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martes, abril 23, 2024

Tecnócratas genocidas

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Algunos intelectuales ensordecidos por la sapiencia de lo cuantitativo deliran con afirmaciones que son realmente anti-humanas. La xenofobia es otro síntoma más de la actual cobardía en el intento de controlar la natalidad por los medios conocidos: abortos, anticoncepción, desvirtualización de la sexualidad, fomento de la banalidad y la desesperanza…

¿Por qué digo esto?… Pegar una mirada a las apreciaciones sociales, que hacen estos pseudos-sabios, sobre la población estremece más que algunas concepciones nazis de la primera mitad del siglo pasado y que tanto dolor causó al hombre.

Es muy fácil hacer números que dibujen un paraíso terrenal, es así que las sociedades del primer mundo, o al menos algunas personalidades de estas, son tremendamente selectivas y a esta selectividad la dominan con un cálculo exacto. Nuevamente ¿a qué me refiero? nada más y nada menos que al control poblacional que se realiza en los países pobres, pero con más intensidad en los emergentes. En estos últimos existe, a diferencia de los primeros, un “plus valía” por el mismo hecho de luchar por emerger poseen recursos que los ponen en la frontera social de la decadencia ubicándolos frente a los países del primer mundo. Frontera que como viene la mano no será franqueada jamás ya que el neocolonialismo avanza a pasos agigantados devorándose las riquezas de estos.

La mentalidad del primer mundo tecnócrata es muy simple y efectiva, si somos diez, diez tenemos que disfrutar del “Paraíso” que es esta vida, así con este pensamiento súper-tentador, sobre todo para aquellos que nos sumimos en la mediocridad existencial desde antes de nacer, nos vemos envueltos en una como seducción autodestructiva.

Nuevamente, ¿por qué digo esto? sencillamente porque los procesos de control de la natalidad los aceptamos como lo más natural, normal y lógico para las exigencias de nuestra cultura social actual. Aceptamos una especie de exterminio pasivamente, mansamente, como corderitos pa’l matadero. Esto es muy fácil captarlo en expresiones como: “los pobres se llenan de hijos” o “¡¿ pa’qué tienen hijos si no los van a poder criar !?” o “se llenan de hijos por deporte”, etc., etc., etc…

De esta manera es fácil imaginar que hay que reducir la base poblacional de una sociedad, un tecnócrata diría: ¿para qué la generación de tantos pobres si nunca llegarán?, por supuesto, a ser ”gente como uno”: bien comida, bien empilchada, bien hablada, bien culta , ¿bien feliz?

Esta reducción de la base poblacional para no seguir generando pobres significa repartir la torta entre menos y parece lógico ya que esta está cada vez más como estrecha, pequeña, y parece no alcanzar para todos. Hoy en día no es raro escuchar que los recursos alimenticios del planeta están por agotarse, que el agua escasea, que la energía ya no da a basto, entre otras cosas.

Somos aproximadamente seis mil millones de almas, ¿a cuánto hay que reducir la población para que esta viva “dignamente”, a tres mil, a mil?, ¿es que no miramos la generosidad del universo? El ser humano cuanto más egoísta es, más cobarde se vuelve. No podemos decir que los recursos se nos agotan y menos con la tecnología que descubrimos hasta la fecha, realmente sería una especie de miopía ante la realidad o quizás un autoengaño generado por el exceso de frustraciones o tal vez una impostación de la tan agasajada realidad virtual (en muchos casos escapismo similar al provocado por los alucinógenos) que en definitiva nos aliena de la verdad. El universo nos espera abiertamente para que lo penetremos y nos llenemos de él y este de nosotros. Infinitamente extenso, infinitamente posible. ¡Nos parece tan lejos pero está tan cerca! Nuestro mal es querer estar en el seno terrenal por siempre y la verdad es que la tierra nos quiere parir colaborando así para nuestra plenitud.

El sistema social debe equilibrar el orden poblacional, pero intentar hacerlo reduciendo las posibilidades de vida suena, y para ser justo, es un franco exterminio. La xenofobia es otro síntoma más de la actual cobardía en el intento de controlar la natalidad por los medios conocidos: abortos, anticoncepción, desvirtualización de la sexualidad, fomento de la banalidad y la desesperanza, todo esto por un lado, el lado emergente. Por otro lado (también contaminado de xenofobia), quizá el más pobre, se facilitan medios para la guerra, se permiten el pulular de ideologías dialécticas y violentas que llevan al fratricidio, nacen enfermedades nuevas que suenan a provocadas ya sea de ex profeso (conejillos de india) o por las desidias y falta de solidaridad entre las naciones colaborando así con los que tienen menos en recursos materiales y humanos a sumirlos en la miseria humana.

No se trata de reducir la base poblacional para que la torta alcance, se trata de ampliar los horizontes del corazón para, de esta manera, ser más generosos y valientes ante los retos que la aventura humana nos pone en nuestras pasajeras y vertiginosas vidas.

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