Serenamente, en su hogar, a los 80 años de edad falleció el maestro italiano Claudio Abbado, uno de los más talentosos directores de orquesta de la segunda mitad del siglo XX hasta la fecha.
Discípulo de Carlo María Giulini y de Hans Swarowski, Claudio Abbado fue director musical de la Scala de Milán, de la Staatsoper de Viena y director artístico de la fenomenal Orquesta Filarmónica de Berlín sucediendo al legendario Herbert von Karajan. Allí lo conocí cerrando el Festival de Salzburgo de 1999 donde anunció que dejaba el podio de la que para muchos es la mejor orquesta sinfónica del mundo, a fines del año 2001.
Ya el maestro milanés, al que le agradaba ser nombrado no “maestro” sino simplemente Claudio, había superado un gravísimo cáncer de estómago y tuvo poco mas de una docena de años más brindando su sabiduría musical y hasta creando la notable orquesta del Festival de Lucerna con la que realizó una importante serie de grabaciones, sobre todo, de las sinfonías mahlerianas. También fundó en su ciudad natal, la orquesta Mozart de la que fue director musical y artístico desde 2004.
Dirigió no pocas orquestas de primer nivel mundial en calidad de director invitado y hasta se dio el lujo de conectarse con el “Sistema”, como se conoce al movimiento socio-cultural de Venezuela al que dejó su particular impronta. Su último concierto con la magnífica Filarmónica de Viena, fue ovacionado por casi media hora por el público que colmaba la Musikverein, la estupenda sala de conciertos de la capital austríaca. En su vida diaria era conocido por su timidez y su bajo perfil que desaparecía cuando se encontraba en el podio orquestal y se transformaba para convertirse en una batuta poderosa.
Un detalle de su vida que habitualmente se informa pero no se dice el aspecto que de alguna forma lo vincula con nuestro país, es el concurso de dirección orquestal “Dimitri Mitropoulos” en homenaje al inolvidable conductor de la Filarmónica de Nueva York, de 1963. El ganador de ese año se desempeñaría como director asistente nada menos que del insigne Leonard Bernstein, director laureado de esa orquesta. El jurado de alto nivel no tuvo mas remedio que nombrar tres ganadores dada la paridad de sus actuaciones finales: el maestro checoeslovaco Zdenek Kosler, el italiano Claudio Abbado y el argentino Pedro Ignacio Calderón, actual conductor de la Orquesta Sinfónica Nacional de nuestro país.
Con Abbado, conductor siempre preocupado por el desarrollo de jóvenes músicos, se va físicamente el gran continuador de la tradición musical italiana representada por Arturo Toscanini y Víctor de Sábata.
– NdR: Artículo enviado por el autor para su publicación el 20 de enero de 2014