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martes, noviembre 26, 2024

Un sólido dúo en el Mozarteum

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Insertar un programa con dos sonatas de Beethoven y Brahms respectivamente, en la misma parte, implica un desafío interpretativo.

Salta, miércoles 18 de setiembre de 2013. Teatro de la Fundación. Cecilia Isas (violín) y Alan Kwiek (piano). Sonata en la mayor op. 30 nº 6 de Ludwig van Beethoven (1770-1827). Sonata nº 1 en Sol mayor op. 78 de Johannes Brahms (1833-1897). Sonata nº 3 en do menor op. 45 de Edvard Grieg (1843-1907). Aforo 70%. Quinto concierto de la temporada del Mozarteum Argentino Filial Salta. En memoria del Dr. Cecilio Morón Jiménez que fuera presidente de la entidad organizadora.

En marzo del año pasado el Dúo Isas-Kwiek mostró su más que interesante nivel artístico. Pero lo de esta noche supera ampliamente aquella presentación. El famoso “Progetto Martha Argerich” lo albergó en su concierto inaugural. No es poca cosa. A Salta trajeron un programa ambicioso. Primero Beethoven con la tal vez, menos tocada de las sonatas que integran su op. 30. De contenido profundo, pensado, tierno. Se inicia con el bello sonido del violín de Isas y un acompañamiento medido, que sorteó hábilmente un pequeño escollo exógeno cuya solución, a pedido de Kwiek, permitió al pianista mostrar su notable nivel. La melodía beethoveniana en conjunción con un marco cargado de intensidades, herramienta que sirve, sin duda, para encontrar los atractivos que su música tiene, conduce lentamente al arte compositivo del autor con un tercer movimiento de un tema del que surgen casi con naturalidad seis variaciones que son música pura. Una delicia.

Insertar un programa con dos sonatas de Beethoven y Brahms respectivamente, en la misma parte, implica un desafío interpretativo. En el párrafo anterior hablé de “música pura” y esta página del compositor de Hamburgo, también lo es. Intensamente expresiva abrió el juego para que el arco de Isas, en este caso apto para la intimidad sonora, con naturalidad atraviese distintos expresiones incluyendo una notoria dulzura en el “adagio” y si hay algo para cambiar ideas, me hubiera gustado un tempo más vivace en el primer movimiento. Kwiek fue acompañante ideal desde que se ocupó de una perfecta sincronización para un buen discurso musical. Y esto también es un mérito.

Hay de todo en la música de cámara a través de los tiempos. Pero ésta del noruego Grieg es una belleza que pasa por el romántico lirismo de sus dos movimientos iniciales para cerrar con una acabada muestra de nacionalismo expresado en danzas de la tierra del compositor. Fue de alto nivel la conjunción del dúo, su coherente unidad, su compartida visión estética, su cotidiana labor preparatoria. Hay evidente afecto societatis, en la vida y en el arte y ello da como resultado una pareja valiosa que aporta calidad a la interpretación de nuestro país. Isas con legatos, trinos, pizzicatos, oportunos golpes de arco. Kwiek protegiendo siempre la posición de acompañante a veces y protagonista en otras, con escalas, arpegios y una musicalidad atrapante.

El bis fue “Casinha Pequeninha” encantadora página brasileña de Silvio Caldas bien arreglada para el dúo visitante. Otra hermosura.

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