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domingo, noviembre 24, 2024

Retrato de un pequeño aprendiz

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Llegando a la Plaza 9 de Julio por la calle Caseros, aires de armónica calientan las tardes de otoño. Sentado, una campera de jeans sobre los hombros, Ricardo está tocando.

Hace un par de años, Salta se convirtió en una parada obligatoria para los artistas callejeros nacionales o internacionales. Que sean artesanos, actores, músicos o bailarines, vienen a ganarse la vida con su talento como único compañero de viaje.

Ricardo nació en 1958 en Santiago de Chile y empezó muy temprano a interesarse por la música. Aprendió a tocar solo, escuchando y memorizando los sonidos. En aquella época, se dedicaba al comercio ambulante pero debido a las persecuciones permanentes de la policía de la dictadura, decidió cruzar el charco para encontrar nuevos horizontes. Pero el camino, que a primera vista parecía ya trazado, se complicó una vez en el puerto de Montevideo y tuvo que regresar a Chile por motivos económicos.

Del otro lado de la cordillera, la policía seguía reprimiendo a los vendedores ambulantes confiscando la mercadería o poniendo multas. Frente a la imposibilidad de desempeñar su tarea, se exilió de nuevo en 1984. Se instaló en Buenos Aires y encontró un trabajo en la Municipalidad. Durante su tiempo libre, empezó a tocar en la calle. Después de algunos años en Buenos Aires, renunció a su puesto para dedicarse totalmente a la música. Viajó por todo el país y encontró en Tucumán el puerto al que siempre iba a regresar.

Empezó a tocar en Salta a principios de los años 90, en la calle Alberdi, frente al antiguo teatro. Proponía un repertorio amplio (Beatles, música de películas, rock, blues) pero sufrió un rechazo de la gente que lo acusaba de ser un traidor por tocar música foránea. Para seguir adelante y tener posibilidades de ganarse la vida en un lugar donde se aceptara su música, siguió viajando. Lo hizo por Rosario, Paraná, Mendoza y Cuba…volviendo siempre a su Tucumán querido.

copado_1.jpgRegresó a Salta a finales de los 90, casi diez años después de su primera visita. Las mentes se habían abierto, la sociedad había evolucionado y la música de afuera se había hecho cada más vez presente en lo cotidiano de la gente. Podía tocar con más tranquilidad y sentirse más aceptado. Algunas personas, vestidas de pasado y llenas de los mismos prejuicios de siempre, le seguían demostrando su rechazo. Por esas razones, esperó otros diez años para volver más seguido a Salta y quedarse a tocar semanas enteras.

Hoy en día, viene a Salta dos o tres veces por mes y ya no tiene problemas de aceptación. Se sienta, empieza a tocar y la gente se agrupa para escucharlo. Lo felicitan, lo aplauden y hasta los pibes que vuelven de clase se paran para tocar un rato con él. Gracias a su humildad, su persistencia y su talento, Ricardo se ha ganado un lugar aparte en las calles de Salta. Aunque no se considera un músico sino “un pequeño aprendiz”, sus melodías reflejan su sencillez, su generosidad y sus experiencias.

La vida le ha negado a sus ojos contemplar un amanecer, el mar o la admiración con la que lo escucha la gente; pero a cambio, le ha regalado un talento y una energía que comparte con quienes lo rodean. Si pasan por la calle Caseros y sienten que notas de armónica rebotan por los adoquines, busquen al pequeño aprendiz y compartan un momento con él.

3 COMENTARIOS

  1. Retrato de un pequeño aprendiz
    gracias por contarnos su vida, si hay algo q recuerdo de Tucuman (y recordare siempre..) es la peatonal con la musica de Ricardo…

  2. Retrato de un pequeño aprendiz
    Siempre veo a este musico, no sabia que se llama Ricardo. Me gusta mucho lo que interpreta, tiene muy buena onda.
    ¡Gracias por la nota!

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