? Esta es la sospecha que deslizó un especialista en el tema, que señaló a Salta 21 la íntima relación económica, política y personal que une al empresario metanense Walter Conta con el vicegobernador.

Legisladores del Partido Obrero denunciaron un sobreprecio que triplica el costo del gasoducto de Anta, adjudicado a la empresa de Conta en una extraña licitación en la que no hubo otro oferente. Los diputados demuestran, con documentación, que un gasoducto de similares características construído en Santiago del Estero costó tres veces menos.

La denuncia del PO sobre el gasoducto de Anta ha generado también sospecha sobre el proceso de adjudicación y el costo de la contrucción del gasoductos de la Puna -negocio por el que Conta embolsa unos 50 millones de pesos- y del proyectado gasoducto de los Valles Calchaquíes (¿otro mega-nocio en puerta para el empresario metanense?).

Los diputados del Partido Obrero Claudio del Pla y Pablo López exigen que el ministro de la Producción y el Empleo, Sergio Camacho explique el sobreprecio del gasoducto de Anta. Con ese fin Camacho concurrirá a la Cámara de Diputados el próximo lunes. Los legisladores opositores también señalan la necesidad de que la Administración Federal de Ingresos Públicos investigue si en la operación cuestionada hubo evasión a través de facturas truchas para justificar el sobreprecio. Y que el procurador general de la Provincia Aldo Saravia impulse un proceso penal para determinar las responsabilidades delictivas del caso.

La fiesta de Walter

Walter Wayar y Walter Conta se llevan muy bien. Son íntimos y todo indica que seguirán haciendo mega-negocios juntos: están unidos por el poder, el dinero y la política.

La megafiesta que Walter Conta ofreció el viernes 12 de mayo del año pasado en la Sociedad Española de Metán para festejar el cumple número 48 de Wayer Wayar le costó entre 10 y 15 mil pesos. Pero él ya hizo millones con obras que le adjudicó el gobierno provincial.

La apoteosis festiva del Walter metanense con el Walter cacheño contó con la presencia del director del diario El Tribuno -y hermano del gobernador- Eduardo Tito Romero, su hijo Eduardito (Titito) -funcionario del gobierno de su tío y precandidato a diputado y de Silvia Romero, hermana de Juan Carlos y «defensora de los usuarios» en el EN.RE.S.P. Participaron del agasajo el intendente de la ciudad de Salta Miguel Isa, el secretario de Seguridad Gustavo Ferraris, y Candelaria Durruty, que pasó de la secretaría de prensa al Instituto Provincial de la Vivienda tras el escándalo causado por el denominado «Informe Durruty», que reveló quiénes y cuánto cobran la pauta de publicidad oficial.

Funcionarios, legisladores, miembros de la Procuración, dirigentes, estuvieron allí, junto al agasajado Walter Wayar y a su anfitrión Walter Conta:

Adriana Pérez, Mashud Lapad, Pablo Kosiner, Francisco Cornejo, Guillermo Durand Cornejo, Guillermo Yakúlica, Juan Carlos Villamayor, Eduardo Barrionuevo, Osvaldo Salum, el «Topo» Strizich, Fernandez Muiños, Sergio Chibán (titular de la liga salteña de fútbol), Pedro Máximo de Los Ríos, Enrique Tanoni, Alejandro San Millán, Guillermo López Mirau, Mirta Figueroa, Mauricio San Millán, Ricardo Villada, Matías Cánepa, Pedro Sández, Omar Buid Esper.

Y los intendentes: Helua Hatti (Galpón), Ernesto Morales (Rosario de la Frontera), Wenceslao Abán (Seclantás), Rubén Corimayo (Cerrillos), Omar Torres (La Viña), Sergio Ramos (Rosario de Lerma). También estaban el intendente Legorburo, de Payogasta, y la intendenta Guitián, de Cachi. Además de los sindicalistas Daniel Pérez y Carlos Salomón (Seguros), José Lopez (Farmacia) y Carlos Paz (SUTTHOS). Y los «radicales» -tránsfugas hacia el romerismo- Daniel Domínguez, Osvaldo Vieyra y Carlos Ubeira, además del diputado peronista Horacio Thomas.

Los periodistas y el pobrerío

El periodismo estuvo presente: asistieron a la fiesta Néstor Gauna, director y propietario de Nuevo Diario, Héctor Alí -corresponsal de TN y canal 13-, Daniel Pantoja, jefe de redacción del Nuevo Diario, Daniel López, director de Radio Nacional y el siempre ubicuo Panchi Palópoli. A las nutridas huestes del periodismo del sur de la provincia las encabezaba Alejandro Etchart, de El Vocero de Metán.

Walter Wayar demostró que sabe cómo mover el esqueleto al ritmo de la música de Madonna. Pero el que más bailó fue el intendente de Rosario de la Frontera, Ernesto Morales. Como siguiendo el ejemplo de su jefe, a las funcionarias municipales de la ciudad sureña, se las vió desatadas, festejando a pleno. La fiesta fue amenizada por Paola Arias, José García (el joven mosconense ganador de Operación Triunfo) y la Banda Azul.

El jueves se había hecho un agasajo íntimo en Salta, y ese sábado al mediodía se realizaría un almuerzo formal en el Hotel Termas de Rosario de la Frontera, con los muy allegados, los realmente VIP. Los lujosos autos cero kilómetro y las poderosas 4×4 estacionadas en cinco cuadras a la redonda se fueron alejando. Pero todavía no había llegado el verdadero final, digno de Buñuel.

Porque entonces fue el momento propicio para que se abrieran las puertas al curioso y deslumbrado pobrerío que había entrevisto la fiesta del poder desde afuera. Ese populacho despreciado para el cual los hipócritas de la política dicen que gobiernan. No encontraron muchos restos de comida. Pero se tomaron todo el vino que quedaba en las mesas.

En esta ocasión las migajas de los poderosos enriquecidos en su nombre fueron magras. Por eso cedieron a la tentación de llevarse un mínimo botín. Era un hurto menor a quienes les robaron sus sueños y su futuro. Pero los custodios de la modesta y obscena bacanal no tuvieron piedad con ellos. En la puerta les pedían, por favor, que no se llevaran los vasos.