En el medio nos encontramos todos los ciudadanos del país.
En esta última semana de septiembre la Presidenta de los argentinos viajó a los Estados Unidos, principalmente para participar de la Asamblea Anual de la Organización de Naciones Unidas (ONU), y para cumplir también con una serie de compromisos e invitaciones, entre ellas la realizada por la famosa Harvard University en la cual luego de efectuar una disertación sobre la crisis económica, pasó a responder una rueda de preguntas de los estudiantes presentes. Ese evento como tal carece en sí mismo de trascendencia, y resulta ser un acontecimiento regular de agenda de cualquier funcionario público, que en el mismo lugar de su desarrollo ha pasado casi inadvertido.
Pero en cambio en nuestro país, reiterándose una conducta poco sana y hasta de mal gusto del llamado periodismo independiente por un lado y la réplica inmediata del llamado periodismo militante por el otro, se generó una verdadera catarata interminable de rechazos y apoyos, de críticas despiadadas y de explicaciones oficiosas, de descalificaciones o elogios a mansalva dependiendo del sector desde donde se analizaba la gira. Esta verdadera fiebre por formar opinión en uno u otro sentido no solamente no aporta al crecimiento del sagrado oficio de informar sino que pone en vidriera las miserias y el escaso profesionalismo de los representantes de ambos sectores.
Pertenecer al sector del llamado periodismo opositor genera con esa autocalificación la inmediata pérdida de credibilidad, ya que si los hombres y mujeres que trabajan en los medios privados despiertan cada mañana para dirigirse a sus labores asumiendo que cualquiera sea el tema a considerar ellos estarán en contra, la información o la critica que de ellos recibamos no tendrá siquiera visos de seriedad. No valdrá la pena sentarse a escucharlos porque de antemano sabremos que todo será negativo.
En la otra vereda, el efecto es idéntico, ya que si los periodistas se definen como militantes del partido gobernante, la objetividad será imposible porque al revés de los anteriores, de parte de ellos solamente recibiremos elogios de los actos de gobierno cualquiera fuere el escenario a tratar, y abundarán en descalificaciones de sus rivales de los otros medios. Con el agravante además, que esos programas se sostienen directamente con fondos públicos; son empleados del mismo gobierno al que tienen que analizar, con lo cual tampoco en este sector la objetividad estará presente.
Así entonces, y ya de regreso en Argentina Cristina FERNANDEZ, se han multiplicado los coros de ambos lados detallados, los primeros enumerando uno por uno lo que entienden han sido defectos, yerros o mentiras de la mandataria; y los segundos haciendo gala de una retahíla de elogios, denunciando supuestos operativos de prensa dirigidos por partidos de la oposición que habrían llegado a escribirles las preguntas a los estudiantes. En el medio nos encontramos todos los ciudadanos del país, resistiendo el embate de unos contra otros y teniendo que resignar en ese camino la esperanza de recibir información cierta, porque de cada uno de los bandos se desinforma y deforman los hechos deliberadamente para intentar sostener su opinión. Claramente, ambos sectores nos faltan el respeto sin tapujos.
Un ejemplo simple de que existe una intención aviesa que va mucho más allá del deber de informar, lo constituyen las maratónicas jornadas de Jorge LANATA solventadas por el Grupo Clarín, ya sea en Angola, Venezuela, Estados Unidos o donde se encuentre la comitiva oficial. De la conferencia en Harvard ese personaje mediático que se ha definido expresamente de oposición, ha realizado el viaje para producir su programa del próximo domingo y para calificar a la Presidenta de cínica. Nada nuevo habrá de esperarse para entonces, porque su posición ya conocida no aportará información responsable, sino “opositora” como quiera que pueda interpretarse esta cualidad de lo que se mostrará.
Al mismo tiempo, los integrantes de esa puesta en escena vergonzosa del llamado periodismo “militante” –como quiera o pueda interpretarse también esta posición tan poco profesional- que se conoce como “6, 7 y 8”, se avocarán a editar los videos de los discursos y las preguntas de los asistentes, para intentar disimular los equívocos o las mentiras de la Presidenta, y al final del programa sonreirán con la satisfacción del deber cumplido. De justificar lo injustificable. No de otra manera se puede entender que uno de sus oradores de la mesa, el periodista Orlando BARONE, para intentar esgrimir un argumento defensivo, haya llegado a afirmar que está muy bien que la señora Cristina FERNANDEZ no de conferencias de prensa, porque seguramente se pondría en ella a alguna persona para que se produzca un escándalo. Increíble. Así entonces, y con un total desparpajo la voz oficial de la información quiere presentar como un acto de prudencia de la Presidenta cuando todos advertimos que es un claro gesto de intolerancia y autoritarismo.
El prestigioso fundador del portal Rebelión.org y autor del conocido libro “Traficantes de información”, el periodista Pascual SERRANO, ha analizado con mucha claridad este tema en el número 4 de la revista “Miradas al Sur” Edición nº 171 del domingo 28 de agosto de 2011, y la conclusión es muy clara, cuando afirma que periodismo independiente y militante son términos que no le gustan, y que además el periodista independiente no existe, ya que siempre depende de empleador, circunstancia, posición ideológica o anunciante. Cabe agregar en esta oportunidad, que el periodista militante, desafortunadamente sí existe, cobra del Estado y no aporta ni profesional ni objetivamente nada. Finalmente el señor SERRANO expone:
“La casuística del periodista profesional es muy amplia. Mi opinión es que el profesional honesto que quiera adaptarse a los nuevos tiempos debe practicar un periodismo de análisis e interpretación. El formato urgente, frívolo y superficial de nuestros medios va a ser arrasado por internet y el testimonio ciudadano gracias a las nuevas tecnologías”.
Claro que esas tecnologías no siempre están al alcance de todos, y la televisión abierta seguirá siendo por muchos años el medio de acceso a la información de la mayoría de la población. Mientras estos medios alternativos de informarse no se generalicen será inevitable el tener que participar de la diatriba diaria de los “independientes” y los “militantes”, que degradan por igual al periodismo responsable
Periodismo independiente y periodismo militante
Dr. Tort, reconozco sus buenos oficios y mejores intenciones, pero la presencia de Cristina no es menor en cualquier espacio en que se presente y en cualquier instancia en que se pronuncie, toda vez que lleva con competencia y convicción la palabra de la Nación. Su discurso interno e internacional está imbuido de coherencia y claridad en sus argumentos. Primera vez, en mi condición de ciudadano común (es decir sin ningún interés creado, que el estrictamente cívico) , me siento representado en una investidura de este orden, distanciada de los impresentables anteriores, que aprendí a repudiar desde su mirada y del apreciado Sergio Poma. Por eso entiendo que lo que está en juego son modelos de País y, estar en una vereda o en otra, es tomar preferencia por el capitalismo fragmentado de la especulación o afiliarse a que la Nación tome la dirección de la inclusión distributiva y modalidades cada vez más participativas.Me atrevo a contradecirlo por el solo hecho de sentir confianza en quién nos gobierna y la seguridad de estar contenidos en proyectos nacionales convincentes. Juan Pedro Manghera