Otros 150 vecinos de esta ciudad retiraron los medidores de sus viviendas y los devolvieron a la empresa Aguas de Salta. Carlos Pagano, candidato a gobernador con el lema «el agua de Salta al pueblo de Salta» dice que la rebelión es legítima
Primero fueron vecinos del barrio Grand Bourg quienes sacaron los medidores de sus casas y los devolvieron a la empresa de Aguas de Salta. Luego hicieron lo propio moradores del barrio Santa Ana.
Esta mañana otros 150 vecinos de dos barrios de la capital llegaron hasta la sede de la empresa para devolver los aparatos que quitaron de sus viviendas puesto que -señalan- fueron colocados en forma ilegal.
Como los funcionarios de la firma no querían recibirlos los ciudadanos dejaron los medidores sobre la vereda, frente al acceso a la sede de Aguas de Salta en una antigua casona ubicada sobre España a metros de 25 de Mayo. «También esa casona nos pertenece a los salteños» declaró el doctor en Filosofía Carlos María Pagano para quien este fue otro hito en la lucha contra la empresa que fue privatizada violando la Constitución de la Provincia.
Integrante de la Junta del Agua del barrio Grand Bourg y de la Coordinadora de las Juntas del agua de toda la Provincia, Pagano ha venido impulsando la reestatización del servicio para terminar con los abusos de una empresa que encareció el suministro y deterioró su calidad.
Es del pueblo y para el pueblo
Pagano es candidato a gobernador por el Movimiento Socialista de los Trabajadores con la consigna «el agua de Salta al pueblo de Salta». En el marco de esta lucha a la que considera como una «resistencia güemesiana» cientos de ciudadanos impidieron la colocación del medidor por medio de letreros ubicados en el frente de sus domicilios con la advertencia de que el propietario no autorizaba su instalación.
Muchos fueron sorprendidos en su buena fe o engañados e incluso hay quienes sufrieron la colocación compulsiva del aparato a pesar de haber manifestado su oposición. Por eso es que surgen estos gestos masivos en los que los vecinos se juntan, sacan los aparatos y los llevan hasta la sede de la empresa.
Carlos María Pagano explica que esta acción es legítima puesto que la instalación del medidor fue irregular e ilegal. Y que las amenazas de Aguas de Salta de restringir el servicio a quienes se suman a la hidrorebelión contra la privatizada no es viable, puesto que tal restricción sólo puede ser aplicada a las personas que no hayan pagado sus boletas.
Salta contra la corriente mundial
La privatización del agua fracasó en todo el mundo porque las empresas deterioran el servicio y encarecen la tarifa para maximizar ganancias.
Varias provincias argentinas reestatizaron el servicio tras una privatización fallida y en la ciudad boliviana de Cochabamba -una urbe del tamaño de Salta- se desató años atrás una guerra del agua en la que más de 100 mil personas salieron a la calle para enfrentar al ejército (ver foto) y finalmente lograron -pagando el alto precio de varios muertos y decenas de heridos- la expulsión de una empresa privada y la reestatización del servicio.
La hidrorebelión salteña parece ser por goteo. Pero es incesante y creciente. Aguas de Salta resiste, con el apoyo irrestricto de un gobierno que le perdona multas y destina fondos públicos a inversiones que debería realizar la empresa.