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viernes, mayo 3, 2024

Muy buen cierre para el 39º Abril Cultural

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El concierto lo iba a dirigir el titular de la orquesta, pero con valentía y conocimiento asumió la responsabilidad la directora asistente de la agrupación, Yeni Delgado. El concierto para piano y orquesta nº 1 comienza con un primer movimiento “maestoso” de colosales dimensiones.

Salta, jueves 30 de abril de 2015. Teatro Provincial. Solista: María Fernanda Bruno (piano). Orquesta Sinfónica de Salta. Directora: Mª Yeny Delgado. Obras de Johannes Brahms (1833-1897). Obertura Festival Académico op. 80 y Concierto para piano y orquesta nº 1 en re menor op. 15. Final del Ciclo “Todos Juntos con Brahms” y cierre del 39º Abril Cultural Salteño. Aforo 85%.

Por fin un programa de mano como los que antes solía ofrecer la temporada orquestal en Salta. Completo, con los datos que el público necesita para una información previa, incluidos los que hemos escuchado estas obras muchísimas veces. Otro detalle, el concierto lo iba a dirigir el titular de la orquesta que por esos problemas de combinaciones de vuelos -venía de Estados Unidos- no llegó según lo previsto y entonces con valentía y conocimiento asumió la responsabilidad la directora asistente de la agrupación, la cubana Yeny Delgado. Tercer detalle por el cual se puede decir que llegar a la realización de este concierto, es que tanto conductora como solista sufrían circunstanciales problemas de salud. Cuarto detalle, la música comenzó con exquisita puntualidad. Un milagro.

¿Es Brahms el autor de la Obertura para un Festival Académico, escrita para festejar su nombramiento de Doctor Honoris Causa recibido por parte de la Universidad de Breslau? La pregunta se genera en la decisión del compositor, conocedor de cánticos estudiantiles de la universidad que el autor transitó en sus años jóvenes, de unir cuatro de ellos e intentar una obra breve, pero que recuerde dichos cantos. Por tanto aquí hay algo más que una inspiración personal sino que la génesis tiene influencias externas. Esos cánticos de taberna están unidos no solo por su rigor musical, que supera el áspero aspecto de la obra, sino que termina por brindar un momento de regocijo.

Sin el intervalo acostumbrado, Yeny Delgado y María Fernanda Bruno enfrentaron un duro compromiso. El concierto para piano y orquesta nº 1, cuya escritura tuvo varios tratamientos y estructuras que fueron cambiando en el tiempo, pero refleja en general el conflicto interno del rústico Brahms, enamorado en silencio de Clara Wieck, esposa de su amigo Robert Schumann, silencio que según se cuenta se mantuvo toda su vida. Comienza con un primer movimiento “maestoso” de colosales dimensiones. Comparado con la duración de los dos esquicios posteriores, hacen pensar en una obra desequilibrada aunque su resultado, a través del tiempo, nada tiene que ver con esa idea.

Luego viene un “adagio” altamente emotivo para cerrar con un “rondó alla húngara”. Yeni lo condujo hace casi cinco años usando en aquel momento tres minutos más que en esta oportunidad lo cual da pié para las subjetividades de los oyentes, olvidándose que diferencias tan pequeñas por lo general se deben a solistas diferentes. Su lectura fue de elevado nivel ante una obra que contiene no pocas dificultades como sucede en el período romántico y por ello redondeó una conducción de cuidada factura que la mantuvo atenta al pianismo de la solista logrando una verdadera conjunción entre ambas. Yeni Delgado tuvo expansivo sonido ante los silencios del piano pero contuvo la intensidad cuando éste decía su bello discurso. María Fernanda Bruno superó con solvencia su temible parte. Es más, luego de la larga introducción orquestal, la pianista coloca su primera nota y comienza a dulcificar la rigidez inicial porque si bien el compositor utiliza continuamente casi todo el teclado, en este caso no es un oponente sino que piano y orquesta buscan el diálogo permanente. ¿Porqué? Porque el piano tiene una destinataria: Clara Wieck. Esto quedó en evidencia en trémolos de llamativa limpidez, en indisimulables meditaciones pero sobre todo en el “adagio” donde las notas caían como lágrimas, como perlas de infinita nostalgia. Sentí la sensación que ambas pusieron su arte pero a corazón abierto, dejando fluir sus propios sentimientos.

Mis quejas sobre el piano quedan para otro día. El final fue de María Fernanda con el hermoso lied, conocido como Canción de Cuna, nº 4 del op. 49 del notable compositor de esta noche.

1 COMENTARIO

  1. Muy buen cierre para el 39º Abril Cultural
    Me encantó el concierto y también la directora de la Orquesta, miraba sus manos, muy expresivas, estaba atenta a todo, especialmente cuando tenía que ingresar la pianista. Muy bueno!

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