Pecados de la Política

Claudio del Plá fue una figura importante en la lucha social. Por eso esperábamos que siguiera hasta las últimas consecuencias. No puede aceptar un cargo del gobierno al que tanto enfrentó. No lo juzgo como trabajador, pero es un mal paso político.

Soy de las tantas personas que alguna vez le dio el voto a Claudio del Plá: lo mío no era un voto bronca, era simplemente un voto en contra de Romero. Pero sobre todo, voté porque era un maestro que si llegaba al poder, podría desde allí, pelear por nosotros.

Sobre su nombramiento, quiero expresar que no viene bien “parido” de la mano de Altube. Del Plá fue una figura política importante en la lucha social, y como yo, muchos esperábamos que siga hasta las últimas consecuencias.

Una anécdota quiero contar, que tiene que ver con una “ira” ideológica contra su persona. En 1999, en la calle San Luis, estábamos varios maestros que fuimos llamados a cubrir cargos, los que no entramos en el puntaje de los nombramientos de la Escuela Alberdi.

Él, estaba unos metros más atrás de mí. Intuí que nos tuvieron parados todo el día únicamente para perjudicarlo a él. Pero nos perjudicaron a todos.

Hasta horas de la mañana, cada docente elegía el cargo y la escuela en la que quería desempeñarse, ponían en pantalla lo que había y de acuerdo al puntaje, cada maestro tenía mejores posibilidades.

En horas de la noche y en forma inusual, empleados de la Junta “decidieron” cambiar el sistema de nombramiento, según el domicilio del DNI, como si hubiesen estado buscando el lugar menos apropiado para mandar a Claudio Del Plá. Ese año, en ese momento y por estar cerca suyo, nos mandaron donde ellos decidieron: no tuvimos la misma posibilidad que los demás y nos dieron nuestros nombramientos en la mano.

Me enteré después, que al colega lo enviaron a una escuela con una corta suplencia, y quedó en breve, sin trabajo.

En cuanto a mí, renuncié al poco tiempo porque el turno asignado no me permitía seguir estudiando en la UNSa.

La injusticia que percibí, ganó un voto hacia él y también pensé en aquel maestro que esa vez quedó sin un puesto, en sus hijos, en su esposa. Y me alegré cuando llegó al poder porque la persecución no es sinónimo de democracia, sentí que era un premio.

Me parece más interesante pasarles factura a los que se enriquecieron a costa del pueblo, por ejemplo, y que siendo empresarios hoy están millonarios. Sin embargo, como ciudadana que alguna vez lo votó, tengo “el derecho a la duda”.

La humillación hacia los maestros alguna vez tiene que ser saldada, por eso no juzgo al trabajador; sí, en cambio, me entrometo con el político: no se puede aceptar un cargo de una persona que se lavó las manos con el conflicto docente y que el propio Del Plá enfrentó en sus discursos, en su diario, en la calle. No es coherente.

Es un mal paso como político aunque se entienda al trabajador. ¿Cómo vería él mismo esta maniobra en un adversario político? La hubiera criticado.

Hay que ser un buen perdedor y mirar hacia adelante: o tengo que creer que al final todo pasa por el dinero o lo que es peor, por la venta de las ideas, si es que las hubo.

Romina Chávez Díaz

Docente: Profesora para la Enseñanza Primaria y Profesora de Letras

Periodista, editora y co-directora de Salta 21

romi_969@hotmail.com