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lunes, octubre 27, 2025

Sucre y el espanto del racismo

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El notable dramaturgo César Brie -cuyo talento es reconocido en Salta- denuncia un infame acto de racismo, por el cual un grupo de campesinos fueron vejados. A chicotazos y a patadas los obligaron a marchar semidesnudos y a quemar sus whipalas.

(Por César Brie, desde Bolivia) Les envío aquí un artículo que escribí denunciando la agresión a los campesinos el 24 de mayo en Sucre. Hay una página en you tube donde pueden ver lo que logré filmar. Un abrazo enorme a todos y perdonen la extensión de lo que sigue.

El 24 de mayo en Sucre quedará como un capítulo más de la historia universal de la infamia. Un grupo de campesinos vejados a chicotazos y patadas, obligados a marchar semidesnudos hasta la plaza 25 de Mayo, a arrodillarse frente a la Casa de la Libertad, a besar el suelo, la bandera de la capitalía plena, a cantar el himno a Chuquisaca y quemar ellos mismos sus whipalas y pancartas.

Pude filmar este espanto y cualquiera puede encontrarlo en you tube en el sito:

www.youtube.com/watch?v=J2s15Mjgn9o

No tuve la frialdad para quedarme en la plaza y seguir filmando a los responsables, la mayoría con pasamontañas que les cubrían el rostro. Solo reconocí a uno de los exaltados, que luego de haberlos correteado se estrechó la mano con personeros de la alcaldía en la puerta de la misma y se fue en una moto que allí tenía parqueada. Muchas personas, testigos de la vejación, alzaron la voz pidiendo que los campesinos no sean golpeados. Oí un inefable: “No les peguen, sino van a decir que somos racistas”. Como si el racismo dependiera de la paliza final y no del secuestro y humillación recibidos.
Al día siguiente entrevisté a campesinos que fueron rehenes en la plaza y a otros maltratados y vejados en diferentes lugares de Sucre.

Filmé el relato atroz de lo que pasaron, las cortaduras y marcas provocadas por las agresiones. Supe de dos violaciones por un testimonio ocular agravadas por la decisión de las mujeres violadas de no decir nada para no “deshonrar a sus maridos”. Filmé los piedrazos, las huellas de patadas en la puerta, los vidrios rotos y las marcas de la dinamita arrojada dentro de la casa de Wilber Flores, diputado del MAS que el 10 de abril pasado, fue perseguido desde la Alcaldía, golpeado y torturado dentro de un albergue en el cual trató de refugiarse. Flores estaba en el Abra en el momento del ataque a su casa, donde su mujer y su hija debieron huir cerro arriba para no ser linchadas. En Gigavisión los bolivianos pudieron ver a Fidel Herrera (uno de los miembros del Comité Interinstitucional) aplaudiendo a la turba que arrastraba a los campesinos. Luego, este señor pidió disculpas (¿de haberlo organizado, de haberlo aplaudido, o de ambas cosas?) y a última hora del 26 de mayo, se retractó declarando que toda esta agresión había sido realizada por infiltrados del gobierno.

Esta última versión es recogida por el Correo del Sur, periódico parcializado completamente con las opciones de la derecha y que merece el graffitti escrito en una pared de Sucre: “Las paredes callarán, cuando la prensa diga la verdad”.

Que el Comité acuse, en este caso, al gobierno por los hechos de violencia que anunció y desencadenó finalmente, es ridículo. Desde noviembre Sucre está gobernada de hecho por el Comité Interinstitucional cuyos representantes (la mayoría políticos derrotados en las urnas) deciden todo en nuestra ciudad.

Muchos de nosotros, que no somos ni simpatizantes del Comité ni miembros del MAS, hemos optado en estos meses por trabajar en silencio para evitar que nuestras opiniones críticas terminaran con una agresión a nuestras personas o a nuestras familias y casas. Pero la infamia del 24 de Mayo ha sido la gota que ha rebalsado el vaso. Nos hemos mirado a la cara y hemos decidido que era hora no ya de comunicarnos via Internet nuestras impresiones sino de declararlas a riesgo de ser linchados por alguna de las bandas fascistas que el Comité Interinstitucional ha promovido. Nos manifestaremos por la paz y el diálogo, de todas las formas posibles, seremos nosotros los periodistas que recogerán los testimonios que la prensa de Sucre, con pocas excepciones no quiere recoger. Nuestra ciudad debe volver a ser lo suficientemente grande para albergar opiniones diferentes que diriman en modo democrático, con el voto de los ciudadanos sus diferencias.

El gobierno no ha comprendido que el fascismo, para triunfar, debe volverse popular. El caldo de cultivo de los grupos fascistas ha sido siempre la clase media. Los errores del gobierno y su escasa vocación democrática han colaborado a popularizar este fascismo.

No debe olvidarse que el racismo nunca desapareció de Sucre.

Subsistió velado por los buenos modales y un mínimo de hipócrita barniz cultural. En los cafés de la plaza de Sucre y alrededores, no entraban los indios, y si entraban, eran invitados a marcharse. Con el triunfo de Evo Morales y la instalación de la Asamblea, la clase media comenzó a resignarse a convivir con los indígenas, pero el cariz de los hechos que llevaron a noviembre retrasó el estado de las cosas hasta que la agresión del 24 de mayo nos hizo precipitar a los humillantes escarmientos de la Colonia. Quienes maltrataron a los indígenas el 24 de Mayo tienen la misma piel morena, hablan algo de quechua pero visten diferente. Ese es un axioma del racista: parecerse demasiado al objeto de su odio y por lo tanto ensañarse con el otro para ignorar la parte de sí que le asemeja.

La Prefectura de Chuquisaca, fue ganada por el MAS con los votos del campo, dado que la ciudad votaba mayoritariamente por la derecha. Pero la sede de la Prefectura está en la ciudad de Sucre, y a la clase media de Sucre le resultaba intolerable que el partido “del indio” los gobernara. Un intelectual me dijo en la Plaza, que la culpa de todo esto era “de ese indio resentido que nos gobierna. Antes vivíamos en paz”.
Pienso que esa paz en la que este intelectual ha vivido toda su vida ha sido en reaidad la paz de la sumisión, ideal para quien somete, aceptable para quien no la sufre y se beneficia indirectamente de ella (las clases medias) pero atroz y degradante para los sometidos, los indígenas.

(Si estas opiniones provocan algún tipo de agresión, ruego a los posibles agresores ensañarse directamente con el interesado y no con el Teatro que dirijo ni con mi familia, que no son responsables y ni siquiera comparten mis opiniones)

César Brie

– NdR: En Salta conocemos a César Bríe por la excelente obra de teatro titulada «Otra vez, Marcelo» (sobre la muerte de Marcelo Quiroga Santa Cruz). La talla artística de Bríe con su Teatro de los Andes ha inundado la dramaturgia de signos vitales que se esfuerzan por superar la memoria social y trascender la opaca y cómplice mordaza de los irracionales.

– Nota relacionada:

El sol sobre las grietas de una sociedad

http://www.salta21.com/spip.php?article293&var_mode=calcul

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