Reconocida mundialmente por su trabajo en el universo de las novelas gráficas y, especialmente, por PERSEPOLIS, que luego llegó al cine en una película que codirigió, la multifacética Satrapi no ha logrado revalidar hasta ahora sus pergaminos como cineasta en sus cuatro películas posteriores, todas ellas olvidadas y olvidables. MADAME CURIE (RADIOACTIVE, originalmente) no hará mucho por cambiar esa historia, pero al menos estamos ante una película que por su tema, la actuación de su protagonista y la ausencia de títulos relevantes este año quizás termine teniendo más repercusión que las previas.
En su defensa, hay que decir que esta biografía de Marie Curie, cuyo estreno mundial tuvo lugar en 2019 en la clausura del Festival de Toronto, no es la típica película convencional que suele gustar a los miembros de la políticamente progresista pero estética y formalmente conservadora Academia de Hollywood. Es cierto que tiene muchos de esos elementos, pero al basarse también en una novela gráfica, MADAME CURIE se despega de las formas más apolilladas de este tipo de relato.
El problema es que el Plan B que Satrapi nos tiene reservados para contar la historia de la célebre científica que ganó dos veces el Premio Nobel y cuyos trabajos en relación a la radioactividad cambiaron el mundo tampoco es mucho más interesante que el tradicional. Aplicada a ritmos más frenéticos y apostando entretener a una audiencia, si se quiere, más joven, la película funciona más como una larga y enérgica cadena de videoclips centrados en distintos momentos de la vida de la mujer nacida en Polonia como Maria Skłodowska, así como algunas de las consecuencias de sus descubrimientos y aportes a la ciencia.
La nerviosa película tiene como gran respaldo una actuación muy comprometida de Rosamund Pike, que saca a la luz el carácter fuerte y decidido de la científica, cuya presencia y actitud no eran comunes en gran parte de las mujeres de la época, por lo que siempre caía bastante mal y era más bien rechazada por el mundillo académico machista y tradicionalista parisino de principios del siglo XX. Decidida y frontal, Marie no se dejaba amedrentar por los científicos más veteranos y conservadores.
Echada de su laboratorio, Marie conoce a su colega Pierre Curie y pronto empiezan a experimentar juntos llegando a los descubrimientos y avances científicos ligados a la radiación que irán teniendo miles de usos desde entonces, usos que la película va insertando –de manera no del todo lógica– en distintos momentos, mostrando de manera casi didáctica/escolar que los descubrimientos de Curie sirvieron tanto para los rayos X y el tratamiento del cáncer como para la bomba atómica y otros «explosivas» situaciones como la de Chernobyl.
La película se puede dividir en dos etapas. La primera está ligada a su relación con Pierre Curie y sus iniciales descubrimientos científicos, haciendo centro en los problemas que derivaron de un Premio Nobel que originalmente se lo habían dado solo a él. La pelea por ser reconocida en el ambiente académico sería la primera que iba a dar. La segunda es de corte más personal y tiene que ver con el otro aspecto que la película une al académico: la vida amorosa de Marie, que fue duramente criticada por la prensa, sus colegas y la gente en Francia que pasó de admirarla a lo que hoy llamaríamos «escracharla» frente a su casa.
MADAME CURIE pone el acento en Curie como el ícono feminista que fue y lo hace desde todos los aspectos posibles. Su rechazo a las tradiciones de la Academia se une a su manera «liberal» de vivir su vida personal, pero lo principal está en su actitud. Lo que Pike logra transmitir muy bien es que Curie era una mujer decidida, franca y que no temía decir lo que pensaba y reclamar por lo suyo, algo que entonces –y, convengamos, aún ahora– solía ser tratado como arrogancia, más que nada viniendo de mujeres.
Lo que la película no logra, más allá de los esfuerzos de la actriz de PERDIDA, es que el personaje sea más complejo que los subrayados que Marjani le impone. Por lo simplista de su guión, por la forma nerviosa de estar filmada, por la brevedad de sus escenas que optan casi siempre por el efecto y no más que eso, la ficcional Curie no logra salir de la categoría de ícono, de modelo o figura ejemplar. Al fin de cuentas, pese a sus intentos por alterar la fisonomía de la biopic tradicional, Marjani no logra salir de las trampas que estas suelen imponer. Por más que el envoltorio sea diferente, RADIOACTIVE es igualmente un «grandes éxitos» de la vida de la gran científica. Un noble y más que merecido homenaje, pero no más que eso.
Fuente Microcine