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lunes, noviembre 25, 2024

«Mal comidos» de Soledad Barruti: «regalías para unos pocos y mala comida para los que comen»

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Soledad Barruti abre el ciclo «Primavera Planeta en Salta» con “Mal Comidos, cómo la industria alimentaria argentina nos está matando”, el 2 de noviembre a las 19 hs. en el Salón Castellanos 2 del Hotel Alejandro I, Balcarce 252.

«Mal comidos» no es ficción, es un ensayo de 464 páginas que pinta el mapa alimentario de nuestro país bajo un sistema perverso y corrupto que degrada el medio ambiente y la naturaleza e influye directamente en el bienestar de las personas que habitan este suelo. Su libro genera polémica y abre un debate necesario que permite replantearnos por qué estamos malcomidos. «¿Por qué cada día hay más obesos, más diabéticos, más hipertensos y más enfermos de cáncer?», se pregunta la autora del libro. Sin eufemismos, Soledad dilucida una problemática actual crítica.

Editorial Planeta prepara la publicación de El sabor de Dios, la primera novela de Soledad Barruti (Buenos Aires, 1981). Como periodista, colabora en las revistas Radar, Página/12 (suplemento cultural), Bacanal y Traveler.

A la vera del sistema productivo actual: «Hambre para hoy y más hambre para mañana»

En “Malcomidos” hacés una denuncia explícita acerca del trayecto que recorren los alimentos desde su origen hasta que los sacamos de las góndolas y señalás un momento histórico: el día del anuncio del Plan Estratégico Agroalimentario. ¿Comer mal es de uso político?

– Creo que el problema del malcomer empieza en la producción: para qué se produce, con qué métodos y por qué. Si bien lo lógico es pensar que se producen alimentos para que las personas coman, cuando se desentraña el asunto nada es lo que parece. En nuestro caso específico, todo el tiempo nos dicen que el país produce alimentos para 400 millones de personas. Pero el 56 por ciento de la tierra cultivable está ocupada por soja que se exporta en más de un 90 por ciento para que coman cerdos en China o para que se hagan biocombustibles. La soja no puede ser tomada como alimento. Y cuando se la intentó tomar como alimento –en la crisis de 2000/2001- provocó estragos en la salud de los chicos. Porque la soja tiene fitoestrógenos y antinutrientes no recomendables en una dieta, menos en una infantil. Pero producimos soja. Y la tierra es sólo una.

Entonces, la comida real, en la avanzada de ese cultivo se reacomodó. Se cerraron tambos, se talaron frutales, se sustituyeron producciones de legumbres o de trigo por soja. Desaparecieron toneladas de Barruti1.jpgcomida (y miles de productores, de familias rurales, de campesinos). Y lo que no desapareció se comprimió, se intensificó. Así tenés por ejemplo el caso de los pollos y los huevos: en establecimientos de cría intensiva, nunca se produjo tanto. ¿Pero de qué tipo de productos estamos hablando? Cuando se habla de comida lo que importa no es sólo la cantidad. Importa mucho la calidad. Y esa mega producción sale en detrimento directo de la calidad.

En ese contexto el plan estratégico Agroalimentario es la comprobación de que el país quiere continuar en ese rumbo de regalías para unos pocos y mala comida para los que comen. Porque no nos olvidemos que acá somos 40 millones y hay más de dos millones que pasan hambre.

Este Plan se propone elevar la producción de granos de 92 a 157 millones de toneladas para el 2020, un 58 % más; además de incrementos de un 53 % en cultivos industriales, un 235 % en el complejo algodonero, un 89 % en el hortícola, un 27 % en el forestal, 36 % para el complejo frutal citrícola, un 15 % para el vitivinícola y un 115 % para el avícola, ¿qué consecuencias nos va a traer a corto, mediano y largo plazo? ¿Dónde queda la sustentabilidad proyectada en el Plan, la calidad de los alimentos y la accesibilidad?

– En primer lugar deberíamos plantearnos para qué sirve el aumento en la producción. ¿Nos va a traer mejores alimentos? ¿O va a posibilitar el acceso de alimentos a esas personas que hoy no los tienen, disminuyendo la inflación? ¿O va a ser más de lo mismo?
También es interesante del PEA que se contradice una y otra vez. Como si no tuvieran en cuenta que la tierra es una sola. Se va a aumentar la producción de granos y a la vez de ganado ¿Es posible eso físicamente? Lo mismo con los frutales.

Son muchos los profesionales que acuerdan que este modelo productivo es hambre para hoy y más hambre para mañana. Por un lado, estamos garantizándonos cada vez menos personas en el campo (en la mayoría de los casos de trata de producciones que requieren menos mano de obra que la anterior y más extensión de tierra deshabitada); por el otro, suelo más degradados, menos diversidad productiva, menos calidad de alimentos.

¿Todo esto tiene que ver con la superpoblación y la necesidad de alimentar a más personas o sólo hay un interés comercial de grupos económicos que manipulan el sistema productivo industrial?

– Nunca se produjeron tantos alimentos en el mundo y nunca hubieron tantos hambrientos. Tampoco se desperdició nunca tanta comida.
La FAO ya reconoció que no se cumplieron ninguno de los objetivos que se habían planteado hitos como la Revolución Verde.

¿Por qué? Porque no se superproducen alimentos para alimentar sino para mantener una maquinaria muy perversa donde no importa si se habla de carne, soja o café siempre se está pensando en las bolsas financieras del mundo y nunca en la mesa de nadie.

¿Quiénes son los responsables de estar “mal comidos”?

– Hay un entramado global que nos ubica como el granero de soja del mundo. Ahora, si bien creo que los Estados son bastante débiles ante algunas corporaciones, también estoy segura de que desde hace varios años no hay ninguna decisión política de fortalecernos, de que nuestro país tenga nada parecido a la soberanía alimentaria. Todo lo contrario: las fuerzas del Estado parecieran estar todas orientadas a cumplir a la perfección el lugar que nos fue asignado, aunque para hacerlo tengamos que hipotecar nuestra salud, nuestro medioambiente, nuestra cultura.

¿Y los cómplices?

– No sé si hay cómplices. Creo que uno es responsable en la medida en que tenga la información y no haga nada para intentar llevarla lo más lejos posible. Venimos bastante demorados como sociedad al momento de volcar una mirada crítica sobre este sistema que es ampliamente criticado en todo el mundo.

Soledad, en tu libro subrayás una especie de división entre campesinos-indígenas-pequeños productores vs. empresarios sojeros y con esto hay un anuncio: la desaparición del primer grupo. ¿Creés que esto nos podría llevar a una especie de revuelta social?

– Cuando viajé por el país encontré un movimiento social inclemente hacia la periferia: personas que vivían en el campo hace no mucho tiempo, en vidas humildes pero autónomas, y ahora están a la vera del sistema en barrios sociales viviendo de un plan, o en barrios marginales o directamente en la banquina de la ruta. Son personas a las que se relegó de cualquier rol activo y eso es grave. No todas las personas debieran vivir en las ciudades. Hay personas que quieren vivir en el campo, trabajar la tierra y hoy no tienen cómo. Yo hablé con muchos productores medianos que me decían: «a mí si me sacás del campo y me muero». Esa muerte en vida es terrible.

Por otro lado en muchos productores tradicionales –chacareros- la soja apareció como un salvoconducto cuando no había otro plan, cuando no había nada. No se puede juzgar que alguien elija alquilar su campo o convertirse a la monoproducción si no se les están ofreciendo alternativas desde el Estado.

Yo no planteo una guerra de unos contra otros. Planteo un estado de situación muy triste en el que no hay lugar para nadie. Sólo para un puñado de corporaciones que nos devoran en su avanzada.

Si no me equivoco, focalizás el problema de la producción en los feedlots y en la siembra de soja. ¿Cómo impacta en el ambiente y en las personas?

– La soja, como dije, reorganizó todo. También a las vacas, a las que se mandó a corrales de engorde. Se trata de espacios de engorde intensivo donde los animales dejan de comer lo que están naturalmente preparados a comer –pasto- y pasan a vivir hacinadas sobre barro mezclado con bosta y orina, comiendo maíz, mezclado con otra serie de cosas. Eso genera varios problemas: en el medioambiente una alta carga tóxica donde antes había un sistema sustentable de abono de suelos. En la carne en sí, un exceso de grasas saturadas, un desequilibrio en los ácidos grasos esenciales, la falta de sustancias beneficiosos que había generado que nuestro país –el más carnívoro del planeta- fuera saludable en esa carnivorisidad.

Por otro lado, el cambio de dieta de las vacas acidifica sus intestinos haciendo que las bacterias que tienen dentro muten y generando, entre otros peligros, una escherichia coli mutada que provoca Síndrome Urémico Hemolítico, enfermedad que en nuestro país provoca más muertes que en ningún otro.

Finalmente está la cultura ganadera que con suerte quedará para el recuerdo. O para un selecto grupo de consumidores Premium o del extranjero.

¿Qué opinión nos podés acercar sobre la mala alimentación como consecuencia de la pobreza?

– Son cosas que están absolutamente relacionadas. En nuestro país las enfermedades más ligadas a la mala alimentación: desnutrición, anemia, obesidad, diabetes tipo 2, avanzan sobre los sectores pobres más que sobre otros. Porque la comida real está alejándose para todos pero el efecto en esos sectores ya se nota hace rato.

¿Qué se ofrece en los platos de los pobres más que nada? Lo más barato: harinas refinadas, azúcar, grasas de mala calidad.

En las canastas básicas de los pobres no hay alimentos reales.

Sos periodista y escritora, tu pluma sirve para divulgar el estado alimenticio de un país. Del otro lado estamos nosotros. ¿Qué creés que debiéramos hacer?

– Creo que una vez que la información está cada uno desde su lugar tiene que ayudar a hacer una especie de masa crítica que promueva e impulse cambios desde el Estado. Esto no es algo que se solucione desde los consumidores: comprando un pollo natural en vez de un pollo industrial contribuís a mejorar tu salud pero no a que no mueran de cáncer la cantidad de chicos que mueren porque sus barrios son fumigados con millones de litros de agroquímicos.

Malcomidos plantea un problema que llega a la mesa pero que no se controla ni se soluciona sólo desde ahí.

¿Planeta te eligió a vos o vos elegiste a Planeta?

– Yo acerqué la idea sobre este tema que vengo estudiando hace años. Y ellos lo vieron enseguida y apoyaron la investigación.

¿A quiénes molesta tu investigación, Soledad?

– Molesta a quienes se están enriqueciendo con este sistema y no quieren que cambie. Sobre todo algunos productores sojeros.

Información adicional

El Grupo Planeta presenta su ciclo de escritores con el patrocinio del Banco Hipotecario. El ciclo incluye además, cada sábado de noviembre a las 19 hs. (9, 16 y 23), la presencia en Salta de Florencia Canale, Felipe Pigna y Gabriel Rolón & Teresa Castillo. Cuenta con la producción general de Franganillo / Comunicación. Las charlas serán moderadas por el periodista Nino Ramella.

1 COMENTARIO

  1. «Mal comidos» de Soledad Barruti: «regalías para unos pocos y mala comida para los que comen»
    Acabo de terminar de leer el libro de Soledad Barruti sobre los problemas que nos aquejan a todos nosotros cuando queremos comer un plato de comida rica y saludable. Siempre he sido detractora de la comida rápida, congelada, prepreparada por una empresa. Me gusta cocinar y me gusta saborear los alimentos que consumo, no comer por comer. T es cierto que los alimentos frescos que compraba hace 30 años tenían un sabor que los caracterizaba y hoy un tomate, solo puedo saber que es tomate cuando lo veo, no cuando lo como, porque no tiene sabor a nada.Eso me pasó hace 20 años en mi viaje a EEUU. Veinte años después importamos lo peor de ellos. Pero lo que mas me preocupa es la contaminación de los suelos , la contaminación del agua, porque a través de ella todos nos enfermamos lentamente en mayor o menor medida. Me recuerda directamente la película Erin Brocovich, donde la gente del lugar iba enfermando de a poco de cancer, de alergias, hasta morir sin saber la causa y la causa siempre está en el AGUA ( contaminada). Todo requiere agua y si contaminamos el suelo con agroquímicos, contaminamos el agua y contaminamos el planeta. Cuál es el mayor problema de Africa, sus aguas contaminadas, de ahí la extensa serie de enfermedades que padecen. Bueno, en vez de avanzar, retrocedemos.
    Lo peor de todo es que la salud cuando se pierde no se recupera ni con todo el oro de Wall Street logrado en soja. Porque el cáncer no perdona es el mismo y para todos.

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