Nuestra propia historia, las luchas de quienes nos precedieron y dieron su vida, los logros obtenidos y los que aún nos faltan, nos compromete aún más con nuestros compañeros actores ante este nuevo Día Internacional de los Trabajadores.
“¡Ah, sos actor! ¡Qué liiiiiindo! ¿Y de qué trabajás? ¿Y de qué vivís?” Quién de nosotros no escuchó esta frase alguna vez en la vida. Esta idea de ruptura entre trabajo y arte. Quizá porque predomina un sentido común que no concibe al trabajo como un elemento ligado a nuestros deseos, gustos, placeres. Un sentido común que tiene fundamento en tantas y tantos trabajadores que no son reconocidos dignamente, sino que son explotados e incluso, en pleno siglo 21, esclavizados.
A esto se suman las escasas fuentes de trabajo para los artistas y la permanente inestabilidad laboral. Sin embargo, la organización que nos aglutina desde hace 94 años nació de la lucha de los actores y actrices de aquellos tiempos. Luchas que reconocemos y reivindicamos. Luchas que a lo largo de los años fueron dando sus frutos, como en la década del 70 cuando se lograron los convenios colectivos de trabajo en casi todas las ramas de nuestra actividad, y que son una herramienta fundamental para nuestro reconocimiento como laburantes en relación de dependencia.
Hoy, en una nueva conmemoración del Día Internacional de los Trabajadores, podemos decir con orgullo que somos gremio, que somos sindicato, que seguiremos dando las batallas por los derechos que aún no nos reconocen:
– La jubilación
– Vacaciones y aguinaldo en todas las ramas
– La puesta en marcha nuevamente de la Ley de Doblaje y su convenio colectivo de trabajo correspondiente.
– El reconocimiento como trabajadores en los ámbitos municipales, provinciales y nacionales, y la creación de las comedias respectivas, por concurso.
En este Primero de Mayo renovamos nuestro compromiso de defender a todas y todos los trabajadores actores, actrices, titiriteros, mimos, bailarinas/es, apuntadores, y de profundizar el camino hacia más y mejores derechos.
Y cuando nos vuelvan a preguntar “¿a qué dedicas, además de actuar?”, quizá podríamos ensayar una respuesta parecida a este párrafo del prólogo de Historia de las luchas de Teodoro Klein: “El actor no sólo es la confluencia de las técnicas, las poéticas escénicas y las ideologías; concurren también a producirlo -y tal vez como factores primarios- sus condiciones de trabajo, sus relaciones con los empresarios, su inserción en las formas especificas de producción, los vínculos establecidos con el Estado, la imagen que los actores tienen de sí mismos, la respuesta del público y la valoración que la sociedad hace de su trabajo, entre otras cuestiones aparentemente extra-artísticas. Todo esto forma la red de conexiones y de múltiples determinaciones que conforman al teatro como hecho artístico vivo, y que no pueden encontrarse en el texto dramático sobreviviente, cuando se lo enfoca con la lente estrecha que lo aísla y no lo comprende como parte de un fenómeno más complejo”.
– CONSEJO INTEGRAL
ASOCIACIÓN ARGENTINA DE ACTORES
Los Mártires de Chicago
En noviembre de 1884 se celebró en Chicago el IV Congreso de la American Federation of Labor, en el que se propuso que a partir del 1º de mayo de 1886 se obligaría a los patronos a respetar la jornada de 8 horas y, si no, se iría a la huelga.
En 1886, el Presidente de los Estados Unidos, Andrew Johnson, promulgó la llamada Ley Ingersoll, estableciendo las 8 horas de trabajo diarias. Como esta ley no se cumplió las organizaciones laborales y sindicales de Estados Unidos se movilizaron. Llegada la fecha, los obreros se organizaron y paralizaron el país productivo con más de cinco mil huelgas.
El episodio más famoso de esta lucha fue el funesto incidente de mayo de 1886 en la Haymarket Square de Chicago: durante una manifestación contra la brutal represión de una reciente huelga una bomba provocó la muerte de varios policías. Aunque nunca se pudo descubrir quién fue el responsable de este atentado, cuatro líderes anarquistas fueron acusados, juzgados sumariamente y ejecutados.
El 11 de noviembre de 1887 se consumó la ejecución de Albert Parsons (estadounidense, 39 años, periodista), August Spies (alemán, 31 años, periodista), Adolph Fischer (alemán, 30 años, periodista) y Georg Engel (alemán, 50 años, tipógrafo). Louis Linng (alemán, 22 años, carpintero) se había suicidado antes en su propia celda. A Michael Swabb (alemán, 33 años, tipógrafo) y Samuel Fielden (inglés, 39 años, pastor metodista y obrero textil) les fue conmutada la pena por cadena perpetua y Oscar Neebe (estadounidense, 36 años, vendedor) fue condenado a 15 años de trabajos forzados.
En julio de 1889, la Segunda Internacional instituyó el «Día Internacional del Trabajador» para perpetuar la memoria de los hechos de mayo de 1886 en Chicago. Esta reivindicación fue emprendida por obreros norteamericanos e, inmediatamente, adoptada y promovida por la Asociación Internacional de los Trabajadores, que la convirtió en demanda común de la clase obrera de todo el mundo.
El Congreso de París de la Segunda Internacional acordó celebrar el «Día del Trabajador» el 1º de mayo de cada año.
En nuestro país el 1º de mayo es feriado nacional por la Ley 21329 de Feriados Nacionales y Días no Laborables.