En presencia de números pequeños de humanos, la sustentabilidad prácticamente no se ve afectada. Sin embargo, cuando la población humana aumenta enormemente, la situación cambia drásticamente y es obvio porqué.
La preocupaciòn del señor Ovando ( ver http://www.salta21.com/2012-Ano-Internacional-de-la.html ) por la conservaciòn de la naturaleza es loable. Aprecio su dedicación al tema. Sin embargo, las relaciones del hombre con la naturaleza no siempre son directas, lineales, observables y, por ende, fácilmente controlables. Eso también ocurre con la sustentabilidad o sostenibilidad. El concepto mismo de sustentabilidad es elusivo y no es aplicable a todo. Garantizar la sustentabilidad, energética en particular, no es tan simple como parece. Por eso, me permito acotar los planteamientos del señor Ovando.
La destrucción de la naturaleza se debe, esencialmente, a la interacción de dos grandes sistemas, el ecológico y el económico. En condiciones de ausencia humana, el sistema ecológico funciona de acuerdo a las formas y a los tiempos marcados por el proceso evolutivo. En tal condición, la sustentabilidad de la biósfera está garantizada. Sin embargo, no ocurre así con la sustentabilidad de cada especie en particular. Esto ocurre porque el proceso evolutivo es aleatorio y puede hacer desaparecer especies enteras de plantas y animales.
En presencia de números pequeños de humanos, la sustentabilidad prácticamente no se ve afectada. Sin embargo, cuando la población humana aumenta enormemente, la situación cambia drásticamente y es obvio porqué. Un número grande de humanos necesita una cantidad igualmente grande de alimentos y grandes masas de alimentos necesitan de grandes áreas cultivadas. Como la superficie global cultivable es fija, mientras que el número de personas y sus necesidades pueden crecer rápida e indefinidamente, pronto se llega a un choque frontal entre poblaciòn y naturaleza. Aquí hace su entrada el sistema económico, ya que -en principio- se tendría la obligación, por razones morales, de garantizar el alimento a todos los humanos sin importar cuántos son. Ahora bien, es claro que para conseguir esa condición, es indispensable usar la economía, la ciencia y la técnica para irrumpir en los sistemas naturales, ya que, dígase lo que se diga, la agricultura naturista no permite las grandes cosechas que los grandes números de personas necesitan.
En la confrontaciòn entre la naturaleza viva y la economìa, la biósfera llevará siempre las de perder. En primer lugar porque velocidades de evolución son tan radicalmente diferentes. En segundo lugar, porque los humanos, con la ayuda de la cultura y su inteligencia, son capaces de esquivar los tortuosos caminos de la evolución. En tercer lugar, porque los humanos poseemos en grado sumo ambiciones no naturales y siempre queremos más y más de ellas. En otra ocasión me permitiré comentar sobre el papel central que tiene el método científico clásico en la destrucción de la naturaleza.
Así pues, en condiciones de crecimiento poblacional incontrolado, es casi imposible garantizar la sustentabilidad. En el caso especial de las energías, las forma más evidentemente sustentables son la eólica y la solar. Veamos qué pasa con la solar. Para dotar de paneles solares a una poblaciòn creciente y ya gigantesca, hay que fabricarlos en masa. La fabricaciòn masiva de paneles necesita de grandes cantidades de ciertos metales raros y materiales altamente sofisticados. La obtenciòn de estos materiales necesita, a su vez, de grandes explotaciones mineras. Es decir, contaminaciones masivas y destrucción natural.
Actualmente, la única manera de saber si un sistema productivo o una forma de explotación es sustentable, es someterla a lo que se llama un Análisis del Ciclo de Vida. Un estudio complejo y largo de todas las implicaciones de asunto. Sin embargo, no está de más, repetir hasta el cansancio que, en condiciones de control neoliberal de la economía, toda sustentabilidad es imposible.
– Síndico (lectocomentarista de Salta 21)