Enclavado en lo profundo de la provincia de Salta, un rincón remoto que tranquilamente podría considerarse como el lugar más parecido a Marte en nuestro propio planeta. El Desierto del Diablo es un paisaje árido, de tierra colorada y extraños picos de montañas que parecen emular la forma de conos gigantes.
Unos 30 kilómetros antes de llegar a Tolar Grande, la Ruta Provincial 27 se transforma de repente en un camino literalmente rojizo. Los suelos que emergen en el horizonte se tiñen de un rojo lacre oscuro que, bajo la luz del sol, deslumbra por su monocromía.
Este lugar es conocido como “Los Colorados” y también como “Desierto del Diablo”. Según cuentan las leyendas locales, aquellos que se aventuran en sus laberintos tienen la posibilidad de toparse con Huancar, como aquí se lo llama al diablo, y se rumorea que algunos han sellado pactos secretos con él.
Más allá del mito, este paisaje resulta simplemente hermoso e hipnótico y el tramo de las “Siete Curvas” es el punto máximo de atracción. Atravesar esta zona es como embarcarse en un viaje interespacial, un lugar aislado en pleno corazón de la Puna argentina, caracterizado por su aridez extrema.
“Es un lugar fascinante, no hay prácticamente ninguna vegetación, es muy árido y está formado por rocas rojas, un verdadero paisaje marciano”, resume Ricardo Alonso, un prestigioso geólogo que recientemente ha publicado un trabajo sobre este sitio en la Academia de Ciencias de los Estados Unidos. “Es un paisaje monótono que se extiende durante 20 kilómetros. Tiene una edad que va de los 20 millones hasta los 10 millones de años. La parte inferior formó parte de un viejo desierto y son dunas fósiles, mientras que la parte superior está conformada por rocas con influencia de evaporitas, yeso y sal”, resume.
El recorrido en auto abarca 1,3 kilómetros, y en el camino se convierte en un ir y venir zigzagueante que serpentea a través de las dunas fósiles, adornadas con miles de picos de arcilla y cristales de yeso. Desde aquí, se extienden 45 kilómetros más hasta llegar a Tolar Grande, un destino que se ha convertido en un paraíso para viajeros y aventureros exploradores.
Para aquellos que deseen adentrarse en este paisaje marciano en la Tierra, la Ruta Provincial 27 es la vía principal, aunque debido a la geografía única del terreno y la gran cantidad de kilómetros deshabitados, se recomienda viajar con la compañía de un guía experimentado. El acceso al Desierto del Diablo puede ser un desafío para aquellos que no están familiarizados con la zona o carecen de experiencia en la conducción por terrenos complicados.
El camino más tradicional para unir la capital de Salta con el desierto comienza en la Ruta Nacional 51, al oeste de la ciudad. Este camino se adentra en la Cordillera de los Andes, pasando por localidades como Campo Quijano y Santa Rosa de Tastil, entre otras, antes de llegar a San Antonio de los Cobres, la última ciudad significativa antes de ingresar al corazón de la Puna.
Después de esta bifurcación, el viajero se encontrará con el pequeño pueblo de Salar de Pocitos, seguido por un inmenso salar que lleva el mismo nombre de la localidad y que sirve como introducción al Desierto del Diablo. Finalmente, después de unas nueve horas de viaje en promedio, el camino se enfrenta a una pared de montañas rojas que da la bienvenida a este inhóspito desierto de características únicas.
El Desierto del Diablo es un paisaje surrealista y desafiante, donde contrasta su belleza agreste y sus formaciones rocosas, y un lugar imperdible para aquellos que buscan una experiencia verdaderamente excepcional.