Este artista nos atraviesa. No sé si en nuestro país queda algún rastro de este estilo de comediante verborrágico, inteligente, atrevido, sagaz, jugado, dramáticamente divertido.
Mi hijo me avisó de la triste noticia de su partida. Lo admiró tanto como yo lo hice. Conocimos a Enrique Pinti en 2012, en el Teatro San Martín, Buenos Aires. A veces unos minutos son una vida. Salíamos de ver una obra de Molière: “El burgués gentilhombre”, fuimos especialmente a verlo actuar. Nos quedamos en el recibidor del Teatro para esperar al maestro. Cuánta humildad, sencillez y naturalidad. Un gran artista que se dejaba abrazar por dos salteños, era un grande fuera de las luces del escenario que nos impactó para siempre. Sonreía y agradecía nuestra presencia. Los abrazos se sienten en el alma y eso es definitivo.
Hubo un Pinti polémico, un Pinti puteador, un Pinti carismático, un Pinti… único. Hubo una vez un Pinti. Ese Pinti no puede morir jamás.
Lo recordaremos por su exquisita loca “Salsa criolla”, estrenada en 1985, cabalgata histórico-musical que reseña la historia Argentina desde la llegada de los Conquistadores hasta “nuestros” días… aquellos días…Obra con la que se consagró obteniendo un éxito rotundo.
Hay muchas más obras… “Pinti 97″, “El show de Enrique Pinti”... pero él era en sí la comedia ambulante…
El gran actor de la escena nacional se fue el día internacional del teatro, a la edad de 82 años.
A Pinti le obsesionaba la política y los políticos. Lo reafirma en su libro “Las cosas por su nombre”, obra que me compré en la calle Corrientes, un lujo posible en mi querida Buenos Aires donde se puede pagar libros… y me quise llevar un Pinti, el que ahora tengo en mis manos y atesoro con cariño entre los volúmenes de mi biblioteca.
¿Te acordás de “El mono relojero”? Historieta infantil escrita por Pinti… Es que este fascinante actor, artista, columnista, es… fue… bastante polifacético. Se pasó largos años escribiendo columnas para un importante medio gráfico. Durante la dictadura incluso, hizo reportajes y programas que fueron censurados.
Su nivel lingüístico es lo que más amamos de él…además de su bellapersona claro está; polisémico, capaz de emplear en sus monólogos la connotación y librarnos de lo plano y de lo cotidiano. Un loco del arte dramático, un Pinti de La Mancha.
¿Se acuerdan de su diatriba contra los celulares? Un visionario. ¿Y de su pasión por viajar? Odiaba que la gente llegue tarde. Pinti era un hombre moderno con todas las letras.
Él mismo se autollamaba “loco bohemio”. Era parte de esos locos bohemios que amaban el arte y la cultura. Revalorizaba el trabajo como “la única puerta que conduce a la tranquilidad económica”, una tranquilidad de “sentirse útiles y necesarios”.
Se quejaba de esta sociedad anómala que intenta sacarse de encima a “los viejos”, y por supuesto, defendía a los jubilados argentinos de los que vaticinó: “el futuro del jubilado es negro”.
Definía a la Argentina como “una caja de Pandora”. Y le dedicó mucha letra al corralito del 2001, porque Pinti sintió que ese año tocaba fondo con la crisis. Justamente esa suerte mítica era la carta que nadie esperaba ya que al abrir la caja… podía haber una salida.
Fue un súper crítico de finales del siglo XX e inicios del XXI, tuvo un estilo inigualable, cargado de ironías y plurisignificados. Se pasó una vida construyendo y deconstruyendo una Argentina posible.
Pisó un escenario por primera vez a los 15 años, pero ya antes armaba ficciones en su picante y ágil cabecita.
Este es un homenaje a Pinti, mío-nuestro-vuestro, para no olvidar lo bueno de nuestra cultura argentina, a los bohemios idealistas de ayer y de hoy; a los pensantes; a los soñadores; a los constructores; a los que hicieron historia con su arte.
Los dejo con una frase que le pertenece, “¿no podrían volver aquellos tiempos en los que era tan fácil la vida? Lo pido en nombre de la sociedad de torpes-distraídos-idealistas-y-nostálgicos de América Latina”.
Los dejo con el recuerdo eterno de Enrique Pinti.
